REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO EXTENSIÓN ACADÉMICA BOCONÓ. GEOGRAFÍA DE VENEZUELA CÓDIGO: EGHI003
carlos14097021 de Noviembre de 2014
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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
ALTERACIONES DEL DESARROLLO
Tutor:
Prof. Carlos Briceño . Participantes:
BOCONÓ, OCTUBRE 2012
INTRODUCCIÓN
Los denominados problemas de conducta se están convirtiendo en una fuente de preocupación para las familias, la escuela y la sociedad en general. Aparecen cuando los niños o adolescentes tienen que cumplir ciertas normas y someterse a un cierto grado de disciplina que les suponga no conseguir una satisfacción inmediata.
Algunas conductas de oposición son, en determinados momentos, importantes para el desarrollo y la formación de la propia identidad y la adquisición de habilidades de autocontrol y desarrollo personal. Sin embargo, hay niños y niñas en los que la frecuencia y la intensidad de sus emociones están claramente por encima de lo que podría considerarse normal para su edad o grupo de referencia.
Por tal razón, la mayor parte de los problemas de conducta que muestran los niños pueden explicarse como un desajuste dentro de su contexto familiar, escolar o social, pero si éste permanece en el tiempo, los niños que lo presentan pueden ser señalados como problemáticos con la consiguiente etiqueta que, además, suele ir acompañada de otros problemas que dificultarán las posibilidades de adaptación y normalización de su desarrollo.
De allí, que el objetivo primordial que persigue la modificación de la conducta responde a un modelo psicológico de raíz conductista, orientado a la intervención psicoterapéutica, psicopedagógica y psicosocial que, utilizando numerosas técnicas y procedimientos, está al servicio de un manejo activo del ambiente en orden a implantar, mantener, fortalecer, reducir o extinguir conductas, según se proceda.
Por otra parte, la gravedad o intensidad de los problemas de conducta es amplia y va desde problemas cotidianos más o menos intensos o incómodos hasta los desórdenes del comportamiento recogidos en las clasificaciones internacionales. Gran parte de estos problemas se presenta desde la infancia y en muchos de ellos puede observarse la progresión de su gravedad. Por tanto, las pautas educativas y los momentos de intervención son un elemento importante en la prevención o desarrollo de dichos problemas. Este informe está elaborado para abordar estos problemas.
LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO PERTURBADOR
Los trastornos del comportamiento perturbador (trastornos de la conducta) en la infancia y en la adolescencia engloban un conjunto de conductas que implican oposición a las normas sociales y a los avisos de las figuras de autoridad, cuya consecuencia más destacada es el fastidio o la perturbación, más o menos crónica, de la convivencia con otras personas: compañeros, padres, profesores y personas desconocidas (Fernández y Olmedo, 1999). Es decir, son aquellos problemas que tienen algunos niños o niñas cuando tienen dificultades para cumplir las normas que la mayoría de los ellos acepta.
En la definición de estos trastornos influyen una serie de factores propios de la psicopatología infantil que complican la caracterización de los problemas, su curso y su resultado final. Entre estos factores figura; la edad del niño, su nivel de desarrollo cognitivo, su ambiente familiar y otros aspectos socioculturales.
De acuerdo a la edad, las conductas valoradas como síntomas de un trastorno en una determinada edad pueden ser evaluadas como normales en otra. De la misma manera, conductas potencialmente problemáticas suelen presentarse en distinto grado a lo largo del tiempo y su manifestación varía en función de la edad. La edad y el nivel de desarrollo cognitivo influyen en la forma en la que un determinado comportamiento es percibido e interpretado por los adultos. Por ejemplo, es poco probable que las conductas agresivas de niños de dos o tres años sean percibidas por sus padres de manera problemática (Díaz et al., 2006).
En cuanto al nivel de desarrollo cognitivo, se incluyen algunos de los modelos psicológicos explicativos de estas conductas y se finaliza con la exposición del modelo denominado “perspectiva conductual de sistemas”, que los autores han considerado más adecuado y que guía la intervención psicopedagógica en el centro educativo a lo que suele suceder cuando los niños son mayores (Fernández y Olmedo, 1999).
