Museo Nacional De Antropologia
Pablo199512 de Septiembre de 2011
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Museo Nacional De Antropología e Historia
Salas exhibición
Recorrido (planta baja)
Salas de arqueología
Al llegar al museo, como un elemento de identificación, se encuentra desde hace más de 40 años, la escultura de Tláloc, deidad del agua, con un peso de 125 toneladas, proveniente de la barranca de Santa Clara, estado de México, y que pasó a convertirse en el elegido como símbolo y guardián del museo.
Sala Poblamiento de América.-
Ahí se encuentra una admirable presentación de maquetas y un interesante audiovisual, que muestran las teorías de la forma en que se incrementó la población en nuestro continente. De igual forma, la forma en que llegó el Homo sapiens, de África al noreste de Asia, por el Estrecho de Bering a América. Igualmente, en una cámara a nivel del piso, se exponen los restos del Mamut de Santa Isabel Iztapan, encontrado al noreste de la ciudad de México, en 1954.
Durante el Preclásico, el crecimiento de la población fue un proceso continuo. Se inició a orillas del lago, especialmente al sur de la Cuenca, cuya precipitación fluvial y temperatura presentaban un hábitat ideal para el cultivo; también hubo asentamientos en las partes bajas y zonas aluviales. Del oeste y sur de los lagos, las poblaciones crecieron hacia el este y norte de la Cuenca. Esto se debió posiblemente a la desaparición de Cuicuilco y la emigración de estos grupos a Teotihuacán.
Durante las fases tempranas del Preclásico, las sociedades experimentaron una serie de cambios graduales; los grupos humanos se asentaron en aldeas, donde llevaban a cabo gran parte de sus actividades, y el núcleo familiar constituyó la base de la sociedad. La abundancia de figurillas femeninas, en las que resaltan los atributos sexuales, marca la importancia que daban los agricultores a los vínculos entre la fertilidad de la mujer y la de la tierra. La producción se incrementó a la par que las técnicas agrícolas. El excedente permitió que ciertas aldeas tuvieran un crecimiento demográfico y que algunos asentamientos se transformaran en villas.
Una de las características del hombre es su variabilidad, como se aprecia, para el Preclásico en los restos óseos rescatados en las exploraciones. A través de su estudio sabemos que la estatura en promedio era media (alrededor de 1.64 m. hombres y 1.53 m. mujeres) que fueron delgados como de complexión robusta y con diferentes formas de cabeza, predominando los meso cráneos, es decir una proporción armoniosa entre la longitud y la anchura del cráneo.
Esta gran variedad puede indicar que estos grupos tuvieron contacto unos con otros, ya sea dentro del mismo Altiplano, como con otras regiones más alejadas. Las figurillas elaboradas durante este tiempo también muestran diferentes tipos físicos, aunque podrían corresponder a estereotipos locales de aquella época.
Sala Teotihuacana.-
Pasada su etapa aldeana, Teotihuacán comienza a cobrar auge durante los primeros cien años d.C., cuando la población del Valle de México es concentrada en el área que más tarde ocuparía la ciudad. Esta fuerza laboral se empeñó en una explotación intensiva de los variados recursos del medio ambiente y en la erección de las pirámides del Sol y la Luna. Un plan maestro de los gobernantes, que abarcaba no sólo aspectos económicos sino también una temprana orientación y planificación de la ciudad, concebida como modelo del universo y como el sitio donde éste tuvo su origen, fue una de las razones que, entre otras, permitieron que Teotihuacán se convirtiera en la ciudad mas planificada e influyente de Mesoamérica durante el Periodo Clásico.
La pirámide del Sol, la de la Luna y la Ciudadela formaron el grupo de edificios ceremoniales más antiguos de la ciudad de Teotihuacán. La importancia de la pirámide del Sol se manifiesta no sólo en su monumentalidad sino también en su significado. Su orientación con fachada al poniente hace pensar que el monumento estuvo efectivamente dedicado al sol tal como lo indican algunos escritos del siglo XVI.
Esta sala alberga también una reproducción de la Pirámide de la Serpiente Emplumada, construida entre el 150 y el 200 d. C., tres piedras que constituyen El Complejo de la Muerte, provenientes de las excavaciones de la Pirámide del Sol, en 1917. Con una altura de cerca de tres metros se levanta la Chalchiuhtlicue, diosa consorte del dios Tláloc, que fue encontrada a poca distancia de la Pirámide la Luna, entre otros elementos destacados. Numerosos entierros múltiples de individuos sacrificados con indumentaria de guerreros han sido hallados en exploraciones recientes en esta pirámide, comprobándose así la importancia del sacrificio humano y del militarismo en Teotihuacán desde épocas tempranas. El número de los entierros sacrificados y la simetría de la distribución de los entierros indica que el edificio y el ritual de sacrificio estuvieron directamente relacionados con el pensamiento cosmogónico, con el calendario y la astronomía.
