La noche de Tlatelolco.
quique2332Ensayo22 de Marzo de 2017
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La noche de Tlatelolco
Elena Poniatowska
Elena Poniatowska Amor (París, Francia; 19 de mayo de 1932) es una escritora, activista y periodista mexicana. A pesar de sus orígenes aristocráticos, Poniatowska ha sido políticamente de izquierda y una defensora de los derechos humanos que ha influido con sus puntos de vista sobre los sectores intelectuales más prominentes de México. (Poniatowska, 1971)[1]
El libro que abordaré en esta reseña, al principio cito una breve biografía de la autora, posteriormente daré un breve resumen del libro, así como la situación social, económica y política del país es ese momento, con algunas cosas mencionadas en clase; y al finalizar daré mi opinión y contraste con lo visto en clase. La noche de Tlatelolco, es una recopilación de testimonios acerca de la matanza estudiantil el 2 de octubre de 1968; en él se relata el pensamiento y el sentir de las personas a favor y en contra del movimiento estudiantil, así como las inconformidades, los motivos de las rebeliones. También acerca de las vidas de las personas luego de este acontecimiento, en pocas palabras incluye causas y las consecuencias, todo esto a manera de testimonios recopilados desde octubre y noviembre de 1968 hasta 2 años después.
1968 marcó a los estudiantes de México y a sus padres y a la sociedad más cercan de la juventud. Un mes de la masacre del 2 de octubre. Para un país pobre como el nuestro, ingresar a una de las facultades de la UNAM era y es la posibilidad de un futuro, una garantía de vida. El Poli, en el norte de la UNAM también vivió el movimiento y la muerte. En la UNAM, en 1968, había 95588 estudiantes.
Todo el movimiento estudiantil comenzó el 22 de Julio de 1968 con un pleito callejero entre pandillas estudiantiles de la ciudad: "Los ciudadelas" y "Los arañas", frente a la preparatoria Isaac Ochoterena; la cual fue detenida por elementos del cuerpo de granaderos. Desgraciadamente, algunos de los pandilleros se escondieron en las preparatorias y los agentes de seguridad tuvieron que entrar por ellos.
Así fue como inició y lo que más tarde trajo como consecuencia muchísimas personas matadas injustamente por un simple error del gobierno.
Esto provoco que los alumnos se sintieran heridos en su autonomía y exigieran a las autoridades que este tipo de agresiones no se repitiera. El gobierno estaba preocupado por dar una imagen de paz social y de bienestar general.
A partir del 22 de julio 1968, el movimiento se levantó hasta convertirse en una ola alta y poderosa que los mexicanos miraban expectantes. Cada manifestación se hacía más numerosa: los padres de familia, los amigos, los vecinos acompañaban a los muchachos, el Paseo de la Reforma se cubría de simpatizantes, felices y emocionados que se preguntaban “hasta dónde vamos a llegar” “¡Únete pueblo!”: los que permanecían de pie en la acera se unían a algún contingente y se echaban a andar.
Una de las imágenes que resulto definitiva y se imprimió en la mente de los estudiantes fue el bazukazo en San Idelfonso, en la puerta del siglo XVIII que resguardaba la Preparatoria. Los muchachos lo vieron como una violación. El 30 de Julio, el rector Barros Sierra izó la bandera mexicana a media asta en Ciudad Universitaria.
A raíz de este acontecimiento Elena empezó a recoger testimonios a partir del 2 de Octubre de 1968, ante la indignación de la puerta de San Idelfonso.
La lucha de jóvenes no fue improvisada, no nació de un día para otro, “Cuando llego el 68, veníamos de un movimiento estudiantil triunfante, cada vez mejor organizado, cada vez más fuerte. Se logró una capacidad de lucha que, hoy en día, la gente mayor, digamos los viejos o los no tan jóvenes, califican de excepcional”. [2]
1968 es significativo porque en el mundo entero hubo manifestaciones a favor de la defensa de los derechos humanos, en contra de la presión y en Francia, En Japón, en Checoslovaquia los jóvenes se levantaron para decir que no aceptaban el mundo que les habían heredado sus padres y que no seguirían las reglas del pasado. Para los estudiantes mexicanos, el 68 fue mucho más lejos que cualquier consigna.
Para quienes estuvieron en la Plaza de las tres culturas recuerdan el 2 de octubre como un parteaguas. Nunca imaginaron que compañeros morirían en la Plaza ni que el ejército mexicano los vejaría, los desnudaría, les cortaría el pelo a bayonetazos. Para desgracias del país, las autoridades son expertas en esconder la verdad, en cambiar las cifras a su favor, hacer trampa, mentir, y nunca sabremos cuántos murieron. Algunos jóvenes quisieron ponerse los zapatos de los soldados y alegrar que ellos sólo obedecían órdenes, para eso los entrenan, pero ¿Quién se puso en los zapatos de los muertos? ¿Quiénes eran os dueños de los zapatos que se quedaron en la plaza? ¿Quién podría tomar el lugar de los familiares angustiados por saber de sus hijos, esposos, hermanos? Les arrebataron la vida a muchos.
