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Bourdieu, Pierre: "Espacio Social Y Poder Simbólico

solcito328 de Diciembre de 2012

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Bourdieu, Pierre: “Espacio social y poder simbólico”

Si tuviese que caracterizar mi trabajo en dos palabras, hablaría de constructivista estructuralista o a la inversa. Tomando la palabra estructuralismo en un sentido muy diferente de aquel que le da la tradición saussureana o lévi-straussiana. Por estructuralismo quiero decir, que existen en el mundo social mismo, y no solamente en los sistemas simbólicos, lenguaje, mito, etc., estructuras objetivas, independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o coaccionar sus prácticas o sus representaciones. Por constructivismo, quiero decir que hay una génesis social de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que llamo habitus, y por otra parte estructuras, y en particular de lo que se llama generalmente clases sociales.

La ciencia social oscila entre dos puntos de vista aparentemente incompatibles: el objetivismo y el subjetivismo. Por un lado, puede tratar los objetos sociales como “cosas”, según la vieja máxima durkhemiana, y dejar de lado todo lo que deben al hecho de que son objetos de conocimiento – o de desconocimiento- en la existencia social. Por otro lado, puede reducir el mundo social a las representaciones que de él se hacen los agentes, consistiendo entonces la tarea de la ciencia social en producir un “informe de los informes” producidos por los sujetos sociales.

Es raro que esas dos posiciones se

expresen y sobre todo se realicen en la práctica científica de manera tan radical y tan contrastada. Durkheim y Marx fueron los que expresaron de manera más consecuente la posición objetivista.

Schutz y los etnometodólogos son ejemplos de las expresiones más puras de la visión subjetivista.

La intención más importante en el trabajo de Bourdieu ha sido superar esta oposición. Por un lado, las estructuras objetivas que construye en sociólogo en el momento objetivista, al apartar las representaciones subjetivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjetivas; pero por otro lado, estas representaciones también deben ser consideradas si se quiere dar cuenta especialmente de las luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar o a conservar esas estructuras. Esto significa que los dos momentos, objetivista y subjetivista, están en una relación dialéctica.

Para superar verdaderamente la oposición artificial que se establece entre estructuras y las representaciones, es necesario romper también con el sustancialismo, que lleva a no reconocer ninguna otra realidad que aquellas que se ofrecen a la intuición directa en la experiencia ordinaria, los individuos y los grupos. El aporte principal de la “revolución estructuralista” ha sido aplicar al mundo social un modo de pensamiento relacional, no identifica lo real con las sustancias, sino con las relaciones.

La “realidad social”, según Durkheim, es

un conjunto de relaciones invisibles, las mismas que constituyen un espacio de posiciones exteriores las unas de las otras, definidas las unas por relación a las otras, por la proximidad, la vecindad o por la distancia, y también por la posición relativa, por arriba o por abajo, o también entre medio.

Se puede comprara el espacio social con un espacio geográfico en el interior del cual se recortan las regiones. Pero este espacio está construido de tal manera que los agentes, los grupos o las instituciones que en él se encuentran colocados tienen tantas más propiedades en común cuanto más próximos estén en este espacio; tantas menos cuanto más alejados. Las distancias espaciales –sobre papel- coinciden con las distancias sociales. No sucede lo mismo en el espacio real. Las interacciones, que procuran una satisfacción inmediata a las disposiciones empiristas- Se puede observarlas, registrarlas, firmarlas, etc., esconden las estructuras que en ellas se realizan. Es uno de los casos donde lo visible, lo que es inmediatamente dado, esconde lo invisible que lo determina. Se olvida así que la verdad de la interacción no está nunca toda entera en la interacción tal como ella se ofrece a la observación.

Bourdieu llama estrategias de condescencia a aquellas por las cuales los agentes que ocupan una posición superior en una de las jerarquías del espacio objetivo niegan simbólicamente la distancia social que no deja por eso de existir, asegurándose así las ventajas del reconocimiento

acordado en una denegación puramente simbólica de la distancia que implica el reconocimiento de la distancia.

