El hombre en busca de sentido. Resumen.
perro1409Resumen23 de Noviembre de 2017
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO.[pic 1][pic 2]
FACULTAD DE QUÍMICA.
LICENCIADO QUÍMICO EN ALIMENTOS.
EDUARDO ADOLFO ROJAS LARA.
TÒPICOS DE LIDERAZGO
RESUMEN DEL LIBRO: “EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO” DE VIKTOR FRANKL.
GRUPO: 34
FECHA: 29/08/14
Este libro, es sin duda a pesar de que lo he terminado de leer recientemente, uno de los libros que ha marcado mi vida, me ha mostrado mientras lo leía que tan fuerte, amable, respetuoso o infame puede ser una persona, el autor, el Dr. Viktor Frankl, nos muestra en este muy buen libro lo que vivió mientras estuvo preso en los campos de concentración de varios países durante la segunda guerra mundial, desde su sufrimiento y el de sus camaradas por conseguir una pieza de pan, hasta lo que es su “escuela” vienesa de psicoterapia, llamada “logoterapia”.
Para esas personas que pudieran esperar ver imágenes o leer a grandes rasgos lo que pasó durante la segunda guerra mundial en los campos de concentración, este, sin duda no es un libro para ellos, pero eso no significa que no lo puedan leer, este libro, contiene más que los típicos libros que hablan sobre las atrocidades contenidas en los campos de concentración, este libro nos muestra como un líder, un excelente amigo, un doctor, una persona encargada de dar esperanza a un grupo o a muchos grupos de personas que ya no tienen ni una pisca de esperanza o que han perdido el concepto de humanidad en ellos, puedan salir adelante y luchar por vivir.
Durante el tiempo que leí este libro, es mucho lo que aprendí de este, aprendí lo que hace un humano cuando de pronto, se da cuenta que no tiene “nada que perder ya en esta vida, excepto su ridícula vida desnuda”, este libro, me puso en varias ocasiones a pensar, “¿y si yo estuviera ahí?”, “¿qué es lo que haría si yo fuera un recluso más en un campo de concentración?”, “¿sobreviviría?”, “¿podría vivir y seguir con fuerza después de ver tanta muerte y sufrimiento o me suicidaría o rendiría antes de la liberación?”, estás son algunas preguntas que sin duda para mí, son obligatorias para cada lector de este libro, en lo personal y terminando de leer este libro, siento que si yo estuviera en el lugar del autor durante el tiempo que estuvo en los campos de concentración, tal vez hubiera sobrevivido, pero eso tal vez solo hubiera pasado si yo hubiera contado con una buena dosis de suerte.
Para mí, el doctor Frankl fue un líder nato ya que en muchas ocasiones, alentó a sus camaradas a seguir vivos, los atendió, charlo con ellos, los escucho, les daba consejos y en ocasiones intentaba abogar por ellos, el doctor Frankl poseía personalidad, la cual le ayudaba a conseguir favores o privilegios entre todos los prisioneros, sabia como moverse y sabía qué hacer para no volverse loco, hasta el último momento en el que el Dr. Frankl estuvo en el campo, mostro su liderazgo y sus conocimientos en favor de él y de sus amigos.
Como psicoterapeuta que es, el autor Viktor Frankl, quiere saber cómo puede ayudar a los hombres que compartían el mismo destino que él a despertar en ellos ese sentimiento de que tienen la responsabilidad de vivir, por muy adversas que se presenten las circunstancias, el doctor Frankl nos cuenta de una sesión de terapia colectiva que mantuvo con sus compañeros de prisión y de que también pudo no solo dar una sesión, sino que varías, pero debido a las circunstancias y al estado en el que se encontraba él y sus camaradas, no fue tan fácil realizar más de una.
El doctor Frankl adopta un punto de vista sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades y descubrir la verdad conveniente y orientadora, él no es ningún pesimista ni antirreligioso, a pesar de que se enfrentó de lleno a la omnipresencia del sufrimiento y a las fuerzas del mal. Este libro es una joya de la narrativa dramática centrada en torno al más profundo de los problemas humanos. Su mérito es tanto literario como filosófico y ofrece una precisa introducción al movimiento psicológico más importante de nuestro tiempo.
En la primera parte de este libro, llamada, “Un psicólogo en un campo de concentración”, el Doctor Frankl nos relata que su obra, no se trata, de un relato de hechos y sucesos, sino de experiencias personales, experiencias que millones de seres humanos han sufrido una y otra vez. En otras palabras, pretende dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo incidía la vida diaria de un prisionero en un campo de concentración en la mente del prisionero medio?.