La interacción de Teotihuacán con otras culturas contemporáneas está arqueológicamente confirmada tanto por evidencias de dichas culturas en este lugar como por la presencia de rasgos teotihuacanos en sitios mesoamericanos, alejados de la metrópoli, que fueron centros pertenecientes a otras culturas. En el primer caso tenemos los “barrios” oaxaqueño y del Golfo de México que comprueban el establecimiento de grupos étnicos foráneos en la metrópoli.
Arqueológicamente el fin de Teotihuacán, hacia 750 d.C., aparece drásticamente marcado por la presencia de huellas de fuego en múltiples sitios excavados en la ciudad, especialmente en aquellos de importancia para la dirigencia del Estado teotihuacano, como los localizados a lo largo de la calle de lo Muertos. Tal es el caso de los incendios detectados en la Ciudadela y en el del Palacio del Quetzalpapálotl. Independientemente de que el fuego haya sido o no iniciado por fuerzas invasoras, la participación de la población local en la destrucción de Teotihuacán parece indiscutible.
Poco después de su destrucción, la ciudad fue reocupada sucesivamente por grupos de distinta tradición cultural, entre ellos los que usaban cerámica de líneas ondulantes rojo sobre bayo, conocida como cerámica Mazapa. Sirva como ejemplo de esta reocupación la cerámica recuperada sobre el piso de un Conjunto Departamental teotihuacano en asociacipon con una escultura Xipe.
Ni aún como ciudad en ruinas, la fama de Teotihuacán pasó desapercibida para ninguno de los pueblos que arribaron, después de su caída al Altiplano Central mexicano. Así, los restos de sus pirámides y edificios siguieron siendo visitados y venerados inclusive por los mexicas quienes a través de sus leyendas hicieron de Teotihuacán el lugar donde se creó el quinto Sol.
Sala Tolteca.-
A la caída del imperio teotihuacano, que ocurrió en el año 650 d. C., surgieron nuevos centros urbanos en Mesoamérica, como el de Tula, en Hidalgo; Cholula y Cantona, en Puebla; Cacaxtla, en Tlaxcala, y Teotenango, en Toluca, entre otros sitios. En este espacio museográfico, se pueden observar vestigios de esas culturas, como unas Estelas de Quetzalcóatl, ofrendas procedentes de Xochicalco, Morelos, del período 650 al 850 d. C.
En la misma área, destacan las piezas del Juego de Pelota y numerosas objetos, como son vasijas y conchas de jade y pieles que ejemplifican el comercio realizado por los toltecas provenientes del Golfo. Al salir de esta sala, en el pasillo se encuentran nueve magníficos aros en piedra que muestran físicamente, las piezas con que se realizaba El juego de pelota.
Con el nombre de tolteca se conoce a una cultura arqueológica cuyo centro principal fue la ciudad de Tollan-Xicocotitlan, localizada en el actual municipio de Tula de Allende, en el estado de Hidalgo (México).
Era un estado formado que tuvo su origen en diferentes grupos tribales, siendo el principal el trato tolteca-chichimeca. La sociedad era altamente jerarquizada, pero en su cúspide ya no estaban los sacerdotes ni los sabios, como ocurrió en sociedades anteriores, sino los jefes militares organizados en órdenes que llevan el nombre de los linajes principales. Por las representaciones iconográficas en El Gran Vestíbulo y el Palacio Quemado, sabemos que los principales gobernantes ostentaban el título de Tláloc, Mixcoatl, por cierto una deidad otomí, y seguramente el gobernante principal tenía el título Tlatoani.
La economía se basaba en una agricultura de extensos campos de cultivo irrigados por complejos sistemas de canales, donde el maíz el frijol y el amaranto eran el principal cultivo. Al igual que en otros estados mesoamericanos, el comercio jugaba un papel fundamental para la obtención de materias primas y bienes de lugares muy alejados.
Los Toltecas, como la mayoría de los pueblos mesoamericanos pre-hispánicos, adoraban a una gran cantidad de dioses. Entre los mas destacados para esta cultura, y posteriormente para los Mexicas, era Quetzalcóatl, antiguo rey de los Toltecas.
Es indudable que los toltecas aportaron cambios importantes en cuanto a las normas arquitectónicas que existían en Mesoamérica en el siglo
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