La reforma educativa nos dice que habrá una modificación o cambio de modo positivo y con la finalidad de mejorar la educación en todos sus niveles. Pero considero que lo que se viene planteando desde hace mucho tiempo
Les BaltazarEnsayo23 de Marzo de 2017
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La reforma educativa nos dice que habrá una modificación o cambio de modo positivo y con la finalidad de mejorar la educación en todos sus niveles. Pero considero que lo que se viene planteando desde hace mucho tiempo, a sido, al revés, una línea negativa de destrucción en varios niveles y grados de la educación existente; de su alcance formativo, de sus recursos, de los instrumentos materiales y humanos imprescindibles para su sostenimiento.
La reforma educativa no tenía forma a todos nos llegó como un rumor, por lo tanto como un mensaje de confusión deliberado, esto por la contradicción manifiesta entre lo que dice que es y lo que es realmente.
Más allá del derecho a la educación. Con la miseria social que se ha hecho realidad en la vida cotidiana del docente, en particular en el nivel primario y secundario, se ha desenvuelto una tendencia igualmente miserable, aunque en una dimensión distinta, desde el poder estatal.
Consiste en procurar de hecho y ciertamente de un modo muy sutil una suerte de alianza que coloca de un lado a las autoridades oficiales y a la docencia y del otro lado a los padres o la familia. Una complicidad buscada y perversa que se escuda en el argumento de que la educación no puede contener lo que la familia abandona.
De manera que el fracaso escolar sería responsabilidad de la falta de colaboración de los familiares del alumno y la institución escolar y la docencia tendría un límite insuperable para actuar.
La Reforma sitúa a la escuela en el centro del sistema educativo. Es en ella donde los alumnos, aprenden y donde los maestros se desarrollan profesionalmente. Las escuelas deben tener la capacidad de gestión para realizar sus funciones, y las autoridades la obligación de proporcionarles, los recursos necesarios para cumplir con su cometido. Lo cual no se genera como es debido entorpeciendo y deteniendo el sistema como tendría que ser.
Si el alumno es abandonado por la familia, o hasta carece de ella, la responsabilidad del abandono familiar es del mismo régimen que pretende asociar a la docencia a una culpa inaceptable de la familia. La llamada contención social a la que se obliga a la escuela deja planteada la cuestión de cómo desarrollarla en términos de mejora. Se trata de promover la unión de la familia trabajadora y el docente contra el poder estatal, invirtiendo los términos de la ecuación oficial.
Tiene que ver con la propia formación del docente, con la necesidad de un trabajo interprofesional que debiera desarrollarse con gabinetes especializados, con la participación de psicólogos, trabajadores sociales y especialistas en la cuestión; con programas de asistencia a la minoridad y la adolescencia bajo control de las organizaciones docentes, etc. Pero en verdad, el ejemplo al cual hemos acudido y cuya formulación debería ser evaluada por su carácter todavía precario, nos importa como una especie de apoyo a una apreciación más amplia de la cuestión escolar en este momento tan decisivo que plantea la crisis.
La escuela, a pesar de todos los golpes recibidos y gracias a las movilizaciones educativas, docentes y estudiantiles, por una parte, y al completo fracaso de las reformas educativas, por otra parte, continúa siendo una red enorme, susceptible de convertirse en un recurso clave de la reconstitución del tejido social, descompuesto por la expoliación del trabajo y la miseria social. Así fue concebida al menos en algún momento en el proyecto nacional de la propia clase dominante para modernizar la sociedad de los que más tienen y constituir una clase trabajadora.
La autonomía escolar representa la posibilidad de que las escuelas puedan tomar las decisiones que correspondan a su mejor funcionamiento. Para ello deberá disponer de los recursos públicos y de los apoyo administrativos que le permitan organizarse en sus deberes.
Cuando corresponda, en una nueva etapa histórica marcada por un agotamiento irreversible del mundo moderno, la escuela, con la gestión de los trabajadores y los docentes tendrá un papel protagónico en la transformación social que permita superar la barbarie social y educativa, educar, formar, elevar la conciencia y desarrollar la salud material y espiritual de las nuevas generaciones. Como se ve, el planteo de una educación socialista puede y debe tener una formulación que no sea meramente ideológica, como sugerimos aquí y sólo para plantear un debate.
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