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PROCESO MORAL Y POLÍTICO DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO

ssmu13 de Junio de 2013

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Para comprender la independencia política de México respecto a España, es necesario precisar y definir las causas internas y externas que la originaron. El resultado del movimiento independentista, que fue la nueva entidad México como nación, se derivó de un importantísimo esfuerzo que llevaron a cabo los hombres que sostuvieron la lucha libertaria durante el siglo XIX, con los distintos recursos que contaban o pudieron allegarse. La independencia consistió en sí en un proceso moral y político dado dentro de las circunstancias culturales e históricas de su tiempo, de valor local y con trascendencia universal.

La revolución para ganar la independencia de México, dentro de su natural y constante movimiento, nos obliga a ponernos alerta para evitar desbordarnos o enredarnos en otros temas en cierto modo relacionados con el objeto de este estudio. Por tanto, cuidando este aspecto, intentaré señalar con cierta definición el porqué del movimiento de la independencia e, igualmente, los ideales de los próceres y patriotas que intentaron conseguirla.

La lucha por la independencia no dejó de ser en su época una verdadera innovación política, sólo comprensible para las gentes más evolucionadas desde el aspecto cívico; por eso deberá observarse como un fenómeno social que estaba en constante cambio. Es interesante atender al proceso de la lucha armada hasta que pudo ganarse la independencia, para percibir poco a poco el reajuste político de la nueva patria dentro de las crisis de las instituciones y tradiciones hispánicas. Al principio el movimiento libertario hallaba su inmediata justificación, para la mayoría de la gente, en la venganza que se estaba consumando como respuesta a las injusticias de carácter material cometidas por los gachupines, peninsulares y criollos. En estos años se empezó a usar la palabra gachupín con sentido peyorativo; según Alamán, servía para designar a los españoles que querían entregar el trono de España a Napoleón. Las injusticias referidas las sufría el pueblo novohispano considerado éste como el haz de todos los grupos raciales que componían a la nación. Sin embargo, era necesario que surgiera un pretexto fundamental para iniciar en la Nueva España la lucha por la independencia y éste fue, sin duda, la prisión de los reyes de España por Napoleón Bonaparte.

La independencia de la Nueva España fue el resultado de una gran crisis perceptible desde varios ángulos, y siempre estuvo en constante relación con sus antecedentes. Esto obliga a tomar en cuenta su momento y a pensar en las posibilidades que poco a poco se vislumbraron en el horizonte político diariamente renovado, para ganar la nueva patria. Evidencia de esta afirmación es que en 1810 no se contaba en la Colonia con un concepto a priori de México como nación. Por eso es recomendable ver con benevolencia las crisis políticas sufridas en nuestro país después del acto formal de la independencia (Plan de Iguala), ya que la patria mexicana tal como ahora la entendemos fue el resultado de un proceso lento de integración nacional. Este proceso se perfeccionó con motivo de los conflictos internacionales que sufrió nuestro país en el siglo pasado, y fue hasta la época del presidente Benito Juárez cuando ya pudo advertirse y estuvo a prueba la conciencia nacional mexicana. Esta reflexión nos permite entender el porqué del santanismo, la razón de los cambios ideológicos de don Antonio López de Santa Anna y sus distintas y efímeras presidencias, en un ambiente en donde él parecía ser un hombre indispensable. Fue necesario por lo menos el transcurso de treinta y cinco años después de ganada formalmente la independencia, para que quedara en las conciencias de los pobladores de la española Nueva España un nuevo sentido de la modalidad de la entidad política diferente a la que ellos ya pertenecían: a México como nación, con todos los atributos del Estado moderno.

El origen de la modalidad de nuestro ser político habría que buscarlo desde el siglo XVI, porque en este siglo tuvo lugar el encuentro de Occidente con las civilizaciones precolombinas de América. El hecho en nuestro caso dejó como herencia un pueblo y una cultura mestizos, que respectivamente se definieron en la occidental como el mexicano y lo mexicano. Sin embargo, el asunto de la independencia debe abordarse en su aspecto fundamental, especialmente entre los años 1808 a 1821. La razón es que fue en esta época cuando nació la oportunidad histórica para iniciar en la Colonia la lucha violenta para conseguir su libertad política, que pronto se transformó en una verdadera revolución. También así la consideraron los contemporáneos ilustres en los títulos de sus obras: Lucas Alamán,[ 1 ] Carlos María de Bustamante,[ 2 ] Lorenzo de Zavala,[ 3 ] José María Luis Mora,[ 4 ] fray Servando Teresa de Mier[ 5 ] y otros.

