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EL VESTIDO COMO METÁFORA SIGNIFICANTE EN “EL OTOÑO DEL PATRIARCA”


Enviado por   •  25 de Abril de 2019  •  Ensayos  •  4.048 Palabras (17 Páginas)  •  373 Visitas

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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA

FACULTAD DE BELLAS ARTES Y HUMANIDADES

DOCTORADO EN LITERATURA

SEMINARIO TEORÍA Y CRÍTICA LITERARIA III[pic 1]

ENSAYO

EL VESTIDO COMO METÁFORA SIGNIFICANTE EN “EL OTOÑO DEL PATRIARCA”

Presentado a: Doctor Cristo Rafael Figueroa

Presentado por: Mágister Sandra Leal Larrarte

“Contemplando las islas evocó otra vez y vivió de nuevo

el histórico viernes de octubre en que salió de su cuarto

al amanecer y se encontró con que todo el mundo en la

casa presidencial tenía puesto un bonete colorado..”

El Otoño del Patriarca. 1975.

Gabriel García Márquez falleció en el 2014 y el mundo se llenó de mariposas amarillas. Debió llenarse de sombreros rojos. Bonetes colorados, ristras de cascabeles, espejuelos, todos productos del intercambio con extranjeros del color de los canarios que querían sus arpones con punta de espina de pescado, sus loros, sus bolas de tabaco. “Se formó un cambalache de la puta madre”, le informó un pueblerino al general, así “El Otoño del Patriarca” mostró que pese a los sueños latinoamericanos de hacerse solos e independientes, la verdad es que nadie se hace solo.  

De este modo es que los bonetes colorados debían adornar el altar del ilustre escritor colombiano, sobre todo considerando que para este nobel esa fue su novela más querida, en la que representó toda su maestría y seguramente la más innovadora desde el punto de vista narrativo. Escrita a partir del diálogo libre que sirvió de ejemplo sobre la manera de escribir a través del intercambio dialógico, en ese mismo sentido también se puede decir que se hizo a partir de una extraordinaria polifonía de narradores teniendo siempre como narratario al general, eje de toda la acción que la historia reúne a manera de anécdota personal.

A partir de la escena de los bonetes y de muchas otras que ya se verán, García Márquez retrata a través de la vanidad innata de los seres humanos, los procesos de colonización e intercambio cultural en Latinoamerica. Puesto que no hay nada más representativo de la vanidad, pensada como aquello que permite la exhibición del aspecto o el ego humano. Es centrar la propia valía y felicidad en cosas vanas, como la ropa. Pero, ¿eso es lo que quería mostrar García Márquez en su emblemática novela?

1.Construcción de la novela.

Para la realización del Otoño del Patriarca, García Márquez debió realizar una investigación histórica y sociológica de todos los excesos e iniquidades cometidos por los dictadores latinoamericanos del siglo XX, como Rafael Trujillo, Batista, Somoza, Marcos Pérez, Laureano Gómez y Rojas Pinilla, invocando como siempre la idiosincrasia caribe, su manera de entender el mundo y la tranquilidad con que se enfrentan a las desavenencias que la vida les impone.

Fueron muchas las novelas que para las décadas del 70 y 80 se publicaron con el tema de la dictadura, pero la mayoría trabajó la figura de un dictador particular como forma de memoria histórica o destacaron su poder, no sólo bélico sino personal. A diferencia de García Márquez, quien escogió representarlo pobre, triste, analfabeto, impotente, engreído, cruel, codicioso y en especial dominado por su propia cúpula militar.

El general no era un hombre fuerte sino la representación de un simulacro de poder, una burla de dictador que quiso creerse fuerte y que funcionó como figura aglutinante para que fuera adorada como un dios. Primera figura de la vanidad, creer que la autorepresentación concede el poder, cuando no lo recibe de los demás. García Márquez muestra en su libro cómo el grupo de poder se aprovecha de las creencias del populacho y de la necesidad de tener algo superior que resuelva sus problemas, aunada al sentido de superioridad del general. Así, su gabinete, construye a este ser pusilánime y engreído en una figura sagrada. Porque está comprobado que pensar en dios anula el pensamiento lógico, si dios todo lo puede y todo lo que él hace obedece a una razón que sus seguidores son incapaces de comprender, entonces nadie se atreve a hacerle preguntas ni a dudar de sus acciones.

 

2. Organización narrativa.

La lectura de “El Otoño del Patriarca” exige más de una lectura para ser bien entendido. Su polifonía vocal hace un poco pesada la lectura pues implica una participación activa del lector, quien debe aplicar sus poderes deductivos para entender quién está hablando, diferenciar en qué momento entra uno y cuando sale el otro dificulta lograr una lectura seguida. Además está la inexistencia de párrafos, que como elementos organizadores del espacio narrativo le dan descansos al lector, pero García Márquez no quiere dejar descansar al lector, quiere imprimirle esa sensación de infinitud y pesadez como la que provoca una dictadura.

La acción se distribuye cíclicamente, como cíclicas son las barbaries y las guerras dentro del género humano. Son cuatro largos capítulos en los que el general utiliza, soborna o viola a alguna muchacha, asesina a algún miembro desordenado de su séquito o aniquila de la manera más ingeniosa a toda su cúpula militar, recibe dádivas o visitas de los embajadores extranjeros, demuestra ante el pueblo que él es eterno además de poderoso y utiliza a su madre para hacerse más rico. En cada ciclo la acción se profundiza y se fortalece, el amor que inicia sólo como un ejercicio sexual vacío, va apareciendo y se va fortaleciendo en la persona de “Manuela Sánchez de mi mala suerte”, una jovencita en la que se encarna la inocencia y que él quiere amar realmente, pero que su condición de dictador y su posición de amante otoñal le impide ser correspondido, convirtiéndose en su mayor frustración. Finalmente, esta sucesión de amores frustrados termina con el matrimonio con la novicia que le roba al convento, Leticia Nazareno, la mujer que lo domina y que por esa sola razón se hace acreedora de la muerte “cuando pensaba que a sus pájaros se les había gastado la voz de tanto cantar”.

Toda la historia se reúne alrededor de un hombre. Un hombre que se niega a la muerte, que envejece sin saberlo, que con todos los artilugios que roba quiere intercambiarlos por el amor verdadero, como los extranjeros que intercambiaron bonetes rojos por loros y que “se quedó nadando en el estado de inocencia del limbo del poder”.

3. Formación de significantes en torno al vestuario en “El Otoño del Patriarca”.

La literatura como modelo significante ha sido ampliamente discutida por los Estudios Culturales, los cuales todavía sienten que ingresan a un terreno movedizo cuando se aproximan al estudio de elementos culturales que atraviesan perpendicularmente a cualquier creación humana. Se trata de alcanzar lo socialmente significativo que aparece en las novelas, cuentos y demás propuestas creativas. Es acercarse a las semiosis infinitas que cada texto puede producir, reconociendo que en cada época o región se van a encontrar diferentes matices de interpretación. “Se trata de un examen del instrumentario conceptual, hoy disponible, comenzando por algunas metáforas que frente a la defección del aparato conceptual tradicional frente a las nuevas prácticas culturales, han adquirido valor epistemológico” (Rincón, 2000: 58).

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