Otro de los factores que influye en la valoración de la existencia de un trastorno de conducta en los hijos es la familia. Una buena parte de los niños que acuden a una consulta especializada lo hacen porque sus padres, un profesor o un médico han mostrado algún tipo de preocupación por ellos (Moreno, 2005). En la mayoría de los casos, el niño no suele tener conciencia del problema ni experimentar problema alguno. El grado de tolerancia de los padres hacia este tipo de conductas es muy variable: algunos padres son capaces de justificar una serie de comportamientos destructivos, agresivos e inadecuados como algo propio de los niños, mientras que otros son incapaces de aceptar la más mínima pataleta o un simple desafío de un niño pequeño y solicitan ayuda profesional inmediatamente. Por tanto, la tolerancia de los padres, su estilo educativo y sus habilidades para hacer frente a estas situaciones desempeñan un papel relevante en la propia definición de los problemas infantiles.
Clasificación:
Con respecto a su clasificación, es una tarea que no resulta fácil y no hay una única clasificación de los trastornos de comportamiento. La presencia de un gran número hace muy difícil establecer esta clasificación. Siguiendo el Manual DSM–IV se denominan trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador, y son:
1. Trastorno negativista desafiantes
2. Trastorno disocial
3. Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad.
Por otra parte, López (2005) ofrece una clasificación de los problemas que pueden aparecer en el aula:
Problemas emocionales con ansiedad, angustia, tristeza, llanto, timidez excesiva, dificultad para relacionarse, desinterés académico, cambios bruscos en el rendimiento escolar e inadecuada relación con los compañeros y profesores.
Estas dificultades emocionales pueden manifestarse a través de síntomas como tics, enuresis diurna ó nocturna, encopresis, etc.
Otros síntomas pueden ocasionar los problemas de conducta, como fobia escolar, rechazo al profesorado y a los compañeros, resistencia a ir a la escuela, agresividad, robo, vandalismo, mentira ó agresión verbal y física.
Epidemiologia:
La prevalencia de los trastornos de comportamiento en edades comprendidas entre 5 y 10 años está entre un 5% en niños y un 2% en niñas. En la etapa adolescente, la prevalencia oscila entre 1,5% y un 3,5% siendo mayor en zonas urbanas y en clases sociales bajas, aunque en los últimos años está apareciendo un grupo creciente de niños y adolescentes con este trastorno en clase media alta. Estas cifras han aumentado en las últimas décadas, debido a cambios en nuestra sociedad y a la falta de recursos especializados para la intervención de este colectivo.
Etología:
Conocer la etiología de los trastornos de comportamiento no es fácil. En primer lugar se puede señalar dos tipos de factores que pueden determinar la existencia de algún trastorno de comportamiento: factores de riesgo y protectores. Estos se dan a lo largo del desarrollo del niño ó niña.
Factores de riesgo: maltrato infantil, maltrato entre padres, abandono del padre ó la madre, entorno de amigos, nivel social, uso inadecuado de los medios de comunicación, temperamento difícil ó malas relaciones con los miembros de la familia, la escuela ó el entorno social.
Factores protectores: buena educación, ambiente familiar tranquilo y de respeto, confianza, establecimiento de vínculos de apego, grupo de iguales, control del uso de los medios de comunicación, carácter y personalidad del niño.
Por otra parte, habría que señalar factores de tipo genético, ambiental, factores pre-natales, y perinatales y factores neurobiológicos.
Factores genéticos: diferentes estudios recogen que acerca del 70% de los niños diagnosticados con TDAH tienen algún antecedente de primer o segundo grado. También en niños víctimas de maltrato conlleva a una actividad reducida de la MAO (monoamino-oxidasas plaquetarias), lo que favorecería la aparición de algún trastorno de conducta.
Factores ambientales: el contexto familiar puede actuar de forma beneficiosa o no. La salud mental de los padres, la relación con el hijo ó hija, los vínculos de apego que se establezcan o la presencia de maltrato pueden desencadenar algún trastorno de conducta. Los medios de comunicación y una falta de control de los padres del uso de los mismos puede llevar a los niños a un uso no adecuado con el visionado de programas de alto contenido violento, lo que perjudicaría su comportamiento. También el grupo de amigos, mas importante cuanto más nos acercamos a la adolescencia, puede influir de manera negativa en la aparición de algún trastorno.
Factores pre-natales y peri-natales: este tipo de complicaciones puede favorecer la vulnerabilidad
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