La singularidad como camino a la universalidad

La singularidad como camino a la universalidad

Carlo Ginzburg es un historiador y doctor en letras por la Escuela Normal de Pizza, nacido en Turín, Italia en 1939. Trabaja con la llamada microhistoria, en la que propone su tesis del paradigma indiciario, como una nueva manera de estudiar los fenómenos históricos. Este paradigma parte un proceso de averiguación que desemboca en la revelación de datos, aunados a un análisis sirven para definir a un grupo cultural, es decir, Ginzburg construye la historia desde abajo (culturas subalternas o populares) siguiendo indicios.

Ejemplo de este gran trabajo es su obra más sobresaliente “El queso y los gusanos; el cosmos, según un molinero del siglo XVI”, publicado en 1976, donde reconstruye una microhistoria que plantea la problemática de la cultura popular o subalterna frente a la cultura hegemónica y “oficial” durante el siglo XVI en Montereale, Italia.

La microhistoria gira entorno de Domenico Scandella, al que llamaban Menocchio, era un molinero friulano, que según sus declaraciones era pobrísimo, casado y padre de siete hijos, sin embargo, exageraba un poco en este aspecto, ya que era dueño de dos molinos, administrador de la parroquia de Montereale, alcalde de su municipio y de las villas circundantes, que le daban suficiente dinero para vivir sin tantos apuros.

Aunado a esto, Menocchio era de los pocos hombres que sabía leer y escribir lo cual le permitió hacerse de conocimientos para expresar con argumentos sus ideas a las clases superiores. Pero no interpreto los libros que leyó, sino que los reinterpretó como le pareció mejor de acuerdo a su cosmovisión campesina, lo cual lo llevó a la hoguera después de varios juicios ante el Santo Oficio.  

Por el tiempo de la Reforma y Contrarreforma, Menocchio vivió un cambio de paradigma, del cual se nutrió para tener más argumentos y comprender lógicamente un hecho a través de otras construcciones. En donde gracias al lenguaje comprendió el lenguaje de otros sujetos que tenían una interpretación subjetiva de los hechos, para así construir su nuevo pensamiento.

La situación en la que vivía Menocchio dio lugar para que se interesara por los textos religiosos. Leyó libros como el Florilegio de la Biblia, Decameron y Viajes de sir John Mandeville. A partir de la comprensión y sentido que le daba a estos libros, formulo ideas independientes como el escepticismo sobre la virginidad de María, la idea de que todos éramos dioses al ser creados a imagen y semejanza de Dios y que el origen del universo fue a través del caos, por lo que fue catalogado como hereje, protestante y anabaptista.

Al divulgar sus ideas, vemos la acción social de Menocchio presente, que de acuerdo con Max Weber, sociólogo alemán, consiste en “una acción donde el sentido mentado por su sujeto está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (Weber, 1996, p. 5). Porque Menocchio expresaba sus pensamientos y visión del mundo a los altos cargos religiosos con un discurso argumentado, sin embargo, por el uso de conceptos lingüísticos encaminó su acción discursiva a contradicciones sin lograr su objetivo: que lo comprendieran.

 De acuerdo con Hans-Georg Gadamer, el lenguaje es misterioso y atractivo como medio para la experiencia hermenéutica, en donde comprender es ponerse de acuerdo con alguien mediante el diálogo, por lo tanto el lenguaje es el medio universal para realizar la comprensión. Por lo cual Menocchio mediante la dialéctica con el Santo Oficio expresó su cosmogonía, en donde se exponían las ideas de dos mentes opuestas pero que no se llegaron a comprender.

La mala comprensión que tuvo Menocchio fue por sus contradicciones resultantes de una aplicación al pie de la letra de las metáforas y analogías que leyó en la Biblia en lengua vulgar; de la mezcla de doctrinas como el cristianismo, escolasticismo y neoplatonismo para sus argumentos, los cuales aplicó a su realidad social. También ocupó y leyó términos que no sabía lo que significaban, los cuales usó para construir un discurso para exponerlo al papa y a las autoridades eclesiásticas.

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