Las relaciones objetivas son las relaciones entre las posiciones ocupadas en las distribuciones de recursos que son ocupadas o pueden volverse actuantes, eficientes, como los triunfos en un juego, en la competencia por la apropiación de bienes cuyo lugar está en este universo social. Esos poderes sociales fundamentales son el capital económico, bajo sus diferentes formas; y el capital cultural, y también el capital simbólico, forma que revisten las diferentes especies de capital cuando son percibidas y reconocidas como legítimas. Así los agentes son distribuidos en el espacio social global del capital que poseen bajo diferentes especies de capital, y en la segunda dimensión, según la estructura de su capital, es decir según el peso relativo de las diferentes especies de capital, económico y cultural, en el volumen total de su capital.

Las distancias sociales están inscriptas en los cuerpos, o, con más exactitud, en la relación con el cuerpo, el lenguaje y el tiempo (otros tantos aspectos estructurales de la práctica que la visión subjetivista ignora).

La ciencia social debe tomar por objeto esta realidad y a la vez la percepción de esta realidad, los puntos de vista que, en función de su posición en el espacio social objetivo, los agentes tienen sobre esta realidad.

La sociología debe incluir una sociología de la percepción del mundo social, es decir

una sociología de la construcción de las visiones del mundo que contribuyen también a la construcción de ese mundo. Pero, dado que hemos construido el espacio social, sabemos que estos puntos de vista, la palabra misma lo dice, son vistas tomadas a partir de un punto, es decir de una posición determinada en el espacio social. Y también que habrá puntos de vista diferentes o antagónicos, puesto que los puntos de vista dependen del punto del cual son tomados, puesto que la visión que cada agente tiene del espacio depende de su posición en ese espacio.

Por esto último repudia al sujeto universal.

Sin duda los agentes construyen una visión del mundo, pero esta operación se opera bajo coacciones estructurales.

Si el mundo social tiende a ser percibido como evidente y a ser captado según una modalidad dóxica, es porque las disposiciones de los agentes, sus habitus, es decir las estructuras mentales a través de las cuales aprehenden el mundo social, son en lo esencial el producto de la interiorización de las estructuras del mundo social. Como las disposiciones perceptivas tienden a ser ajustadas a la posición, los agentes, aún los más desventajados, tienden a percibir al mundo como evidente y a aceptarlo mucho más ampliamente de lo que podría imaginarse, especialmente cuando se mira con el ojo social de un dominante la situación de los dominados.

Por lo tanto, la búsqueda de formas invariables de percepción o de construcción de la realidad social enmascara diferentes cosas:

primero, que esta construcción no se opera en un vacío social, sino que está sometida a coacciones estructurales; en segundo lugar, que las estructuras estructurantes, las estructuras cognitivas, son ellas mismas socialmente estructuradas, porque tienen una génesis social; en tercer lugar, que la construcción de la realidad social no es solamente una empresa individual, sino que puede también volverse una empresa colectiva

Por lo tanto las representaciones de los agentes varían según su posición (y los intereses asociados) y según su habitus, como sistema de esquemas de percepción y de apreciación, como estructuras cognitivas y evaluativos que adquieren a través de la experiencia duradera de una posición en el mundo social. El habitus es a la vez un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de esquemas de percepción y de apreciación de las prácticas. Y, en los dos casos, sus operaciones expresan su posición social en la cual se ha construido. En consecuencia, el habitus produce prácticas y representaciones que están disponibles para la clasificación, que están objetivamente diferenciadas; pero no son inmediatamente percibidas como tales más que por los agentes que poseen el código, los esquemas clasificatorios necesarios para comprender su sentido social.

Los agentes se clasifican a ellos mismos, se exponen ellos mismo a la clasificación, a elegir, conforme a sus gustos, diferentes atributos, vestimenta, alimentos, bebidas, deportes, amigos, que quedan

bien juntos

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