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Medicina Contemporanea


Enviado por   •  8 de Febrero de 2014  •  13.056 Palabras (53 Páginas)  •  388 Visitas

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Distintas aproximaciones teóricas a la salud y la enfermedad

Laura Moreno Altamirano i Juan Manuel Castro Amarran

Nashielly Cortés Hernánde

Hay en verdad dos cosas diferentes: saber y creer que se sabe.

La ciencia consiste en saber; en creer que se sabe está la ignorancia.

Hipócrates de Cos. La ley, siglo v a.C.

Introducción

Como se señaló en el capítulo anterior, la salud, la enfermedad y la muerte son atributos del proceso vital humano que, de manera simultánea e indisoluble, es expresión concreta de la compleja interacción entre sus dimensiones biológica v social. Por ello, el estudiante de Medicina precisa comprender las di-versas formas de interpretación que las personas han tenido so-bre tales fenómenos a lo largo de la historia, lo que implica co-nocer cómo se entrelazan los aspectos biológicos y sociales en su conceptualización y expresión material en el cuerpo humano.

Lo anterior permitirá tener una visión más amplia del intrincado proceso que va de la salud a la enfermedad y en-tender que esta última, como objeto y razón de la práctica de la medicina clínica, requiere de la comprensión de su signi¬ficado biológico y de su trascendencia sociocultural.

El propósito general de este capítulo es estimular en los estudiantes de Medicina la reflexión conceptual acerca de la salud, la enfermedad y los objetos, dimensiones, niveles de análisis y proximidades entre la medicina y la salud pública (SP) para exponer los principales debates contemporáneos acerca de estos temas.

Dichas interpretaciones son revisadas de manera esque-mática y general, analizando los conceptos que orientan las distintas prácticas de la Medicina occidental moderna v la SP. Asimismo, se agrupan los modelos explicativos de la en-fermedad: el mágico-religioso; el unicausal; el de la historia natural de la enfermedad con énfasis en la llamada tríada eco-lógica; los modelos sociales en los que, pasando por los fun- cionalistas y los críticos, se aborda en forma somera el mode¬lo psicosocial, el eco socialy el vigente en la OMS; por último, se deja abierta la reflexión en torno a los planteamientos de la determinación social de la saludhzcii un concepto de salud sin referente sobre la enfermedad, todo ello enmarcado en dos perspectivas generales de conceptualización de la enferme¬dad: visión ontològica y visión dinámica de la enfermedad.

Los autores de este capítulo desean que el lector comprenda la necesidad de cuestionar las nociones preconcebidas en torno a “la salud” y “la enfermedad”; para ello se ofrecen algunos con¬ceptos que permitirán confrontar las nociones actuales con las nociones generalizadas y dominantes en esta y en otras épocas, o en distintos momentos históricos y en otras culturas.

Cultura. Es un concepto que se remonta al siglo xvm, mismo que ha sido objeto de reflexiones y polémicas. La antropolo¬gía moderna describe a la cultura como el conjunto de creencias, costumbres, ideas y valores, así como a los arte¬factos, objetos e instrumentos materiales que adquieren los individuos de un grupo social. Por otra parte, se ha señalado que designa al conjunto total de las prácticas humanas: económicas, políticas, científicas, jurídicas, religiosas y so¬ciales en general. Algunos autores prefieren referirse a la noción de cultura como a los significados y valores que los miembros de una sociedad atribuyen a sus prácticas. La an¬tropología incluye dentro del campo de la cultura a la orga-nización del trabajo, los modos de alimentación, los usos de vestimenta, etc. Así, la cultura es una red de signos que per¬mite a los individuos que la comparten atribuir sentido tan¬to a las prácticas como a las producciones sociales. 

Al final del capítulo se refiere que la salud y la enfermedad no han sido, ni serán, nociones fijas, sino que —de manera implícita o explícita— entran en consonancia con un conjun¬to de ideas predominantes y corrientes teóricas que, a su vez, han generado diversos modelos explicativos para dichas nocio¬nes. Por ello, los modelos explicativos pueden sucederse en el tiempo, pero eso no implica necesariamente que se correspon-dan en un sentido evolutivo y progresivo, aunque su emergen-cia sí corresponda a momentos cronológicos sucesivos.

En ese orden de ideas se ofrecen al lector las herramien¬tas conceptuales para relativizar la lógica según la cual se ha considerado que la salud y la enfermedad son totalmente opuestas, ya que para su definición se les ha clasificado como antagónicas. Note que en el quehacer cotidiano de los estu-diantes de Medicina o de los profesionistas de la salud se asume alguno de los modelos explicativos reforzándolo, re-produciéndolo y, por supuesto, haciéndolo vigente o trans-formándolo, al tiempo que se transforma la cultura.

Cabe señalar, como afirma Bolívar Echeverría, que la cultura no establece identidades estáticas e inmutables, sino que es algo que se pone a prueba de manera cotidiana en el contacto con otros, y entra en contradicción y se enriquece de las identidades de los otros.1

Así, es conveniente reconocer que todos esos modelos siempre se corresponden con corrientes teóricas y prácticas sociales específicas, de ahí que posean ciertas ventajas, pero también que adolezcan de ciertas limitaciones al interactuar con la realidad material de las sociedades —y los sujetos de esas sociedades—. Por ejemplo, si se piensa que la enferme¬dad es producto de un riesgo al cual un individuo fue ex¬puesto a nivel individual, es lógico buscar mecanismos para explicar a cada quien cómo evitar exponerse a esos riesgos; en cambio, si alguien cree que la enfermedad es un mal de cuyo origen fue culpable por realizar actos pecaminosos, quizá su solución sea rezar para prevenir la tentación de pe¬car. Por otro lado, si el padecimiento es percibido como la expresión concreta de la injusticia social, la persona intenta¬rá modificar las condiciones sociales que la producen; mien¬tras que si se tiene la idea de que la enfermedad es un proce¬so vital, buscará contender con ella de modo que esa condición no limite (o limite lo menos posible) su capacidad de ser felices (tal vez empleando el diálogo, además de brindar comprensión y compañía a las personas enfermas).

En concreto, lo que debe procurarse es que el quehacer médico no sea algo que “ocurre”, sino algo que el estudioso de la Medicina puede modelar con responsabilidad.

Las cambiantes

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