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Un nuevo Resumen era de la madre y extinción del patriarcado


Enviado por   •  30 de Enero de 2018  •  Resúmenes  •  1.956 Palabras (8 Páginas)  •  156 Visitas

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La extinción del patriarcado

Previo a la existencia de las denominadas culturas clásicas, que consistían de las culturas griegas y romanas; existían otras culturas en las que se presentaba un matriarcado, pero, este matriarcado no suponía que eran sociedades en las que existía una superioridad de la mujer frente al hombre. Debido al pensamiento actual del patriarcado, que significa que un hombre es el que posee el poder social, político y económico para liderar una sociedad, varios autores han criticado el término matriarcado, por el hecho de que la mujer no ejercía un papel de superioridad en estas antiguas culturas; y las llaman matrifocales o matriliniales, que quiere decir que eran culturas en las que se seguía una línea de descendencia de una madre.

En estas sociedades, la mujer era respetada y podía ocupar cargos sociales importantes, pero no existía una jerarquía social en la que la mujer por el hecho de serlo, ocupaba peldaños importantes, El hecho más característico de estas sociedades era que sus habitantes, adoraban un principio considerado como femenino, lo representaban en forma de una diosa madre de la que se generaba la vida y que era la figura central de su religión. Por ejemplo, la agricultura era una de las actividades sociales más importantes en estas culturas, la agricultura era asociada con las mujeres en la antigüedad. Esta figura religiosa era concebida como el principio y sostén de todo lo que existe, consideraban que de su vientre nacía todo y cuando todo se acaba, regresa al vientre.

Según Riane Eisler (1987), los integrantes de estas culturas cuando se empezaron a preguntar sobre el origen de la vida y ¿en dónde termina?, debieron haberse percatado de que la vida se origina cuando nace una persona del cuerpo de una mujer, también observaron que los vegetales n de la tierra y a la tierra vuelven, por lo que, lo adaptaron a la vida humana afirmando que del vientre de esta figura religiosa nacemos y a ese vientre vamos a volver. Esta figura de madre divina de la que nace todo y con el poder de regenerar la naturaleza, tuvo muchos nombres y existió en algunas culturas: en Grecia era llamada Deméter; en Egipto, Isis; en Siria, Astarté; en Sumeria, Inanna; en Babilonia, Ishtar, etc. Los principales símbolos con los que eran representadas son la luna y la serpiente. La luna creciente representaba la juventud de la vida; la luna llena era la mujer embarazada, que representaba la madre cuidadora de todo; la luna nueva era la anciana sabia, o la bruja, la madre devoradora, poseedora de los oscuros misterios de la muerte. La serpiente, fue el símbolo central de las fuerzas geológicas y sexuales, así como de la regeneración cíclica de la vida.

Para estas culturas, no existían mundos separados, es decir, no existía un mundo divino y un mundo terrenal o natural; para ellos el mundo subterráneo, que era considerado el mundo de la muerte; el mundo celestial, que era el mundo en el que se encontraban los astros y el cielo; y el mundo terrenal, en el que se encontraban las plantas, los animales y los humanos; eran dimensiones que conformaban un solo mundo en el que los poderes divinos se manifestaban creando y dando forma a todos los fenómenos existentes.

En estas culturas antiguas, estaba presente una manera de pensar en la que se creía que el humano estaba conectado a la naturaleza, La naturaleza, en otras palabras, era vivida y experimentada como viva y sagrada, en toda su irracionalidad, horror y belleza. Era imposible para el humano tomar una conciencia separada de la naturaleza. Este tipo de pensamiento restringía muchos aspectos de la capacidad mental del humano como las capacidades de cuestionar y reflexionar sobre sus creencias y lo que en base a mitos y leyendas construyeron como verdad en su organización social; esto no les permitía desarrollar la autocrítica, lo que impide que sigan con su proceso de evolución.

En estas culturas ancestrales, prácticamente no existía la concepción de la individualidad, es decir, los individuos únicamente actuaban a favor de la sociedad en la que se encontraban, ese era el individuo. Este modelo de pensar dio paso a sociedades pacíficas y estables, que convivían en armonía y sin signos de guerra, opresión o esclavitud y sin diferencias marcadas de poder entre los sexos. En estas culturas, valores como el poder y el heroísmo parecen estar prácticamente ausentes. En su lugar, predominaban los valores maternales, la fertilidad, la belleza y la cooperación colectiva. Dentro de estas sociedades, no existen evidencias de guerra o si quiera representación alguna de ella, no existe infraestructura destinada a la protección como muros elevados o asegurados o armas para defenderse. Existen ilustraciones de la naturaleza que nos hace pensar que estos pueblos tenían un sentido de belleza y sacralidad de la vida. En estas sociedades, las características entre comillas afeminadas como el cariño, la compasión y la no violencia eran altamente valoradas, lo que les permitió desarrollarse como culturas más pacíficas.

La manera de vivir apegada a los principios maternos que tenían estas culturas ancestrales, en conclusión, les permitió desarrollar una sociedad más tranquila y pacífica, en contraste de las sociedades monoteístas que estarían por venir, en las que se venera a un padre que empuña una espada, trueno o algo que le otorga un poder de superioridad. Estas sociedades patriarcales empezaron a ver su levantamiento en los últimos siglos de la edad de bronce (1700-800ª.C.)

Al pasar el tiempo, se empezó a acompañar a la figura de la Gran Madre, con una figura menor que representaba la divinidad de la fertilidad, que al parecer empezó a ser necesaria para justificar la falta de un amante de la madre para que pueda procrear. Esta figura era su hijo y amante al mismo tiempo, era representada usualmente por un toro o por un león,

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