Al comienzo de este libro, durante la llegada al campo, el autor nos relata cómo fue su llegada a este. También nos relata cuando él y todos los que iban en el mismo vagón llegaron al campo de concentración. Relata que cuando llegaron a Auschwitz, fueron recibidos por un comité de bienvenida que los acogía, esto hasta en cierto modo los hacía pensar (a los recién llegados) que quizás las cosas no iban a ser tan crueles como otros contaban, ya que el campo de concentración de Auschwitz tenía un cierto respeto por las cosas que sucedían en su interior.
Llegando al campo de concentración a los prisioneros se les quitaban sus objetos personales y sus documentos de identidad y se les identificaba con un número. Después se hacía una primera selección que para algunos tendría un destino fatal. Agrupaban a los enfermos, deformes, débiles o que en resumen, tenían algún defecto para trabajar y los enviaban a alguno de los campos centrales, provistos de crematorios y cámaras de gas (esto pasaba cuando un guardia seleccionador, los mandaba con su dedo izquierdo a la fila por obviedad, izquierda).
Los trabajos forzados de los prisioneros (a los que mandaban a la derecha) tenían, a veces, una recompensa en forma de cupón. Estos cupones se podían canjear por una docena de cigarrillos o una docena de raciones de sopa. Normalmente los cupones se guardaban para la sopa, pero, gracias a ellos se podía distinguir cuando un prisionero perdía las ganas de vivir, cuando eso pasaba el prisionero se fumaba sus cigarros para “disfrutar” de sus últimos días de existencia.
Rápidamente Frankl, se dio cuenta que en el campo de concentración, había dos tipos de prisionero diferentes, uno, era el prisionero corriente, que sufría los trabajos más duros y recibía la crueldad de los soldados, mientras que los otros eran los denominados “capos”, estos eran prisioneros con privilegios y a menudo trataban a los otros prisioneros peor que los mismísimos soldados de la SS.
En psicología, existe un estado de ánimo llamado “La ilusión del indulto” en la que el condenado a muerte a punto de morir, concibe la ilusión en la que sería indultado. Lo mismo les pasaba a esos prisioneros, se agarraban a los últimos jirones de esperanza que les quedaba.
Cuando llegó el momento de la desinfección, donde se les quitaron todos sus objetos personales, Frankl perdió un manuscrito de alto valor para él, una obra que al perderla fue sin duda algo de lo más doloroso que le paso al momento de llegar al campo. Cuando estaban en el proceso de desinfección, se les afeito todo el cuerpo a los prisioneros y se les dio una pastilla de jabón. A partir de ese momento lo único que tendrían aquellos prisioneros seria su existencia desnuda. Ningún enlace material hacia su vida anterior. Después en la ducha a todos los prisioneros los embargó un humor macabro. Sabían que nada tenían que perder así que se pusieron a bromear sobre ellos mismos. Aparte del humor, otra sensación se apodero de ellos: la curiosidad, que suele aparecer ante ciertas circunstancias extrañas. Se tenía ese ánimo como medida de protección, todos deseaban saber que pasaría a continuación.
El miedo de morir continuo, lo desesperado que fue la situación y el preguntarse entre todos los miembros de una barraca sobre quien sería el siguiente abrigaba en ellos el pensamiento de suicidarse o “lanzarse contra la alambrada”, como decían ellos. Un un colega de Frankl que salió de su barracón a pesar de la prohibición y el peligro que esto significaba, les dio unos consejos alentadores, como el de tener una apariencia joven y lozana, todo esto con el fin de verse fuertes y capaces de realizar trabajos, todo con el único propósito de no ser enviados a las cámaras de gas. A los prisioneros que parecían enfermos y demacrados por fuera y por dentro eran los que más probablemente fueran enviados a las cámara de gas, a estos prisioneros se les llamaba en el campo como los “musulmanes”.
En la Fase dos, llamada como “La vida en el campo” por el Doctor Frankl, las reacciones de la fase anterior empezaron a desaparecer a los pocos días de haber llegado al campo, el shock y la fase de adulación terminaron. A todos los prisioneros los invadió un síntoma de apatía, en la que se llegaba a una especie de muerte emocional, desaparecen sus sentimientos ante la visión de cosas tétricas que ocurren todos los días (como el niño que se le hielan los pies y se medio arranca los dedos con unas tenazas), hasta que al final esas escenas se hacen habituales y se acostumbraban a ellas. Esta apatía era un mecanismo necesario de autodefensa, ya que el prisionero olvidaba todo dolor y sufrimiento y se centraba en un único objetivo, el conservar la vida propia y la de otros compañeros que era algo de lo poco o lo único que los mantenía con vida.
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