MICCIOLI LOS MONJES

Monjes y monasterios (no es José Maria) hace rato que ya no son parte del paisaje cotidiano de Europa, pero no han desaparecido, si bien solo quedan sus imponentes vestigios, disimulados en las ciudades, o han quedado destinados a nuevas funciones por las supresiones revolucionarias, abandonados en las soledades de los campos, testimonio de la grandeza de la que se han perdido y quedan como pruebas y memorias. Sirven para evocar imágenes y sentimientos que hoy aparecen irremediablemente borrosos y lejanos, los monasterios y los prioratos, que en el siglo XII, en el apogeo de la expansión monástica, poblaban a millares los caminos de Europa, se han reducido a unos pocos centenares en todo el mundo. Y sus escasos moradores quedan como una presencia rara y silenciosa, inadvertida a menudo por el propio pueblo cristiano. mientras han desaparecido casi por completo aquellos miles de solitarios que al margen del mundo monástico institucionalizado perdido en las raíces comunes, se sumergían en las soledades alpestres y en los bosques para reaparecer periódicamente entre los hombres evocando con su aspecto asilvestrado la amenaza de la muerte y la urgencia de la conversión.

No ha sido una caída brusca sino un lento declinar, que se inicio luego del siglo de oro del monaquismo, la reforma luterana, con la desaparición de la presencia monástica de muchas regiones de Europa.

las exigencias de la política eclesiástica que roma supo tomar, para adaptarse a nuevas circunstancias, por otros modos de intervención mas dúctiles, no destruyeron al monaquismo pero cambió drásticamente su papel en la iglesia, marcando una diferente aproximación suya a la sociedad y a la historia.

Cambio social y religioso, constituyen la trama de una Europa que se reconocía y se quería de tal modo cristiana gracias a esa experiencia y a los institutos que a ella habían dado vida.

El primer nudo histórico aparece ahí, los único cristianos auténticos son los monjes. Fue una maduración lenta y compleja de experiencias y de tentativas, de elaboraciones culturales e ideológicas y de propuestas institucionales. Este conjunto de materiales pensado y adaptado de diversas maneras ala difícil realidad política y social en la Europa post carolingia, constituyo la base y el punto de referencia para el pedroso florecimiento monástico que caracterizó en occidente a los siglos centrales de la edad media. Entre el siglo X y el XII el proceso de reducción del cristianismo autentico a la vida monástica alcanza su mas completa y de alguna forma su definitiva expresión.

¿cómo pudo tener lugar una operación tan reductiva en una sociedad que se creía tan cristiana? Quienes eran esos monjes que fueron en un tiempo protagonistas y beneficiarios de dicha operación?, cual fue su vida? que tipo de humanidad cristianizada representaron y encarnaron?, cual fueron los ingredientes de esa mezcla presentada por el monaquismo en los siglos de su expansión? Que clase de dios se cree lopresti?

No son respuestas fáciles, la memoria de aquella época pasa de forma exclusiva por al visión de los monjes. Las acciones y las obras de los demás protagonistas de la historia llegan a nosotros a través de la óptica de la cultura monástica.

Este proceso intelectual y emotivo no es fruto solo de una vital experiencia religiosa y mística, quedan al descubierto sus raíces ideológicas políticas y sociales que también presiden su génesis y que ofrecen estimulo y materia para su afirmación histórica.

Pese a la inagotable labor llevada a cabo por los historiadores, el largo recorrido del a humanidad monástica solo ha podido obtener una historización mas real y adecuada en estas ultimas décadas. Se encuentra en ello, en gran parte, la clave para comprender el subsiguiente cambio de dimensión y el declinar del monasticísmo, del perdurar de su marginal y escondida presencia en contextos religiosos y sociales y tan profundamente cambiados.

1. los materiales tardo antiguos y altomedievales.

El modo de vida cenobita tiene su origen en la época de la predicación apostólica “ la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma; ninguno llamaba suyo a lo que poseía, sino que todas las cosas pertenecían al común de todos”

Pero después de la muerte de los apóstoles, la multitud de los creyentes comenzó a enfriarse en su fervor, sobre todo los extranjeros, los apóstoles dándose cuenta de la tosquedad de su fe y de sus arraigadas costumbres paganas, solo le pedían que se abstuvieran “de las ofrendas a los ídolos, de la fornicación, de ola carne y de la sangre”, pero tal libertad comenzó también a contaminar también la perfección de la iglesia de Jerusalén y día a día crecía el numero de los convertidos.

Pero aquellos en los que aun persistía el fervor apostólico y recordaban esa antigua perfección abandonaron las ciudades y la compañía de los que consideraban licita para si mismas y para la iglesia la negligencia de una vida mas relajada y se establecieron en los suburbios y en los lugares mas apartados, comenzando a practicar de forma privada y por cuenta de las reglas que ellos recordaban establecidas para todo el cuerpo dela iglesia.

Poco a poco separados de la turba de los creyentes, por el hecho que se abstenían del matrimonio y se mantenían alejados de sus parientes y de la vida de este mundo, fueron llamados monjes (que quiere decir: el que no la hace resbalar en ningún lado) por la austeridad de su vida solitaria y sin familia, las comunidades que formaron tomaron el nombre de cenobitas. Así

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