ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Problematica Nacional

naomiotarola1667 de Noviembre de 2014

5.976 Palabras (24 Páginas)315 Visitas

Página 1 de 24

Contentment:

La riqueza y el lujo según Woody Allen en Blue Jasmine (2013) y Alice (1990)

Introducción

Pese a que se puede escoger hacer un análisis bajo el presupuesto opuesto, es ingenuo tratar una obra de arte, o, como término más general, un producto cultural, como una unidad aislada, única y contenida en sí misma. Habiendo un creador, y estando este inmerso en un tiempo y un espacio, es de esperarse que el producto final también corresponda a esas circunstancias, lo que no implica que las refleje; puede también, por ejemplo, buscar contrarrestarlas o transformarlas.

El análisis de los discursos que legitiman los productos culturales es, evidentemente, una tarea pertinente, pero lo es todavía más en el caso del cine y el resto de medios audiovisuales, pues su alcance es mucho mayor al de otros soportes, ya que las propias características específicas del medio, como la rapidez a la hora del consumo de la obra, lo permiten.

Esta elaboración discursiva no es casual, ni aleatoria. Más bien, muy por el contrario, es elaborada cuidadosamente, aun cuando el autor o los autores puedan ignorarlo, a través de diversos valores, muchos de los cuales inciden en lo estético. Determinada iluminación o efectos de montaje, por ejemplo, en momentos particulares del desarrollo de la película ofrecen una lectura que sería distinta si se cambiase cualquiera de estas características constituyentes.

Woody Allen, cineasta aclamado, ha tocado a lo largo de muchas décadas numerosos temas, entre los que se encuentran la autocomplacencia, el amor, el arrepentimiento, la redención, el sexo y el dinero. Este último es tocado tanto directamente como de trasfondo, cuando algunos personajes suyos se permiten a sí mismos sentir de determinados modos porque su holgado estilo de vida así lo hace posible.

Esta particularidad me ha hecho interesarme en la visión que tiene este director de la opulencia, por lo que el análisis de esa clase de caracterización me parece oportuno. Busco averiguar en qué valores estéticos se fundamenta la representación que hace Allen de la riqueza y el lujo, así como cómo son estos valores.

Debido a su enorme filmografía, no me es posible analizar todas las películas que ha hecho que puedan tocar esa temática, por lo que he escogido dos como muestra. Estas son Blue Jasmine, del 2013, y Alice, de 1990, ambas con protagonistas femeninas y, en tanto ambas tocan el tema que ocupa a este ensayo, elegidas por preferencia personal.

A partir de estas dos obras es que parámetro mi análisis. Cuando hable de lo que logra Allen y de lo que no, de las herramientas que usa y de las que deja de lado, me referiré únicamente a estas dos películas. Asimismo, las conclusiones que establezca estarán en relación únicamente a lo visionado. Queda claro que una nueva y mucho más completa revisión al retrato que Allen hace de la holgura y la abundancia no es solo una tarea pendiente, sino también una invitación.

Alice y Jasmine

Como objetos pertenecientes a un tiempo y a un espacio, tanto Alice como Blue Jasmine constituyen productos culturales; la pregunta de qué es lo que los hace ser también obras de arte, sin embargo, remite más a su medio –el soporte cinematográfico, es decir, el cine– que a alguna inherencia con la que pudiesen contar las obras.

Sin pretender entrar en mayores discusiones respecto a la naturaleza del arte o de las obras de arte, me parece pertinente la clasificación de ambas películas como merecedoras de una apreciación con una actitud estética, sin caer tampoco en el facilismo de definir o buscar precisión y parámetros para lo que implica tal cosa, remitiéndome únicamente a aproximar el concepto de actitud estética con el de la contemplación, dentro de la libertad que esta pueda implicar para cada individuo, lejos de estructuraciones premodernas y prederridianas de cómo debe ser la apreciación y, por ende, el otorgamiento del significado de algo que en primer lugar no puede ser definido inmanentemente como “estético”.

Lo que las haría dignas de tal apreciación, de todos modos, serían la posesión de una intención y una intencionalidad, también expresadas en un mensaje y un discurso. Esta estructuración a nivel narrativo e ideológico revela a ambos objetos como contenedores de un punto de vista que, como se explica en La pantalla detrás del mundo (Ubilluz, 2012), no altera o regurgita sin más en la realidad, sino que se convierte en el sostén de sus imaginarios sociales. En este punto, ahondaré más adelante.

De esta manera, considero que la estética no se puede limitar a la descripción de un objeto fenoménico o a la mera recapitulación de componentes subjetivos de apreciación ante cualquier producto, sino que debe aprovecharse su potencial semántico para producir lecturas discursivas que produzcan conocimiento.

