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Legislacion Colombiana


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  7.282 Palabras (30 Páginas)  •  354 Visitas

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aría de acuerdo a cada idioma. En español tiene tres usos principales, dependiente de la letra que le siga y del dialecto:

Seguida de las vocales a, o y u (ca, co, cu), o de consonantes, representa el fonema /k/.

Seguida de las vocales anteriores e e i (ce, ci), representa el fonema /s/ en el español seseante y el /θ/ en los demás dialectos.

Seguida de h (ch), constituye un dígrafo que representa al fonema africado /ʧ/. Durante largo tiempo se alfabetizó a este dígrafo aparte como si de una letra en sí se tratase, hasta que en el X Congreso de Academias de la Lengua Española (celebrado en Madrid en abril de 1994) se decició abolir este uso, al igual que el de la ll, pasándose entonces a alfabetizarlo bajo la C como mera sucesión de dos letras.

Evolución de su pronunciación

La pronunciación de la c vacilaba en latín vulgar (y en el primer latín clásico) entre una /k/ (velar, como en "casa") y una /k/ palatal (como la /k/ de "quiero"). También la g adoptó dos variantes: velar (como en "galgo") y palatal (como en "guiemos" pronunciado rápido). Esta vacilación velar/palatal fue heredada del latín vulgar por las lenguas romances (español, francés, italiano, etc.).

Obsérvese que el punto de articulación velar de /k/ y /g/ (se pronuncian "en la garganta") resulta muy lejano al de los sonidos /e/ e /i/, que se pronuncian acercando la lengua al paladar. Por eso, con el tiempo, la c y la g acabaron haciéndose palatales en las posiciones ce, ci, ge, gi, y velares en los demás casos.

Esto ocurrió en la mayoría de las lenguas romances, incluido el español, e incluso en el latín eclesiástico, y dio lugar a las siguientes pronunciaciones:

ce: /tse/ (español y francés medieval), /t∫e/ (italiano y latín eclesiástico).

ci: /tsi/ (español y francés medieval), /t∫i/ (italiano y latín eclesiástico).

ge: /ʒe/ (español medieval y francés), /dʒe/ (italiano y latín eclesiástico).

gi: /ʒi/ (español medieval y francés), /dʒi/ (italiano y latín eclesaría de acuerdo a cada idioma. En español tiene tres usos principales, dependiente de la letra que le siga y del dialecto:

Seguida de las vocales a, o y u (ca, co, cu), o de consonantes, representa el fonema /k/.

Seguida de las vocales anteriores e e i (ce, ci), representa el fonema /s/ en el español seseante y el /θ/ en los demás dialectos.

Seguida de h (ch), constituye un dígrafo que representa al fonema africado /ʧ/. Durante largo tiempo se alfabetizó a este dígrafo aparte como si de una letra en sí se tratase, hasta que en el X Congreso de Academias de la Lengua Española (celebrado en Madrid en abril de 1994) se decició abolir este uso, al igual que el de la ll, pasándose entonces a alfabetizarlo bajo la C como mera sucesión de dos letras.

Evolución de su pronunciación

La pronunciación de la c vacilaba en latín vulgar (y en el primer latín clásico) entre una /k/ (velar, como en "casa") y una /k/ palatal (como la /k/ de "quiero"). También la g adoptó dos variantes: velar (como en "galgo") y palatal (como en "guiemos" pronunciado rápido). Esta vacilación velar/palatal fue heredada del latín vulgar por las lenguas romances (español, francés, italiano, etc.).

Obsérvese que el punto de articulación velar de /k/ y /g/ (se pronuncian "en la garganta") resulta muy lejano al de los sonidos /e/ e /i/, que se pronuncian acercando la lengua al paladar. Por eso, con el tiempo, la c y la g acabaron haciéndose palatales en las posiciones ce, ci, ge, gi, y velares en los demás casos.

Esto ocurrió en la mayoría de las lenguas romances, incluido el español, e incluso en el latín eclesiástico, y dio lugar a las siguientes pronunciaciones:

ce: /tse/ (español y francés medieval), /t∫e/ (italiano y latín eclesiástico).

ci: /tsi/ (español y francés medieval), /t∫i/ (italiano y latín eclesiástico).

ge: /ʒe/ (español medieval y francés), /dʒe/ (italiano y latín eclesiástico).

gi: /ʒi/ (español medieval y francés), /dʒi/ (italiano y latín eclesaría de acuerdo a cada idioma. En español tiene tres usos principales, dependiente de la letra que le siga y del dialecto:

Seguida de las vocales a, o y u (ca, co, cu), o de consonantes, representa el fonema /k/.

Seguida de las vocales anteriores e e i (ce, ci), representa el fonema /s/ en el español seseante y el /θ/ en los demás dialectos.

Seguida de h (ch), constituye un dígrafo que representa al fonema africado /ʧ/. Durante largo tiempo se alfabetizó a este dígrafo aparte como si de una letra en sí se tratase, hasta que en el X Congreso de Academias de la Lengua Española (celebrado en Madrid en abril de 1994) se decició abolir este uso, al igual que el de la ll, pasándose entonces a alfabetizarlo bajo la C como mera sucesión de dos letras.

Evolución de su pronunciación

La pronunciación de la c vacilaba en latín vulgar (y en el primer latín clásico) entre una /k/ (velar, como en "casa") y una /k/ palatal (como la /k/ de "quiero"). También la g adoptó dos variantes: velar (como en "galgo") y palatal (como en "guiemos" pronunciado rápido). Esta vacilación velar/palatal fue heredada del latín vulgar por las lenguas romances (español, francés, italiano, etc.).

Obsérvese que el punto de articulación velar de /k/ y /g/ (se pronuncian "en la garganta") resulta muy lejano al de los sonidos /e/ e /i/, que se pronuncian acercando la lengua al paladar. Por eso, con el tiempo, la c y la g acabaron haciéndose palatales en las posiciones ce, ci, ge, gi, y velares en los demás casos.

Esto ocurrió en la mayoría de las lenguas romances, incluido el español, e incluso en el latín eclesiástico, y dio lugar a las siguientes pronunciaciones:

ce: /tse/ (español y francés medieval), /t∫e/ (italiano y latín eclesiástico).

ci: /tsi/ (español y francés medieval),

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