Museos
juanes8jvTesis20 de Noviembre de 2013
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la República, además de ocupar altos y significativos cargos públicos que, cambiaron el destino de la patria, como son Las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857.
Defendió con dignidad y firmeza a la Nación de los apetitos intervencionistas de las naciones europeas y tuvo la templanza de derrotar la ambición imperial de la Francia de Napoleón Tercero. Juárez fue un hombre que vivió para servir a la Patria y murió en el cumplimiento de su deber en el Palacio Nacional.
En efecto, Benito Juárez vivía y trabajaba en El Palacio Nacional, razón por la cual, la nación le rinde homenaje a su grandeza y ha dispuesto un museo en el ala Norte, donde se exponen al público, los muebles y objetos personales de gran valor sentimental e histórico, para los mexicanos en general, pero para los oaxaqueños en particular.
El recinto guarda la intimidad de la vida cotidiana de este indígena oaxaqueño en su desempeño en la presidencia. Un sin fin de objetos personales, documentos, fotografías, muebles nos revelan una parte de la personalidad de este hombre que supo enfrentar luminosamente la adversidad del destino, tanto personal como de la nación.
Como la cama en la que murió la noche del 18 de Julio de 1872. La vista a este recinto es muy impresionante. Con el marco de la sobriedad del Palacio Nacional, el museo sobrecoge a un mexicano sensible de los valores más elevados con los que se construyó la nación mexicana.
El museo contiene una "mascara mortuoria". En el Siglo XIX era la costumbre que a las personas ilustres, se les tomaba un registro de su rostro inmediatamente después de su muerte. Es impresionante apreciar la serenidad y el aplomo del rostro de Benito Juárez, quien no solo en vida fue ejemplo de fortaleza y templanza, sino aún en la misma muerte denota la fuerza de su vida.
Entre los objetos personales del héroe oaxaqueño, podemos apreciar su ropa, así como plumas, lentes y su reloj de "mollera", tan usado en aquellas épocas. Todos estos objetos en conjunto, nos acercan más a Juárez como ser humano.
Y tal vez este sea el punto más importante para reflexionar sobre la vida y la obra de Benito Juárez García...su parte humana. En efecto, los héroes "pierden su humanidad en el bronce". La vida de Benito Juárez como estudiante es verdaderamente asombrosa y digna de respeto y elogio. No solo por su excelente desempeño, sino por que en esa época era muy difícil hacer una carrera universitaria, más aún siendo pobre e indígena.
Es importante señalar, que el héroe más grande de la historia del "México Independiente", es decir, de 1821 a 2008, haya sido un indígena. La cultura dominante, que la han ejercido siempre los extranjeros avecindados, los hijos de extranjeros llamados criollos y los mestizos, han despreciado a los indígenas y a sus ricas y variadas culturas originarias.
El indígena zapoteca llegó a ocupar el más alto grado que la masonería confiere y fue uno de los maestros, grado 33, más famosos de aquella época. Todos estos logros en un país racista y clasista son verdaderamente asombrosos y dignos de ejemplo para los mexicanos en general, pero para los oaxaqueños en especial, significa que a pesar del sistema colonial que se vive en Oaxaca en la actualidad, se puede superar todas las adversidades a través de los Valores.
Benito Juárez a través de los Valores como la disciplina y la responsabilidad, la templanza y la austeridad, el desarrollo de la fuerza de voluntad y el poseer decantados ideales, el respeto y la moderación, el sacrificio y el valor, pudo salvar todos los desafíos de su vida; fuera la orfandad, la pobreza, el racismo o la envida. La fuerza interna de Juárez pudo vencer las dificultades para servir a su patria y a su familia.
Y es este, otro de los puntos poco valorados de Juárez...su familia. En efecto, Margarita Masa fue la esposa valiente y solidaria, que acompañó a su marido, no solo en sus luchas políticas y en la defensa de la República asediada por los conservadores y franceses. Sino la madre de sus hijos, la compañera fiel en la peregrinación al Norte del país, para salvaguardar al Gobierno de la República, perdió dos hijos en la penuria de la marcha por el desierto. Juárez fue un buen esposo, un excelente padre y un jefe de familia responsable.
La vida de Benito Juárez es un ejemplo para cada uno de los mexicanos. Tanto en el desarrollo de su difícil vida personal, como la actitud que tomó en los momentos más críticos que la nación vivió en el Siglo XIX. Como hombre, como estudiante, como padre, como indígena, es la estrella más alta en el firmamento. Pero como estadista, es un ejemplo para aquellos que hoy defienden a la Patria de los voraces y depredadores apetitos de los neoconservadores y los capitales extranjeros, que en estos tiempos, nos quieren volver a esclavizar.
