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Malvinas Y Los Medios


Enviado por   •  24 de Octubre de 2012  •  7.650 Palabras (31 Páginas)  •  398 Visitas

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El 3 de abril periodistas de medios metropolitanos comenzaron a llegar a Comodoro Rivadavia para seguir de cerca el conflicto entre argentinos e ingleses. Nicolás Kasanzew, Diego Pérez Andrade, Carlos García Malod y Daniel Mendoza fueron algunos de los comunicadores que llegaron a la ciudad desde Capital Federal.

El conflicto en el Atlántico Sur sorprendió a todo el mundo. Fueron 74 días de angustia, sobre todo para la Argentina.

Al día siguiente de la recuperación de las Islas Malvinas, el 3 de abril de 1982, periodistas de medios metropolitanos comenzaron a llegar a Comodoro Rivadavia. Nicolás Kasanzew, Diego Pérez Andrade, Carlos García Malod y Daniel Mendoza fueron algunos de los comunicadores que se alojaron en el Hotel Comodoro, en ese momento el más importante de la ciudad, para seguir de cerca los detalles del conflicto que días después se convertiría en una guerra declarada.

La Cámara de Comercio de Comodoro Rivadavia albergó a los corresponsales, luego de que su comisión decidiera improvisar un Centro de Prensa, desde donde más de un centenar de periodistas argentinos y de otras partes del mundo, enviaron las noticias que hicieron escuchar y leer el nombre de la ciudad en los cinco continentes.

“Los periodistas fueron a la Cámara y le ofrecimos el salón Pietrobelli para hacer el centro de prensa. Así se sacó a los periodistas del ámbito castrense a un ámbito civil, a una cuadra de donde estaban parando”, recordó Ricardo Murcia, quien era miembro de la comisión de la Cámara en esos años.

En épocas de cartas y cabinas telefónicas, se instalaron dos teletipos y un teléfono público con cospeles. Además, Entel, empresa de telefonía estatal que prestaba el servicio en ese momento, envió personal femenino para ayudar a los periodistas desde las 8 hasta las 24.

A los pocos días de declarado el conflicto comenzaron a llegar periodistas de diferentes lugares del mundo, entre ellos Japón, Estados Unidos, Colombia, Chile, Brasil, Alemania Federal, Francia, Inglaterra, Uruguay, Paraguay, Nueva Zelanda y Turquía.

Según informaba Diario Patagónico “eran periodistas jóvenes” y muchos de ellos sólo estuvieron de paso para continuar vuelo hacia las islas. Sin embargo, también fueron testigos de los oscurecimientos que se realizaron en la ciudad como simulacro ante un posible ataque.

La llegada de periodistas impulsó a nivel nacional una campaña solidaria que encabezó la Cámara de Comercio. Según recuerda Roberto Franiuk, integrante de comisión, “en ese tiempo nosotros no teníamos necesidad de mandar gacetillas a la prensa, estaba la prensa con nosotros”.

INTENSA ACTIVIDAD PERIODISTICA

Cada día a las 5 de la tarde, el coronel Esteban Solís, brindaba los partes de prensa del conflicto a los periodistas que de inmediato enviaban sus informes a los medios en los cuales trabajaban. Fue este mismo militar quien intervino para que durante dos días se clausurara Diario Patagónico.

Además, por su designación como Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, la ciudad recibió la visita del embajador de Venezuela Jorge Dager, quien ratificó su apoyo a la Argentina junto al ministro de Transportes y Comunicaciones de ese país, Vinicio Carreras.

Normando Alberelli recuerda la cobertura de los comunicadores destacando el labor de algunos y criticando el de otros. “Había periodistas trabajadores que mandaban el material temprano, pero también había otros vagos que hacían un refrito de lo que habían escrito sus otros colegas antes, utilizando su borrador. Recuerdo un periodista de Clarín que venía todas las mañanas, era muy macanudo, juntaba toda la información del coronel Solís más lo que juntaba afuera y mandaba todo”, rememora.

“Después estaban los otros como Nicolás Kasanzew, quien inventó antes del 1 de Mayo que ya estaba en Malvinas. Con un Focker de Fuerza Aérea se hizo recorrer toda la costa del Golfo San Jorge y decía que estaba en Malvinas, pero eso no era cierto, eso lo vi yo”, agrega.

ECHADOS

Todo cambió para los periodistas extranjeros a escasos días del bautismo de fuego. El 27 de abril al mediodía, el coronel Esteban Solís, jefe de Asuntos Civiles del Comando del V Cuerpo de Ejército, dio un plazo de 48 horas a los corresponsales extranjeros para abandonar la Patagonia.

“Señores, a partir de este instante, todos ustedes disponen de 48 horas para abandonar esta localidad. Por requerimiento del señor jefe del Estado Mayor Conjunto, el personal de periodistas extranjeros que se encuentran en jurisdicción del Cuerpo de Ejército V, deberán abandonar el mismo para radicarse en la ciudad de Buenos Aires. Dicha instrucción se imparte a fines de que los representantes de los medios de comunicación social extranjeros, puedan recepcionar una mayor información por parte del Centro de Prensa instalado en el Hotel Sheraton en la Capital Federal. Asimismo, esta medida contribuye a evitar la difusión de noticias carácter operacional al exterior, vulnerando elementales principios de seguridad”, comunicó el militar ante la sorpresa de los enviados especiales.

Según explicaron los medios de comunicación locales en ese momento, la medida adoptada puede haberse tomado luego de que corresponsales extranjeros emitieran información errónea de que se estaba produciendo un éxodo masivo de pobladores de Comodoro Rivadavia hacia otros puntos del país ante el temor de un ataque de la Royal Navy, que derivó en llamados de familiares radicados en otras ciudades.

La paranoia ante el enemigo era tal que los periodistas Lemanuel Serrel Hillman, David Robert Wilson y John Roger Axelson junto al comerciante argentino, Ricardo Horacio Rivarola, quien oficiaba como traductor, fueron detenidos por espionaje dentro de las aéreas restringidas de la jurisdicción de la IX Brigada Aérea. Sin embargo, el 4 de mayo el Juzgado Federal dio a conocer el oficio 338 donde se sobreseyó a los implicados en la causa.

El trabajo era intenso para los comunicadores que en ese tiempo realizaban un trabajo manual en todos sus aspectos. Las fotos que se revelaban estaban apiladas en el salón Pietrobelli, no había espacio para nada que no fuese útil. Sin embargo, esto duró hasta que el fin del conflicto comenzó a vislumbrarse.

“Los medios inventaban mucho, veíamos que los diarios de Buenos Aires inventaban cosas o exageraban algo, pero cuando la guerra estaba perdida desaparecieron todos. Solís subía todos los días a la sala de reuniones antes de bajar y nos decía cómo estaba el panorama. Pero de un día para otro no vino más. Nosotros ya sabíamos que habíamos perdido”

El

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