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Antes Del Desayuno


Enviado por   •  7 de Octubre de 2012  •  3.224 Palabras (13 Páginas)  •  297 Visitas

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ANTES DEL DESAYUNO

Escenario: una pequeña habitación que sirve a un tiempo de cocina y de comedor en un departamento de la calle Christopher, en Nueva York. A foro, una puerta que lleva al vestíbulo. A la izquierda de la puerta, una pileta y una cocina de gas de dos mecheros Mas allá de la cocina y hacia la pared de la izquierda, un armario de madera para platos, etc. A la izquierda, dos ventanas que dan sobre una escalera de emergencia, donde varias plantas en sus tiestos agonizan en el abandono. Delante de las ventanas, una mesa cubierta con un hule. Dos sillas con asiento de caña junto a la mesa. Otra contra la pared, a la derecha de la puerta de foro. En la pared de la derecha, foro, una puerta que lleva a una puerta a una alcoba. Más adelante diversas prendas de vestir de hombre y de mujer penden de unas clavijas. Desde el rincón de la izquierda, foro, hasta la pared de la derecha, primer término, hay tendida una cuerda con ropa.

Son aproximadamente las ocho y media de la mañana de un día hermoso y lleno de sol, a comienzos del otoño.

La señora Rowland viene de la alcoba, bostezando, dando aún los últimos toques a un desaliñado tocado, insertando horquillas en su cabello, recogido en pardusca masa en lo alto de su cabeza redonda .Es de mediana estatura y propensa gordura sin líneas, acentuada por su vestido azul, deformado, humilde y raído. Su rostro es impersonal, de facciones pequeñas y regulares y ojos extrañamente azules. En sus ojos, su nariz y su boca débil y rencorosa, hay una expresión atormentada. Tiene poco más de veinte años pero parece mucho mayor.

Llega al centro de la habitación y bosteza, desperezándose. Sus soñolientos se pasean absortos por todo lo que la rodea, con la irritación propia de aquel para quien un largo sueño no ha significado un largo descanso. Va con aire cansado hacia la ropa que cuelga a la derecha y descuelga un delantal. Se lo ciñe a la cintura, dejando escapar un “maldito sea” cuando el nudo no obedece a sus torpes dedos. Por fin consigue atarlo y va lentamente hacia la cocina de gas y enciende uno de los mecheros. Llena la cafetera en la pileta y la pone sobre la llama. Luego se desploma en una silla que está junto a la mesa y se pone una mano sobre la frente, como si le doliera la cabeza. De pronto su rostro se ilumina, como si recordara algo y mira el armario de los platos; luego dirige una penetrante mirada hacia la puerta del dormitorio y escucha atentamente durante unos instantes.

SRA ROWLAND (en voz baja). -¡Alfred! ¡Alfred! (del cuarto contiguo no llega respuesta alguna y la señora Rowland prosigue con tono desconfiado, alzando la voz) No tienes que fingir que estás dormido. (De la alcoba no llega la menor respuesta y la señora Rowland, tranquilizada, se levanta y va cautelosamente hacia el armario. Abre con lentitud una de las puertas, cuidando mucho de no hacer ruido, y saca de su escondite, detrás de los platos una botella de ginebra Gordon y un vaso. Al hacerlo mueve el plato de arriba que tintinea levemente. Al oír esto, la señora Rowland sufre un sobresalto culpable y mira con malhumorado desafío la puerta del cuarto contiguo .Con la voz trémula: )

-¡Alfred!

(Después de una pausa, durante la cual trata de percibir algún sonido, toma el vaso y se sirve una buena cantidad de ginebra y lo apura; luego, precipitadamente, repone la botella y el vaso en su escondite. Cierra el armario con el mismo cuidado con que lo ha abierto y con un gran suspiro de alivio se deja caer nuevamente en su silla. La gran dosis de alcohol le ha causado un efecto casi inmediato. Sus facciones se vuelven más animadas, parece cobrar energías y mira la puerta de la alcoba con una sonrisa dura y negativa. Sus ojos pasean una rápida mirada por la habitación y se posan, sobre un saco y un chaleco de hombre que penden a la derecha. Se encamina cautelosamente hacia la puerta abierta, y se detiene allí , sin que la vea el que está dentro, y escucha, tratando de sorprender algún movimiento)

(Llamando, casi en un susurro.) ¡Alfred!

(Nuevamente no hay respuesta. Con ágil movimiento, la señora Rowland, descuelga el saco y el chaleco y vuelve con ellos a su silla. Se sienta y saca los diversos objetos que contiene cada bolsillo, pero los reintegra rápidamente a su sitio. Por fin, en el bolsillo interior del chaleco encuentra una carta)

(Mirando la letra, se dice lentamente) Lo sabía.

(Abre la carta y la lee. En el primer momento, su expresión revela odio e ira, pero a medida que avanza en la lectura hasta acabarla se trueca en triunfante malignidad. Durante un instante queda muy pensativa. Luego vuelve a poner la carta en el bolsillo del chaleco, y cuidando aún de no despertar al durmiente, cuelga nuevamente las prendas en la misma clavija, va hacia la puerta de la alcoba y atisba)

(Con voz sonora y chillona) ¡Alfred! (Más fuerte) ¡Alfred!

(Del cuarto contiguo llega un gemido ahogado que se confunde con un bostezo.) ¿No te parece que ya se hora de levantarse? (Volviéndose y regresando a su silla) Ya sé que eres lo suficientemente haragán para pasarte la vida en la cama. (Se sienta, mira por la ventana y dice con irritación:) ¿Qué hora será? Ya no podemos saberlo desde que empeñaste estúpidamente tu reloj. Era el último objeto de valor que teníamos, y lo sabias. Sólo has pensado en empeñar, empeñar, empeñar… Cualquier cosa con tal de alejar la hora de buscar empleo, cualquier cosa con tal de no trabajar como un hombre. (Golpea el suelo con el pie nervosamente, mordiéndose los labios) (Después de una breve pausa) ¡Alfred! Levántate… ¿Me oyes? Quiero hacer esa cama antes de salir. Estoy harta de que esto esté en desorden por tu culpa. (Con cierta vengativa satisfacción) Y por cierto que no podremos quedarnos mucho tiempo aquí, a menos que consigas dinero en alguna parte. Dios sabe que yo hago lo mío – y más aún yendo a coser a domicilio todos los días, mientras tú hacer el caballero y holgazaneas por las tabernas con ese hato de inútiles artistas Square.

(Breve pausa, durante la cual la señora Rowland, juega nerviosamente con una taza un platito que están sobre la mesa)

¿Y dónde conseguirás dinero, quisiera saber yo? En esta semana tenemos que pagar el alquiler, y ya saber cómo es el dueño de casa. No nos dejará vivir aquí un solo minuto más si no lo pagamos puntualmente. Dices que no puedes conseguir trabajo. Eso es mentira, y tú lo sabes. Nunca lo buscaste, siquiera. Te pasas los días vagabundeando por ahí, escribiendo poemas y cuentos estúpidos que nadie quiere comprar… Y me explico que no

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