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Roma: Cambios Religiosos, Transformaciones Institucionales


Enviado por   •  13 de Julio de 2011  •  1.896 Palabras (8 Páginas)  •  1.622 Visitas

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Roma: cambios religiosos, transformaciones institucionales.

Las generaciones antiguas, con chamanes, filósofos y grandes sacerdotes consideraban al hombre como un viajero entre distintos mundos, el de los vivos y los muertos; incluso antes de estos representantes de lo místico ya el hombre creía que su esencia era mucho más que carne, que era un individuo trascendental que poseía distintas vidas, en las cuales era fundamental hacer ciertos ciclos. Uno de los ejemplos más antiguos es la cultura de los egipcios; este pueblo creía firmemente que, después de morir, el alma del hombre viviría feliz sólo si se daba un tratamiento especial al cadáver.

También se tenía certeza, que durante esta metamorfosis el cuerpo jamás era abandonado por el alma que lo albergaba en otros tiempos, entonces se creía que el alma cohabitaba con el cuerpo en una especie de inframundo en donde los vivos le deseaban una feliz permanencia, con una serie de ritos y pompas, acompañando también el cuerpo con objetos que se profesaban de utilidad para él.

Con todos éstos credos los romanos consideraban a sus muertos como una especie de divinidad, sus tumbas eran altares de adoración, por tanto el lugar donde estaban sus muertos, o sea sus casas, tenía un gran significado. Los dioses que allí se encontraban solo protegían a los que antes eran familia entre vivos y la familia que allí habitaba, solo ellos podían honrarlos, por tanto para ellos toda la propiedad que contenía sus dioses les pertenecía, haciéndolos propietarios casi que perpetuos de ese lugar, entonces era preciso, demarcar, delimitar muy bien sus propiedades para no violentar el recinto sagrado. Es así como se encontraron religiosamente atados a sus tierras debido a que era fundamental satisfacer todas esas necesidades de sus dioses particulares, en ese lugar trascendental que era la casa; un cuidado obligatorio, ya que si a estos no se les hacían las debidas ceremonias, las almas permanecerían errantes y su religión familiar corría el riesgo de acabarse.

De esta forma, para con el hogar se debía tener un cierto respeto y reverenciarlo cada vez que se entraba o se salía, sobretodo había que tener cuidado en la preservación de un fuego sagrado al interior de la casa, que simbolizaba el alma de los dioses siempre atentos.

Este tipo de culto o religión sirvió para que esta institución familiar se constituyera formalmente debido a la privacidad de sus ritos, la individualización de cada familia en la adoración de sus propios muertos de sangre y porque ningún ente exterior debía perturbar estas costumbres. Era de tal importancia, que este tipo de culto se adquiría por herencia, los llamados entonces a dar continuidad eran los varones, que tenían la obligación de preservar sus antiguas costumbres religiosas. Considerándolo entonces, como unos lazos familiares unidos por la ley de sus dioses.

Teniendo en cuenta lo mencionado, podríamos decir que el matrimonio se veía afectado directamente por estas costumbres, donde los ritos y las solemnidades ante los muertos marcan pautas para la consumación de éste, como ya lo había señalado anteriormente, solo son los varones eran los encargados de continuar el credo familiar, la mujer que contraiga justas nupcias se le despojaba de sus ritos religiosos ya que debe aceptar los dioses de su marido; ellos lo consideraban como un renacer para la esposa. El matrimonio tenía una función bastante útil pero egoísta, en los tiempos de hoy se siguen dando este tipo de negocios, pero se ven involucrados muchos más intereses, pero sorprendentemente para los romanos era buscar hijos varones que pudieran sostener más adelante los ritos de la familia, haciendo claridad en esto, específicamente en las creencias de su padre; este negocio se veía afectado por el pequeño inconveniente de la infertilidad, cuando se trataba de la figura masculina, se tenían soluciones prácticas: se facultaba a un hermano o familiar para que practicara las artes amatorias que fueran necesarias y así poder realizar el milagro de la reproducción. Si la infertilidad la poseía la figura femenina, también había una solución útil: el posible divorcio ante la imposibilidad de conseguir la permanencia de las costumbres religiosas; en cuanto a esto, es claro entonces que si la familia se extingue, también se da la ruina o la terminación de la religión que esta profesaba. Para evitar entonces esta devastadora opción, había un último recurso que era la adopción, pero solo para aquel que no tenía ningún tipo de descendencia, teniendo en cuanta que debía ser un varón, el cual era inmediatamente iniciado en los actos religiosos y previamente haber abandonado los que tenía anteriormente, garantizando entonces la continuidad de los ritos familiares; actividad menos emocionante que el matrimonio, pero rentable, a la hora de cumplir su función.

Para continuar salvaguardando todo lo religiosamente adquirido, el hijo varón heredaba el lugar y los bienes que eran herramientas fundamentales para el sostenimiento de la familia que continuaba teniendo sus creencias y rituales. El heredero primogénito quedaba muy por encima de los demás, pues este obtenía todo el poder de mando que sostenía su difunto padre, encaminándolo así, a presidir los ritos, dar y hacer respetar las normas, conservar el patrimonio familiar que era indivisible, donde él es considerado el único titular y administrador, que lo facultaba también para ser representante legal de todos los suyos. En cuanto a las mujeres y el Derecho de herencia, se debían realizar ciertos artificios legales que le daban algo de los bienes del padre, pero no su religión, pues ella en cualquier momento podía perderla, el truco consistía en adoptar un varón y casar a la única descendiente con este nuevo integrante. Al no poderse hacer este cometido, se buscaba un varón en todo el árbol genealógico pasando por hermanos, sobrinos, nietos y otros.

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