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Una Manera Para Vivir


Enviado por   •  13 de Abril de 2014  •  3.294 Palabras (14 Páginas)  •  302 Visitas

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Algunas reflexiones para seguir pensando

Una manera estúpida de vivir*

Manfred Max-Neef

La idea.

Desde niño me ha preocupado lo que considero una cuestión importante: "¿Qué es lo que hace únicos a los seres humanos? ¿Hay algún atributo hu-mano que ningún otro animal posea?" La primera respuesta recibida fue que los seres humanos tenemos alma, y los animales no. Esto me sonó ex-traño y doloroso, porque amaba y amo a los animales. Además, si Dios era tan justo y generoso hecho que yo todavía creía firmemente en esos días no hubiera hecho semejante discriminación. 0 sea, que no me convencí.

Varios años más tarde, bajo la influencia de mis primeros maestros, se me llevó a concluir que nosotros éramos los únicos seres inteligentes, mientras que los animales sólo tienen instintos. No me llevó mucho tiempo darme cuenta que estaba otra vez sobre la pista falsa. Gracias a las contribuciones de la etología, hoy sabemos que los animales también poseen inteligencia. Y reflexioné, hasta que un día finalmente creí que lo tenía -los seres humanos son los únicos seres con sentido del humor. Otra vez fui desengañado por estudios que demuestran que hasta los pájaros se hacen bromas entre sí y se "ríen". Ya era un estudiante universitario y había casi decidido rendirme, cuando mencioné a mi padre mi frustración. Simplemente me miró y dijo: "¿Por qué no intentas por el lado de la estupidez?". Aunque al principio me sentí impactado, los años pasaron, y me gustaría anunciar, a menos que alguien más pueda reclamar una precedencia legítima, que estoy muy orgulloso de ser probablemente el fundador de una nueva e importante disciplina: la Estupidología. Sostengo, por lo tanto, que la estupidez es un rasgo único de los seres humanos. ¡Ningún otro ser vivo es estúpido, salvo nosotros!

Claro que estas afirmaciones pueden sonar extrañas y hasta caprichosas al principio. Pero en el período escolar de invierno en 1975, dicté un curso en el Wellesley College de Massachusetts, abierto también para estudiantes del Massachusetts Institute of Teclinology (MIT), cuyo título fue "Investigación sobre la naturaleza y las causas de la estupidez humana". Como se podrán imaginar fue un curso muy concurrido. La gente pensó que iba a ser divertido, y de hecho las dos primeras clases lo fueron. Durante la tercera clase los participantes empezaron a verse un poco más serios, y en la cuarta sesión ya había caras largas. A medida que el curso avanzó, todos descubrimos que el tema era bastante serio.

* Adaptado de la conferencia en el marco de la Conmemoración de Schumacher en Bristol, Inglaterra, el 8 de octubre de 1989.

La crisis

Pero, ¿por qué menciono esto ahora?. Soy una persona que viaja mucho, quizás demasiado. Fue así que hace pocos meses completé mi tercer viaje alrededor del mundo en dos años. Resultó ser una experiencia muy especial, y me sucedió algo que nunca antes me había pasado, mientras estaba en Bangkok, la capital de uno de mis países asiáticos favoritos. La primera mañana me desperté sintiendo una gran depresión, como si estuviera enfrentando una crisis existencial profunda. No creo que pueda expresarse con palabras, pero la sensación fue algo así: "He visto de-masiado. No quiero ver más. ¡Estoy harto!". Era un sentimiento horrible, atemorizante, y me pregunté: "¿Por qué estoy sintiendo esto?". La respuesta llegó con la súbita constatación de que lo que crece con mayor velocidad, y se difunde con la mayor eficiencia y aceleración en el mundo moderno, es la estupidez humana. Ya sea cuando conocí la etapa final de un plan que arrasó miles de poblados rurales en Rumania con el fin de modernizar y expandir la producción agrícola(1); o cuando presencié el colosal programa de transmigración en Indonesia, financiado por el Banco Mundial, que desarraigó millones de personas y las transportó de un lado a otro del país en nombre del desarrollo; o cuando las autoridades del desarrollo en Tailandia anunciaron orgullosas que en el norte, que permanecía aún densamente forestado, se desmantelarían cientos de poblados, cuyos pobladores serían reinstalados en catorce centros urbanos "con todas las comodidades que requiere una sociedad moderna"; todas esas acciones reflejaban el mismo tipo de estupidez.

1.La Conferencia en Conmemoración de Schumacher , sobre la cual se basa este capítulo fue realizada antes de la caída del régimen de Ceausescu.

Me di cuenta entonces que la estupidez es una fuerza cósmicamente demo-crática. Nadie está a salvo. Y ya sea en el norte, el sur, el este o el oeste, cometemos las mismas estupideces una y otra vez. Parece existir algo que nos vuelve inmunes a la experiencia.

Pero no todo era oscuridad, sin embargo. En el medio de mi crisis, me di cuenta de que se están abriendo caminos, y existen también signos positi-vos. En realidad, al final, me invadió la sensación de que estaba presenciando los últimos cien metros de una carrera de diez kilómetros entre dos fuerzas irreconciliables, y que una de ellas iba a ganar por una nariz, y que todo parecía indicar que sería la nariz más importante de la historia humana.

Dos fuerzas, dos paradigmas, dos utopías, desarrolladas en forma brillante en el libro de Vandana Shiva "Abrazar la vida" (1), que producen un mundo esquizofrénico. Cualquier persona sensible no puede evitar caer en un esta-do esquizofrénico. Esa es nuestra realidad y no podemos engañarnos. En-tonces la pregunta es cómo hacemos frente a esta situación. ¿Cómo la interpretamos? 0 también, ¿cómo llegamos a caer en una situación así, si el mundo no fue siempre esquizofrénico, según creo honestamente ?.

El resultado final de mi crisis fue positivo. Pocos días después me encontraba con mi esposa en una maravillosa isla de Polinesia -el lugar perfecto para volver a enamorarse de la vida. Imaginen el caminar en el agua cristalina de un magnífico arrecife de coral y los peces que vienen a comer de nuestra mano.

Fue maravilloso, comencé a recuperarme, y pude así continuar mis reflexiones en circunstancias más propicias.

Siempre sucede que uno recibe ayuda de los amigos, no sólo de los que uno conoce personalmente, sino de los amigos que se han hecho a través de los libros. En esta ocasión, fue Ludwig Wittgenstein el que vino en mi ayuda. Me concentré de nuevo en el problema del lenguaje. El lenguaje no es sólo una expresión de cultura, sino que también genera cultura. Si el lenguaje es

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