Alice fue estrenada en 1990, protagonizada por Mia Farrow y con Joe Mantegna como co-protagonista. Alice es la esposa de Doug, un millonario hombre de negocios, que pasa sus días comprando, recibiendo masajes y encargándose de la agenda social de la pareja, mientras que su niñera cría a sus dos hijos.

Aquejada por unos dolores de espalda, Alice termina visitando a un excéntrico doctor chino, el Dr. Yang, quien afirma que su problema no es físico, sino mental, por lo que la hipnotiza. Durante el trance, Alice revela la vacuidad que predomina en su vida, con un esposo con quien no tiene ninguna cercanía, con unos hijos que no cría y sintiéndose atraída hacia un hombre únicamente porque conocía y se fijó en un libro que ella leía.

Ayudada por el Dr. Yang, Alice emprende una búsqueda por sentirse cómoda y satisfecha tanto consigo misma como con el resto de aspectos que conforman su vida. Durante este trayecto, tiene un amorío con músico, deja en claro su pasado con una ex pareja suya, fallecida, recupera y desarrolla una verdadera relación con su hermana y descubre que su marido la engaña, para ser finalmente abandonada también por su amante.

Al final de la película, por su cuenta, después de que el Dr. Yang se fuera al Tíbet, Alice decide tomar las riendas de su vida, tras una temporada ayudando a Teresa de Calcula en India, por lo que se deshace de toda superficialidad y decide criar y ocuparse ella misma de sus dos hijos, así como hacer voluntariado en su tiempo libre.

Blue Jasmine, por su parte, fue estrenada el año pasado, protagonizada por Cate Blanchett y contando, además, con Sally Hawkins, Alec Baldwin y Peter Sarsgaard en el elenco. Jasmine es una mujer empezando una nueva vida en San Francisco, tras haberse visto forzada a abandonar una vida colmada de lujos en New York.

Durante toda la película, se intercalan escenas de la fastuosa vida que mantenía Jasmine con su ex-esposo Hal con viñetas del nuevo estilo de vida que ahora se ve obligada a llevar. Conforme avanza la narración, nos vamos enterando de numerosos detalles que matizan y le otorgan mayor dramatismo a las circunstancias actuales de Jasmine –cuyo verdadero nombre es Jeanette– y su hermana Ginger, quien la acoge.

Por ejemplo, prometiéndoles buenas inversiones a Ginger y a su pareja de en ese entonces, Augie, Hal había terminado estafándolos. Ginger, además, había descubierto que él engañaba a su hermana, pero se quedó callada. Irónicamente, sería el enamoramiento de Hal por una joven au pair –una de sus numerosas amantes a lo largo de los años– lo que lo haría decidir abandonar a Jasmine. Ante esta posibilidad, ella lo denuncia anónimamente ante el FBI, lo que acaba con su vida opulenta y hace que encierren a Hal en la cárcel, donde terminaría por suicidarse.

Pese a diversos intentos por parte de Jasmine de sobreponerse a su nueva coyuntura, y tras un intenso, pero corto romance con Dwight, un acomodado aspirante a congresista, finalizado instantáneamente una vez que este descubriera sus secretos, Jasmine termina al igual que al principio: vacía, profundamente infeliz y con alteraciones nerviosas que la hacen hablar sola, completamente absorta en su pasado.

Las categorizaciones en las que pueden caber los elementos aislados de ambas películas y las interrelaciones entre estos, en tanto estos mantengan cierta relación con la representación hecha de la riqueza, pueden ser descritas de acuerdo a las hegemonías estéticas que encuentra y ejemplifica Umberto Eco en Historia de la belleza (2004) e Historia de la fealdad (2007) respecto a ambas apreciaciones: la belleza y la fealdad. Este listado, obviamente, no es concluyente ni limitante y representa únicamente algunos de los temas que pueden encasillarse bajo lo “bello” y lo “feo” de acuerdo a circunstancias que hacen que se entiendan como tal.

Proporción

Alice Los trajes de Alice por lo general poseen colores simétricos, correspondientes o se muestran uniformes y, de la misma manera, su vida está marcada por una esquematización monótona de la que ella empieza a librarse en su búsqueda por la satisfacción personal. La proporción es un rasgo accesorio de lo indeseable (las grandes tiendas de ropa, los trajes que prácticamente esconden el cuerpo y la personalidad de Alice), pues lo que a Alice la haría feliz –su autonomía y criar a sus hijos- no es expresado bajo simetrías o proporciones visuales.

Blue Jasmine Por otro lado, la proporción pasa a ser abundante y a representar lo deseable y la riqueza en la vida de Jasmine. Apenas se muda a San Francisco, los espacios se reducen, empieza a encorvarse y se muestra desorientada, en absoluto contraste con los techos altos y las salas grandes a las que estaba acostumbrada.

Música

Alice El jazz ameno y suave le da un aire de comedia

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (37 Kb)
Leer 23 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com