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Como La Religión Y Su Moral Incide En Los Personajes De Las Novelas "Bartleby" Y "El Extranjero".


Enviado por   •  28 de Mayo de 2013  •  1.519 Palabras (7 Páginas)  •  601 Visitas

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Como la religión y su moral incide en los personajes de las novelas “Bartleby” y “El Extranjero”.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se podía apreciar en la humanidad un sentimiento de desesperanza y alienación que fue aumentando acorde al paso del tiempo debido a algunos acontecimientos y algunas atrocidades que fueron sucediendo. El desarrollo industrial con su menosprecio por la individualidad, dejaba un efecto de incomprensión hacia la identidad de cada persona; los trabajadores eran vistos como “un engranaje en una máquina” ya que su labor era sencillamente reemplazable. El dictamen general unánime de la moralidad impuesto por las religiones judeo-cristianas seguido por los descubrimientos de los últimos siglos, como el hecho de que la tierra no era plana y la teoría evolucionista de Darwin, le hacían perder credibilidad a la iglesia ya que gran parte de las aseveraciones verificables de las sagradas escrituras habían sido rechazadas por las ciencias históricas sociales y sobre todo naturales. Este sentimiento de angustia y esta revelación del lado oscuro del ser humano llevó a muchos grandes pensadores y escritores a dudar acerca del entendimiento de la ética según la moral judeo-cristiana de la sociedad. En los libros “Bartleby” y “El extranjero” encontramos dos personajes atípicos que llamaron la atención debido a su comportamiento amoral y totalmente extraordinario. “Bartleby”, publicado en 1856, fue escrito por Herman Melville. “El Extranjero” fue escrito por Albert Camus y publicado en 1942.

Muchas creencias de las religiones eran hostiles al progreso y descubrimiento humano tanto intrínseco como universal. Aunque estos aplacaban el progreso global, también afectaban la identidad de cada individuo y la introspección de las personas; estos factores hacían que los miembros de una comunidad se sintiesen avergonzados de sus pensamientos u obligados a vivir bajo determinada doctrina impuesta por la moral de la sociedad. Este concepto se manifiesta en el narrador de “Bartleby”. A través de la expresión del narrador podemos apreciar su disimulada y profunda discrepancia o repulsión con respecto a Bartleby y sus excentricidades. La misma que luego nos llevará a sospechar acerca de sus aparentes convicciones y consolidación de los valores auténticos del cristianismo; al igual que Meursault quien en “El Extranjero” se encuentra instigado por la moral cristiana hacia el final de la novela.

El abogado puede ser visto como el estereotipo de norteamericanos que se enorgullecen de su benevolencia cristiana pero el verdadero hecho es que la misma les provoca personal satisfacción1. A medida que avanza la novela podemos observar que el narrador busca métodos para enfrentar la extravagancia de este individuo pero sin violar los mandamientos bíblicos, de tal manera pretende encontrar el balance perfecto entre su beneficio comercial y su satisfacción espiritual.

“Amparar a Bartleby, soportar su rara terquedad es algo que me costará poco y nada, mientras que atesoro en mi alma lo que en tiempo será un dulce bocado para mi consciencia.” 1

Las palabras utilizadas tienen connotaciones relacionadas con la riqueza económica, no espiritual. Otro ejemplo de cómo la religión oficia de contención,

“Pero cuando este viejo Adán del resentimiento se despertó en mí y me tentó respecto de Bartleby, luché con él y lo vencí. ¿Cómo? Bueno, simplemente recordando el precepto divino: ‘Os doy un nuevo mandamiento, el de que os améis los unos a los otros’” 2

Este encubrimiento de la verdadera identidad del narrador es equiparable a la culpabilidad que siente Meursault en “El Extranjero”. Meursault se caracterizaba por guiarse primordialmente según sus instintos básicos; no se molestaba mucho reflexionando acerca de lo que hace. Sin embargo, hacia el final de la novela se encuentra acusado de homicidio, en una sala llena de gente que lo miraba con desprecio pero por otros hechos, como por ejemplo tomar baños y ver películas al otro día del entierro de su madre. Entonces Meursault comienza a sentirse culpabe. Era tal la desaprobación del jurado y la sociedad que el Procurador lo llegó a acusar de aceptar tomar un café con leche el día del entierro. A pesar de ser insólito el hecho de que lo juzguen por no mostrar la sensibilidad suficiente el día del entierro de su madre, Meursault es persuadido por la sociedad y queda convencido de que ha hecho algo terrible ese día,

“Dijo que yo no había querido ver a mamá, que había fumado, que había dormido y tomado café con leche. Sentí entonces que algo agitaba a toda la sala y por primera vez comprendí que era culpable” 3

En este contexto la religión o la

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