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Monografia De Socrates Y Platon


Enviado por   •  19 de Agosto de 2014  •  2.972 Palabras (12 Páginas)  •  2.267 Visitas

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Sócrates.

Biografía.

Hijo de un escultor y comadrona, Sócrates nació en Atenas en el año 469 a.C, donde pasó toda su vida, y donde murió en 399 a.C. No escribió ninguna obra, tal vez porque consideraba que el diálogo, la comunicación directa e interpersonal, era el único método válido para la filosofía. De sus opiniones sabemos principalmente de los diálogos de Platón y de los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte. Su forma de entender y practicar el diálogo es conocida como la ironía y la mayéutica. Su ironía se expresaba a menudo en la actitud aparentemente modesta de su "sólo sé, que no sé nada"; la mayéutica, arte que afirmaba heredar de su madre, consistía en hacer preguntas de modo que fuera el interlocutor quien acabara sacando de sí mismo las formulaciones correctas sobre el tema en cuestión, a menudo contradictorias con sus postulados previos. Ciudadano ejemplar, un pensador cuyas ideas había consolidado en la vida práctica: en la época de la guerra un valiente soldado, en la época de paz sereno y sabio funcionario público. Dedicó su vida a la enseñanza, por lo que sus coetáneos fueron considerado sofista. Pero como sus ideas progresistas podían ser interpretadas algo peligroso al presente orden socio - político, fue acusado de impiedad y condenado a morir el año 399 a.C. Pudo haber huido, pero prefirió obedecer las leyes de la ciudad y morir. Las futuras generaciones vieron en Sócrates un filósofo ideal: una mente sobria e inteligente por un lado, un corazón apasionado, Una armonía extraña, donde la naturaleza está dominada por la fortaleza del alma. Su famosa fealdad física llegó a ser el símbolo de la superioridad del espíritu sobre las cosas materiales. Ese mismo Jenofonte escribía: "Me parecía el mejor y más feliz de los hombres".

Métodos de Sócrates.

Sócrates no predicaba la virtud directamente, sino más bien, invitaba a reflexionar sobre ella. No ofrecía las recetas acabadas sino convidaba a la búsqueda. Por eso, son de suma importancia los dos métodos que Sócrates empleaba en la mencionada búsqueda de la verdad y de la virtud, las mismas las llamaba: ironía y mayéutica, respectivamente.

Ironía.

Para Sócrates, ésta fue la mejor manera de purificar la mente humana y consistía en tomar en serio la falsa opinión del contrincante para después, con preguntas sutiles se le obligaba a pronunciar una tesis contraria a la inicial cayendo en contradicciones. El propósito fue el de desenmascarar las apariencias del conocimiento humano. Sócrates se creía autorizado a emprender esta obra porque, mientras que otros profesaban poseer muchos conocimientos verdaderos, él mantenía la conciencia de su "no - saber": "Sólo sé que no sé nada", decía.

Mayéutica.

La figura de la madre que da luz a un hijo, le sirvió a Sócrates a elaborar el procedimiento humano para llegar a la verdad: cada hombre lleva en sí la verdad, como la mujer embarazada al feto, es menester solamente ayudar a cada persona a "dar luz" a la verdad. El educador toma el rol de la "partera" y no de un "enseñador". El procedimiento era el siguiente: comenzaba con los asuntos simples, cotidianos, fáciles de entender para todos; éstos le servían de premisas, las cuales, vía analogía, trasladaba al nivel más alto, el de los asuntos morales. La analogía todavía no ofrecía unas respuestas acabadas: para definir cualquier virtud había que analizar sus características comunes, de ahí la fase inductiva de su método. De esas características comunes, Sócrates construía la definición de las virtudes, o en otras palabras, llegaba a elaborar los conceptos de las cosas, que hoy día se considera como el mayor logro de la filosofía de Sócrates. Aunque el concepto es lo más abstracto que podemos imaginar, el fin socrático era práctico, ya que consideraba que el que poseía el concepto se beneficiaba también del conocimiento; el que tenía el conocimiento obtenía la virtud, o sea la fuente de la felicidad.

Ética según Sócrates.

La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa.

Según los testimonios de su época, Sócrates era poco agraciado y corto de estatura, elementos que no le impedían actuar con gran audacia y gran dominio de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó popularidad social por su viva inteligencia y un sentido del humor agudo desprovisto de sátira o cinismo.

La virtud es un bien absoluto.

Anteriormente el concepto de la "virtud" fue comprendido, entre los griegos, de una manera muy amplia: significaba el vigor, la bravura, la habilidad de hacer los ejercicios. Por esa razón, fácilmente se demostraba, como lo hacían los sofistas, que la virtud era relativa, pues era distinta para cada ser humano. En vez de eso, Sócrates llamó "virtud" aquello que era común para toda la raza humana y en todas las circunstancias, por ejemplo, la justicia, la valentía o el autocontrol. De esta manera no sólo se opuso al relativismo de los sofistas, sino que extrajo de todas las virtudes aquellas que hoy llamaríamos "virtudes morales". Por esa razón a Sócrates se le considera como el fundador de la ética.

La maldad radica en la ignorancia mientras que la virtud es el origen de la felicidad.

La primera parte de esta afirmación es conocida bajo el nombre de "intelectualismo ético" y significa que el saber es suficiente para ser virtuoso. "Es lo mismo saber lo que es justo y ser justo" decía Sócrates. Toda la maldad tiene su raíz en la ignorancia: nadie se comporta mal premeditadamente. Las consecuencias de esa premisa son las siguientes: primero, que la virtud se la puede enseñar, no es innata; de nosotros depende el hecho de poseerla, y segundo, que la virtud es una sola: siendo que todas las virtudes consisten en el conocimiento, todas las virtudes son la misma cosa. Por otro lado, la virtud, para Sócrates, tenía un denominador fuertemente práctico. Sólo lo bueno era útil; feliz era aquel que poseía el bien máximo: la virtud. Su conclusión fue la siguiente: la gente busca la felicidad, pero la verdadera felicidad nos ofrece sólo el bien; el verdadero bien es la virtud; ésta es única y consiste en el saber. Adquiriendo

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