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SECTORES CIVILES QUE APOYARON LA DICTADURA MILITAR


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  2.309 Palabras (10 Páginas)  •  735 Visitas

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EXEQUIEL CAPELLUTO  4TO 5TA

SECTORES CIVILES QUE APOYARON LA DICTADURA MILITAR

El presente trabajo práctico tiene como objetivo investigar qué grupos civiles apoyaron la dictadura y cuáles fueron sus móviles.

¿Qué grupos sociales y políticos propiciaron el golpe de Estado?

-Los grandes empresarios, sobre todo el sector liberal. En 1975 se conformó la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias, donde gran parte de los sectores capitalistas concentrados confluyeron con intenciones desestabilizadoras (Sociedad Rural Argentina, Bolsa de Comercio, Asociación de Bancos Argentinos, entre otras).

- La mayor parte de la jerarquía católica. Adolfo Tortolo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y Vicario General de las Fuerzas Armadas pronosticó (en diciembre de 1975) el inicio de “un proceso de purificación” (  Mignone, Emilio. “Iglesia y Dictadura”. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes/ Página 12, 1999. )  encabezado por las FF.AA. Sólo cuatro obispos sobre ochenta se pronunciaron públicamente contra la represión ilegal, y un puñado más aceptó recibir a los familiares de desaparecidos luego del golpe.

- Intelectuales y medios de prensa de la derecha. Por ejemplo, La Nación y La Prensa, que desde 1973 tenían una línea marcadamente opositora al gobierno peronista; Mariano Grondona, que ya había trabajado preparando el golpe contra Illia desde Primera Plana; Ricardo Zinn, quien elaboró el plan que aplicó el ministro de economía Rodrigo en 1975 y luego fue integrante del gabinete de Martínez de Hoz.

- Partidos políticos de derecha: Nueva Fuerza, Demócrata Progresista, Socialista Democrático, Federal, partidos conservadores provinciales. Sus dirigentes luego fueron colaboradores y funcionarios de la dictadura.

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¿Cómo lograron los militares el consenso necesario para el golpe?

Después de la muerte de Perón, el gobierno de Isabel Perón fue perdiendo todo apoyo y legitimidad política, pues abandonó totalmente las pautas programáticas de 1973, en tanto la economía escapaba a su control, y crecían el conflicto social y la violencia política.

El gobierno quedó bajo la influencia de los sectores de derecha del peronismo. Se rompieron las alianzas realizadas por Perón con otros sectores. Creció la represión a la izquierda: se intervinieron las Universidades y los sindicatos opositores. Se intensificó el accionar de los escuadrones de la muerte (AAA, Alianza Anticomunista Argentina), integrados por los servicios de inteligencia y la derecha peronista. Paralelamente, también se incrementó la acción guerrillera. El gobierno dio un papel protagónico en la represión a las FF.AA., que recuperaron espacio político. Para combatir al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en Tucumán, el ejército puso a prueba los métodos que luego utilizaría en la guerra sucia. La creciente violencia, uno de los argumentos para el golpe, era fomentada en gran medida por la propia derecha.

La política económica también giró hacia la ortodoxia. Incluso se intentó aplicar el primer experimento neoliberal, con Rodrigo, si bien la movilización obrera lo impidió. Esto robusteció el consenso capitalista sobre la necesidad del golpe. El desgobierno económico era incentivado por estos sectores (remarcación de precios, paros patronales, etc.).

La lucha interna desgastó al gobierno. A la ruptura definitiva y la guerra abierta con la izquierda peronista, siguió la lucha entre la burocracia sindical y el lopezreguismo y la ruptura en el partido entre verticalistas y antiverticalistas, que terminó de aislar a la presidenta. En este desenlace colaboraron la ineptitud política de Isabel y quienes la rodeaban.

Este cuadro llevó, sobre todo a los sectores medios, a ver a las FF.AA. como una garantía del orden. Entre los trabajadores, que aún sostenían luchas defensivas, tal vez lo que primó en su actitud fuesen decepción e impotencia, pues éste había sido su gobierno. En definitiva, como lo señaló Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar, lo que las FF.AA. liquidaron no era el gobierno de Isabel Perón, sino “la posibilidad de un proceso democrático” donde el pueblo remediara los males que lo aquejaban, pues sólo faltaban nueve meses para las elecciones.

En el siglo XX tuvieron lugar varias dictaduras y las mismas siempre contaron con apoyo de sectores civiles contaron con el aval de diversos sectores de la sociedad. En todos los golpes militares –el de 1930 contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, el de 1943 que dio cierre a la denominada "Década infame", el de 1955 contra el gobierno de Juan Domingo Perón, el de 1962 contra el gobierno de Arturo Frondizi, el de 1966 contra el gobierno de Arturo Illia– existieron sectores que dieron su apoyo, más o menos explícitamente. Un episodio tan grave como deponer a un gobierno elegido de manera constitucional difícilmente pueda concretarse por la acción de un único sector social –por ejemplo, las Fuerzas Armadas–, sino que requiere de un conjunto de avales y alianzas sociales sólidas y ampliadas. No hay golpe de Estado sin algún tipo de apoyo civil y el golpe de 1976 no fue la excepción.

En el caso de la última dictadura existió, por un lado, un consenso tácito extendido y, por otro, uno explícito más acotado. A diferencia, por ejemplo, del golpe de 1955, cuando multitudes antiperonistas salieron a manifestar su apoyo a la autodenominada Revolución Libertadora, en la noche del golpe militar de 1976 en Buenos Aires, la Plaza de Mayo estuvo completamente desolada (ver “Galería de imágenes” del apartado Terrorismo de Estado). No hubo movilizaciones y mucho menos señales multitudinarias de adhesión al golpe. Sin embargo, muchísimos argentinos en el ámbito privado aceptaron el hecho como una «solución» a la crisis de gobernabilidad que se había creado en los últimos meses del gobierno de Isabel Perón, seguramente bajo la idea –recurrente en el siglo XX argentino– de que la única opción frente al fracaso del gobierno constitucional consistía en confiar a los militares la tarea de recomposición de la autoridad y el orden.

Este consenso tácito se complementó con otros consensos explícitos. Sectores de alto poder económico apoyaron el golpe, como lo prueba la fuerte suba de las acciones en la Bolsa de Comercio el día después del derrocamiento de Isabel Perón. La Sociedad Rural Argentina también manifestó su apoyo. Entre los partidos políticos tradicionales, la respuesta osciló entre el silencio, la aceptación de la situación como si fuera la única opción posible y el apoyo directo. Los sectores de mayor jerarquía de la Iglesia dieron su aval la noche previa al golpe en una reunión secreta con la cúpula militar. Y los medios masivos de comunicación proporcionaron una interpretación auspiciosa de la situación. Incluso, ciertos sectores de las organizaciones insurgentes interpretaron que el golpe favorecía las expectativas revolucionarias porque de ese modo se tornaría más visible para el pueblo quién era el verdadero enemigo.

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