MUSEO DEL TEMPLO MAYOR Y RUINAS ARQUEOLOGICAS
Aquí se encuentra todo lo relacionado con la cultura mexica que quedó sepultada bajo los edificios virreinales. La historia comienza desde la peregrinación iniciada por los mexicas en Aztlán hasta su llegada al lago de Texcoco. El museo muestra en sus ocho salas las genealogías y roles de los dioses, al tiempo que se exponen los objetos utilizados en sus ritos y sacrificios. Ofrendas, tributo, piezas de trueque, como máscaras, conchas, joyas de oro y plata, nos hablan del intercambio cultural, movilidad y alcance de los mexicas. Las cosmovisiones vinculadas con los dioses que fueron ahí enterrados —como Coatlicue; Huitzilopochtli, dios de la guerra; Coyolxauhqui diosa de la Luna; Mayahuel, diosa del pulque, o Tláloc, dios de la fertilidad agrícola— conducen a un mundo que promete, gracias a los arqueólogos, ampliarse aún más con recientes descubrimientos, como el de la diosa Tlaltecuhtli (que supera en tamaño al Calendario Azteca), los restos de pintura mural en el Templo Rojo o la procesión de guerreros en la Casa de las Águilas.
Las salas del museo integran a su vez dos secciones: la sección sur dedicada en su mayoría al culto de Huitzilopochtli, dios de la guerra y la sección norte, al de Tláloc, dios del agua.
Sala 1: De Coatlicue al Templo Mayor,
Hallazgos y las investigaciones en el Templo Mayor desde 1790 cuando fue encontrada la Piedra del Sol y la Coatlicue.
Esta sala tiene por temática los trabajos realizados en el centro de la Ciudad de México, en el área que ocupó el Recinto Ceremonial de Tenochtitlan.
Los hallazgos van desde finales de la época colonial hasta los realizados por el Programa de Arqueológía Urbana.
En esta sala, el visitante podrá conocer los artefactos y esculturas encontradas a lo largo de la historia de las exploraciones en el centro de la Ciudad de México. Destacan la cabeza en basalto del dios Xólotl encontrada en Las Escalerillas, el Águila Cuahxicalli localizada en la Casa del Marques del Apartado, los recientes hallazgos realizados en la Catedral Metropolitana, así como tres ejemplos de los principales tipos de ofrendas encontradas en el edificio más importante de los mexicas: el Templo Mayor.
Sala 2: Ritual y sacrificio,
Objetos relacionados con los ritos funerarios, las ceremonias religiosas y el sacrificio humano.
En toda la actividad humana estaba impregnada por un profundo sentimiento religioso, por lo que el ritual formó parte inherente e indisoluble de la vida del hombre que quería comunicarse con sus dioses. Los rituales se celebraban conforme lo dictaba el calendario Tonalámatl y variaban en forma, contenido y duración dependiendo de la divinidad invocada. El ritual el, guardaba la esencia primigenia de morir para nacer; de morir para satisfacer al dios.
El visitante podrá conocer algunos de los objetos que formaron parte de los diversos rituales mexicas, algunos en el contexto de hallazgo, como la Ofrenda 17. Los rituales funerarios están representados con las denominadas ofrendas 10, 14, 34, 37, 39 y 44.
Estos rituales se caracterizan por la presencia de una urna o recipiente que contenía los restos óseos cremados, huesos de fauna, así como artefactos, algunos de los cuales fueron cremados junto con el difunto. Los objetos mexicas más antiguos, localizados en la etapa constructiva II del Templo Mayor, son precisamente dos urnas en cuyo interior había restos de huesos cremados; una de ellas hecha en obsidiana y otra en piedra tecalli: ambas corresponden a un mismo contexto funerario.
Otro de los temas abordados en esta sala es el ritual del autosacrificio, que consistía en perforarse ciertas partes del cuerpo, con navajillas de obsidiana, puntas de maguey o punzones de hueso. Una vez ensangrentados se colocaban en unas bolas de heno llamadas Zacatapayoli, como una ofrenda a los dioses.
También pueden observarse objetos relacionados con rituales como el sacrificio humano, como por ejemplo, los cuchillos-rostro, así como las impactantes máscaras-cráneo. Así mismo, se exhibe un grupo de cráneos de decapitados, los cuales presentan las características perforaciones en el temporal por las que se cruzaba una estaca para colocarlos en el altar Tzompantli. Además, estos cráneos presentan huellas de haber sido desollados, antes de ser exhibidos en dicho altar.
El visitante podrá conocer otros objetos relacionados con las ceremonias rituales, como los braseros, en los que se quemaba el copal, figuras hechas con esta resina, instrumentos
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