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Resumen Dinastías IV-VI


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2014  •  2.507 Palabras (11 Páginas)  •  223 Visitas

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Rey y dios: Dinastías IV-VI (hacia 2700-2200 a.C.).

En este periodo, el absolutismo es más centralizado en la persona del rey y se observa la construcción de un sistema nacional.

Las pirámides de la Dinastía IV aseguraban la vida eterna a los seres mortales enterrados en ellas, y el gasto de trabajo y materiales reiteraba que el servicio al rey era la tarea principal del Estado. Las pirámides tuvieron en esta época un momento de perfección, reclamado por los estímulos de que el rey era un dios y merecía que se le dedicasen todas las energías, y además el atractivo de una nueva experiencia artística y técnica. La decadencia empezó a finales de la Dinastía IV, iniciándose la descentralización, y perdiéndose la aplicación del poder a un proyecto único.

La muestra más clara de la centralización del Estado en la figura del faraón es que el Estado era el faraón y sus decisiones, aunque debía encomendar sus funciones porque era imposible que abarcase todo el país.

Pese al absolutismo, el orden de las cosas no era tan rígido y estático como se podría suponer. La sociedad egipcia era tolerante, aceptaba cambios y era flexible en la admisión de modificaciones, aunque ciertos aspectos de carácter general eran inquebrantables, y cuando fueron desestabilizados, el sistema se vino abajo.

El Estado egipcio era una unión de lo sagrado y lo civil, y la religión ocupaba todos los aspectos de la vida de los egipcios. En ella se basaba su dogma fundamental de la resurrección en una vida futura, su seguridad nacional en ser gobernados por un dios.

El Antiguo Egipto tenía una economía local, en zonas reducidas, no autorizada directamente por el rey, y un mayor movimiento de artículos, controlado por el portasellos real. El comercio extranjero era un monopolio real, se explotaban minas en territorio exterior, y había expediciones a otros países con fines no imperialistas; vigilando sólo que las vías de comercio hacia Egipto estuviesen a pleno rendimiento.

El rey delegaba sus obligaciones en funcionarios, que en un principio mostraban la más firme lealtad a su faraón. Pero al hacerse más poderoso el estado, necesitaba más servidores, merecedores de confianza. La lejanía de la capital y, por tanto, del faraón, confería a los funcionarios un amplio margen de iniciativa individual.

La descentralización fue debida al aumento de la autoridad independiente de los nobles y funcionarios, al debilitamiento de la realeza a través de la colaboración sacerdotal con el trono y a la relajación del esfuerzo real.

Al final de la Dinastía VI se derrumbó el Reino Antiguo; algunas causas fueron la construcción de grandes obras para cada nuevo rey, el creciente espíritu de autosuficiencia o la compra de la lealtad de las autoridades provinciales lejanas.

También falló el comercio extranjero, pues las tierras donde operaba Egipto fueron atacadas y fue necesario restablecer el orden.

El rey como buen pastor: Dinastías XI-XII (hacia 2050-1800 a.C.).

Egipto fue unificado mediante luchas, con Tebas a la cabeza de esta unificación, y el dogma del rey-dios regresó con el apoyo de los gobernantes provinciales, reforzándose el poder del trono con un gran deseo de restaurar las condiciones del Reino Antiguo.

Se iniciaron grandes construcciones y expediciones para reabrir antiguas rutas, asegurándose las comunicaciones y el comercio interno.

La Dinastía XII dio prioridad al dios Amón, que podría extender su dominio de forma universal, llegando a sustituir a los dioses anteriores, y se cambió su nombre por el de Amón-Re para darle mayor credibilidad.

La figura del faraón cambió, siendo éste un hombre falible, con signos de su mortalidad, con sentimientos y preocupaciones. Ahora, el faraón es un pastor vigilante responsable de su pueblo, constantemente alerta, y con la carga que ello conlleva. Promovían grandes obras de irrigación para aumentar la fertilidad de la tierra, y el bienestar del pueblo. La capital fue trasladada El-Fayum.

Fue una época de importante imperialismo comercial y cultural, en que destacó el predominio en el Mediterráneo. Tenía un gran número comerciantes en Asia que aseguraban el flujo constante de mercancías a Egipto. Hacía el sur, la política era más agresiva y dominadora, con un claro desprecio por los pueblos extranjeros a quienes consideran inferiores y, aun así, Egipto mantenía intereses mucho más allá de sus fronteras, y quería recuperar el orden y la unidad del Reino Antiguo.

Disminuyó el espíritu de independencia, y de nuevo se buscó el favor real. El faraón volvió a mostrarse fuerte y absolutista, quedando olvidados los valores de igualdad del Primer Período Intermedio. El Reino Medio trajo la paz, la prosperidad y el dominio universal a la cultura egipcia, que sobrevivió a su primera enfermedad grave sin grandes modificaciones. Su espíritu interior continuaba siendo la seguridad y confianza que les daba su rey-dios, y existen descripciones realistas y vivaces tanto en la literatura como en el relieve.

Este periodo devolvió a Egipto la creencia de ser el pueblo elegido, y les dotó de una seguridad que en ciertas ocasiones les hizo descuidar la rigidez en varios aspectos.

Fronteras lejanas: Comienzos de la Dinastía XVIII (hacia 1550-1375 a.C.).

Con la Dinastía XVIII Egipto deja de vivir aislado entorno al Valle del Nilo, quiere ampliar sus fronteras y mostrar su superioridad. No solo se hacían incursiones, sino que se destruían ciudades en un alarde de poder. El ansia de venganza llevó a los egipcios a descargar su ira contra los pueblos asiáticos, en una persecución a los Hicsos que duró más de un siglo.

Antes de lanzarse a la conquista restablecieron el gobierno y cobraron importancia las consultas al oráculo. Tras la invasión de los Hicsos, se buscaba más el apoyo de los dioses, y estos gobernaban Egipto mediante el faraón, produciéndose de nuevo una unificación de lo civil y lo sagrado.

Existió un elitismo de los funcionarios, en que ciertos cargos se reducían a ciertas familias, ocupando una misma persona más de un cargo. De este modo, la delegación de sus funciones permitía al faraón ocuparse de los asuntos del Imperio.

Existe rivalidad entre Tut-mosis III y Hat-shepsut. Ella defendía la cultura superior y aislada, y él la obligación de conquistar y dominar para afirmar la superioridad de

Egipto. Hat-shepsut se centró en la política interior, y hacia el exterior siguió el modelo antiguo pacífico y tolerante, basado en el comercio. Tut-mosis centró

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