El 2 de Octubre hubo muerte, miedo, injusticia, pero también confianza y lealtad. El hecho fue cometido por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia, la DFS y el Ejército Mexicano, en contra de una manifestación convocada por el Consejo Nacional de Huelga, órgano directriz del movimiento. De acuerdo con lo dicho por sí mismo en 1971 y por Luis Echeverría Álvarez, el responsable de la matanza fue Gustavo Díaz Ordaz. Posteriormente fueron acusados Echeverría, Díaz Ordaz y otros altos funcionarios de haber trabajado para la CIA.
Los levantamientos se estaban dando en todo el país y algunos grupos se iban uniendo al de la ciudad de México y así fue creciendo cada vez más con la intención de que fueran escuchados y dejarán de ser reprimidos. Uno de los motivos de esta lucha fue la liberación de los presos políticos que en ese entonces eran 47 elementos detenidos injustamente en Lecumberri, sin embargo esto fue creciendo cada vez más.
A continuación, citaré una breve cronología a partir del 24 de de Agosto de 1968
Sábado 24. El SME declara: estamos de acuerdo con los estudiantes cuando rechazan cualquier infiltración extraña.
Martes 27. Gran manifestación de 300 mil personas, se iza una bandera roji-negra en el zócalo.
Miércoles 28. Numerosos burócratas son llevados al zócalo para un acto organizado por el Departamento del D.F en desagravio a la bandera.
Sábado 7 de Septiembre. Mitin de 25 mil personas en Tlatelolco, convocado por el CNH.
Viernes 13. Gran manifestación del silencio.
Miércoles 18. El ejército invade la Ciudad Universitaria.
Martes 24. El ejército entra al casco de Santo Tomas, después de una larga y dura batalla campal entre estudiantes y policías. Hay numerosos heridos, muertos y detenciones.
Miércoles 2. Noche de Tlatelolco. A las cinco y media del miércoles 2 de octubre de 1968, aproximadamente diez mil personas se congregaron en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas para escuchar a los oradores estudiantiles del Consejo Nacional de Huelga, los que desde el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua se dirigían a la multitud compuesta en su gran mayoría por estudiantes, hombres y mujeres, niños y ancianos sentados en el suelo, vendedores ambulantes, amas de casa con niños en brazos, habitantes de la Unidad, transeúntes que se detuvieron a curiosear, los habituales mirones y muchas personas que vinieron a darse una "asomadita". El ambiente era tranquilo a pesar de que la policía, el ejército y los granaderos habían hecho un gran despliegue de fuerza.
Jueves 31. Primer mitin en la UNAM. La madre de un estudiante muerto habla delante de 7 mil personas.
La tónica de la vida económica, social y cultural de México entre 1940 y 1968 fue el cambio, la transformación acelerada e incluso caótica del entorno material y mental de los mexicanos. Frente a tal cambio contrastó la permanencia de las estructuras y formas del quehacer político. La transformación de todo, menos del sistema político, puso de manifiesto sus rigideces e inadecuaciones frente a una sociedad cuyas manifestaciones centrales habían empezado a desbordar a sus tutores.
El 2 de Octubre de 1968 es la fecha de arranque de la nueva crisis de México; ahí se abre el paréntesis de un país que perdió la confianza en la bondad de su presente, que dejó de celebrar y consolidar sus logros y milagros para empezar a toparse todos los días, durante más de una década, con insuficientes silenciadas, sus fracasos y sus miserias. La del 68 no fue una crisis estructural, sino política, moral y psicológica, de convicciones y valores que sacudió los esquemas triunfales de la capa gobernante; fue el anuncio sangriento de que los tiempos habían cambiado sin que cambiarán las recetas para enfrentarlos.
La rebelión del 68 fue la primera del México urbano y moderno que el modelo de desarrollo elegido en los años cuarenta quiso construir y privilegio a costa de todo lo demás. Sus correas de transmisión fueron las elites juveniles de las ciudades, los estudiantes y profesionales recién egresados que eran en sí mismos la prueba masiva de que el México agrario, provinciano, priista y tradicional iban quedando atrás, los rebeldes del 68 fueron los hijos de la clase media gestad en las tres últimas décadas, la generación destinada a culminar el tránsito y a asumir las riendas del México industrial y cosmopolita del que era el embrión.
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