Canibalismo Y Necesidad

Marvin Harris, fue un antropólogo estadounidense formulador y principal representante de la teoría del materialismo cultural, en la cual sostiene que la investigación antropológica debe centrarse en los estudios de las condiciones materiales en el medio sociocultural. Realizó investigaciones Brasil, Ecuador, Mozambique e India, donde exploro las costumbres de estas regiones, intentando relacionarlas con hallazgos arqueológicos. Entre sus obras más representativas encontramos libros como “Caníbales y reyes” (1977), “Bueno para comer” (1974) y “Vacas, cerdos, guerras y brujas” (1985).

En el capítulo “El reino caníbal” de Caníbales y reyes, Marvin Harris busca entender las causas del canibalismo en la cultura azteca y plantea que este canibalismo no es tanto una acción cultural, sino que nace de una necesidad alimenticia generada por diversos factores del medio.

Los actos de barbarie, no eran de total desconocimiento para los españoles al llegar a Mesoamérica, pues varios pueblos europeos realizaban torturas, desmembramientos y diversos métodos de asesinato. Sin embrago quedaron asombrados al encontrar un pueblo lleno de violencia y muerte como lo eran los aztecas.

La religión, para los aztecas era la explicación de todo lo existente ya que la naturaleza y los dioses estaban en total relación, existían más de 1600 deidades y cada una contemplaba alguna actividad del hombre o de la naturaleza. Los dioses garantizaban el orden y ellos se sacrificaban para alimentar al sol, pero como propone Bernardo Ortiz, “el auto sacrificio de los dioses no era suficiente para garantizar la existencia del mundo; había que alimentar diariamente al sol con sangre humana” . Los sacrificios humanos, pretendían suministrar corazones y sangre humana con el fin de evitar el enfurecimiento de los dioses.

Generalmente los hombres sacrificados, eran prisioneros de guerra aunque también se sacrificaban esclavos y algunos jóvenes o doncellas elegidos específicamente para personificar determinados dioses. A estos jóvenes, se les trataba con especial cuidado; incluso valientes guerreros eran conservados por cierto periodo de tiempo donde se les alimentaba, pero los esclavos y el resto de prisioneros, solían ser torturados antes de su muerte.

Es preciso aclarar que los aztecas no eran los únicos que sacrificaban humanos en Mesoamérica, otras culturas como los mayas o los toltecas también los realizaban e incluso estos sacrificios humanos, son anteriores a la aparición de las religiones en cada pueblo. Luego de los sacrificios, frecuentemente se ingería la totalidad o parte del cadáver y de igual forma, encontramos los mismos actos en Canadá.

En cuanto a los prisioneros de guerra, debemos entender que estos no pueden ser capturados a menos que haya guerra, ya que la captura, el sacrificio y la muerte, forman parte del proceso del conflicto armado, proceso el cual era fundamental para los aztecas por razones como las que plantea Manuel Moros, “el imperio azteca no podía prescindir de las guerras, pues los tributos de los pueblos sometidos eran necesarios para el mantenimiento de la economía. La guerra proporcionaba nuevos súbditos y por lo tanto más recursos para alimentar al número creciente de habitantes” .

Los prisioneros, eran una posesión valiosa pero solo existía la opción de asesinarlos ya que no podían integrarse al pueblo y no se podía devolver al enemigo. Como la guerra, la tortura también tiene su propia economía puesto que ser torturado es morir mil veces, torturar a un prisionero tiene el significado de matar a mil contrincantes, además de ser un gran espectáculo de entretenimiento para el pueblo. Harris no ahonda en el hecho de que disfrutemos de la tortura pero nos infiere a que los seres humanos, tenemos la capacidad de aprender a disfrutar de ello como también se puede aprender a gustar de la carne humana.

Comerse a otro ser humano, se ha visto históricamente con el simbolismos de que al ingerir su carne o su sangre, se adquieren la cualidades de esta persona , así que se expresa una relación de amor y odio hacia la víctima, estas hacen parte de motivaciones psicológicas propuestas anteriormente y con las cuales el autor concuerda.

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