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RESUMEN DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA MARIALIS CULTUS DE SU SANTIDAD PABLO VI

carlisokisEnsayo26 de Septiembre de 2019

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TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE FORMACIÓN CRISTIANA

TEMA: RESUMEN DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA MARIALIS CULTUS DE SU SANTIDAD PABLO VI.

Marialis Cultus se trata de una exhortación apostólica en la que Pablo VI reflexiona, a la luz del Concilio Ecuménico Vaticano II, el culto bimilenario a la santísima Virgen María. El interés del documento pontificio es incrementar el culto mariano en el marco de la renovación litúrgica promovida por la Sacrosantum Concilium, una renovación que tiene a Cristo como punto de referencia. El documento nos presenta a María como Madre de Cristo y Madre de la Iglesia.

La Marialis Cultus de Pablo VI centra lo que debe ser el culto mariano. Afirma que esta devoción es legítima, pero que debe estar inserta en el cauce del único culto que justa y merecidamente se llama cristiano.

Este culto cristiano nos lleva al Padre, y dentro de este culto se inserta el culto a María, que las teologías católicas y ortodoxas llaman justamente culto pero que los protestantes no le dan este nombre por temor a caer en idolatría.

La devoción es la entrega confiada de la propia persona en manos de Dios; en el caso de María y de los santos, la devoción, es decir, la entrega de la persona en manos de María, apunta en el fondo hacia Dios, quien es el objeto final de toda devoción. La actitud religiosa del ser humano tiene su sentido en Dios, y la fe se manifiesta por medio de esta devoción, que puede tener diversas expresiones y manifestaciones y que se expresa en forma concreta corporal, por medio de la oración, posturas de rodillas, juntar las manos; además prender una vela, hace reverencias, quemar incienso, etc. Dentro del culto cristiano hay una serie de prácticas y ritos que se realizan pero que implican la devoción de las personas que lo realizan. Se pueden dar sin participación interior pero quedan solamente como un acto formal. La devoción y culto a María y a los santos entran dentro del culto a Dios; no son independientes. Dentro de la liturgia tenemos especial mención a María y a los otros santos, pero queda siempre culto al padre.

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El Concilio Vaticano II, en el capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium, sobre la Iglesia en el mundo, se viene a referir a la Sma. Virgen y su vinculación al misterio de la Iglesia. “María -afirma el Concilio unida a la estirpe de Adán con todos los hombres que necesitan de salvación... es verdadera madre de los miembros de Cristo por haber correspondido con amor a que nacieran en la Iglesia los fieles que son miembros de aquella cabeza”. Cristo, pues, es la cabeza de la Iglesia y María es madre del Cristo total: de Cristo Cabeza y de nosotros, miembros de su cuerpo místico.

Pablo VI, como primer hijo de la Iglesia, quiso ser fiel al mandato del Concilio, y en pleno año jubilar de 1975, publicó la Exhortación Apostólica a todos los fieles sobre el culto mariano. El culto cristiano, afirma el Papa, tiene su origen y eficacia en Cristo Redentor, y por él conduce al Padre y al Espíritu. Y “en este plan redentor de Dios, corresponde un culto singular, al puesto también singular que María ocupa en él”, esto es, en el misterio de Cristo Redentor.

El Papa resalta la dimensión trinitaria de la Santísima Virgen. “Ante todo- afirma Pablo VI- es sumamente conveniente contemplar a María como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo.

Hija del Padre. “Dios Padre -dice Pablo VI- la eligió desde toda la eternidad para ser la Madre toda santa y la adornó con dones del Espíritu Santo, que no fueron concedidos a ningún otro”. Por esta elección de Dios, María es la Hija predilecta entre todas las criaturas, la que mejor respondió a los designios salvíficos del Padre. Reconociendo con María que “el Señor hizo en mí maravillas”, tributamos culto reverencial a Dios-Padre.

Madre del Hijo. María concibió en su seno al Hijo del Eterno Padre, quien -como afirma Pío IX- preestableció “con un único y mismo decreto el origen de María y la encarnación de la Divina Sabiduría. Por eso el culto a María redunda en culto al Hijo de Dios”.

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