Fue hasta la Reforma, cuando ya hubo un sentido de nacionalidad mexicana, y cuando se llamó guerra a la lucha política y social dada entre nosotros a partir de 1810. Al iniciarse la revolución de independencia, la Nueva España ya contaba con elementos propios de vida que le daban derecho a existir por sí sola. Éstos se habían definido especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII . En concreto, fue por la oportunidad histórica dada con motivo de la prisión de los reyes de España que pudieron ponerse en acción los hombres que más tarde supieron materializar sus ideas libertarias en hechos independentistas. Este breve estudio servirá para intentar dar un vistazo sobre el proceso de la emancipación política de la colonia Nueva España, hasta que pudo convertirse con claridad en la nación mexicana.

La invasión francesa

En el año de 1808 el pueblo novohispano a excepción de los criollos, no pensaba en su independencia política respecto a la metrópoli. Por aquellos días el partido independentista americano tuvo una limitadísima representación ante las Cortes españolas. Sin embargo, la posición de aquellos diputados era muy débil, pues sólo era representativo del grupo privilegiado de la Colonia. Ellos actuaron con desventaja porque su procedimiento implicaba orden y evolución para conseguir la anhelada independencia. Por eso para muchos criollos el valor libertario de la representación ante las Cortes resultaba ineficaz. Quizá se hubieran necesitado más representantes para lograr la finalidad deseada; pero en justicia hay que decir que, siendo conscientes los diputados de que no conseguirían sus proyectos, también es cierto que consideraban válido su esfuerzo para ayudar a la causa de la libertad puesto que ante los ojos de los hispanoamericanos se mostraban como ejemplos, en la medida de sus fuerzas, de luchadores por la causa de la independencia. Aquellas Cortes dejaron en herencia la liberal Constitución de Cádiz de 1812, que de un solo golpe terminó con la vigencia de la legislación indiana. La Carta sólo sirvió para alargar la lucha por la independencia, pero también deberá contemplarse como la respuesta hispánica al plan de Napoleón, que quiso organizar el imperio español con base en la Constitución de Bayona.

A principios del siglo XIX el sentimiento común de los habitantes de la Nueva España, en lo que concierne a la actitud de España respecto a América, era que la monarquía ejercía una opresión y un mal gobierno insufribles. Por eso, dichas deficiencias administrativas fueron las banderas de Miguel Hidalgo y Costilla, de Ignacio López Rayón, de José María Morelos y de los otros dirigentes de la revolución de independencia.

Se debe a los criollos el primer intento de dar un rostro a la modalidad del nuevo ser México, precisamente con los elementos morales y materiales que estuvieron acumulando durante la Colonia. No obstante, al fin tuvieron que dejar participar al pueblo novohispano para conseguir la independencia. Los criollos estaban seguros, por su cultura y celo propios, de poder rivalizar con España. En efecto, tenían conciencia de su propia personalidad, de las tradiciones locales que ayudaron a forjar, y casi hasta una idea política de tipo independentista con posibilidades de definición. Más tarde esta primitiva idea de independencia criolla, se transformó en el verdadero principio de la independencia política de México como nación.

Las fuerzas e intereses de los grupos contendientes de nuestra revolución de independencia por sí mismos explican los esfuerzos desplegados por los dirigentes criollos; tuvieron que dejar participar en su lucha, en mayor o menor grado, o casi en ninguno, al resto del pueblo novohispano formado en buena parte por las castas de origen africano. Mientras esto ocurría, se iba dando en la Colonia un proceso moral y político que al fin se convirtió en la conciencia nacional del mexicano y de lo mexicano, oponibles al español y lo español. Fue entonces cuando se impuso la necesidad de rescatar varios de los elementos integradores del mundo indígena, como algo de valor completamente diferente a lo peninsular, para reforzar al nuevo ser político y darle vida independiente al México que empezaba a nacer. Los criollos, juntaron varios elementos de la civilización indígena con las formas culturales que ellos habían forjado, y de este modo intentaron trazar la existencia de México independiente, que empezaba a definirse por su propio valor moral, político y material.

Es evidente que para dar estos pasos fue necesario un medio circunstancial adecuado. Por eso el criollo, con su experiencia, consideró la crisis de la prisión de los reyes como el momento oportuno para sus trabajos; fue muy notable la repercusión que tuvo el hecho en la colectividad colonial. De la misma manera, la invasión napoleónica de España legitimaba los primeros intentos libertarios de Hispanoamérica.

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