Ensayo: “El canon-herramienta: una polémica actual”
Constanza CorreaLustEnsayo31 de Agosto de 2016
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Ensayo: “El canon-herramienta: una polémica actual”
Me gustaría abordar en esta oportunidad la temática del canon, mayormente acotada al rol que cumple actualmente en las instituciones educativas, y que se presenta como una oposición entre beneficios y perjuicios para el aprendizaje de los alumnos. Me propongo tratar de establecer algunas reflexiones que ayuden a disminuir la brecha entre tales criterios que parecen ser tan contradictorios.
Por un lado, no podemos obviar el hecho de que el canon es una construcción cultural y que como tal no puede evitar responder a determinados objetivos de la clase dominante. Esto se ve claramente reflejado en el hecho de que las currículas vengan condicionadas por decisiones ministeriales que proponen una serie de “contenidos mínimos” a los cuales se deberán adecuar las lecturas, o incluso una lista de libros que los estudiantes TIENEN que leer, pasando por alto, en la mayoría de los casos, reflexiones acerca de aquellas realidades que se están excluyendo a la hora de no elegir determinadas lecturas.
Sin embargo, y más allá de todos aquellos argumentos con los cuales podemos arremeter contra esta especie de imposición que puede ser el canon, tampoco podemos pasar por alto que el mismo, si se tienen una serie de principios claros, puede llegar a ser una herramienta muy valiosa a la hora de orientar un aprendizaje. H. Bloom sugiere que el canon resulta una ayuda a la hora de seleccionar en cuáles textos conviene invertir el poco tiempo que la vida nos otorga. Es una realidad que desde la docencia es muy poco el tiempo del cual se dispone, y menos aún la escasa voluntad de los alumnos a la hora de tener que enfrentarse con los textos. De este modo, podemos plantear la utilización de un canon como un instrumento de organización, de simplificación de esta difícil tarea que se presenta a la hora de elegir “qué les hacemos leer a los chicos”.
Llegando a este punto se presenta la verdadera problemática: ¿cómo hacer que el canon nos sirva como herramienta sin caer en las imposiciones que suele traer aparejadas? ¿Qué criterio es el realmente válido a la hora de decidir por qué les daremos determinados textos, y no otros?
Primeramente, considero que es necesario que se flexibilice este concepto tan estructurado del canon a la hora de aplicarlo a una práctica concreta. Resulta mucho más producente orientar a los alumnos en el “bosque literario” sugiriendo determinadas lecturas entre las cuales ellos sean quienes decidan cuál camino tomar. Pero sabemos que este criterio no puede quedar librado plenamente al gusto personal de cada uno, si no que será necesario reveer los objetivos que esperamos que nuestros alumnos alcancen como fin último de estas lecturas (más allá, claro está, del goce estético).
Luego de haber leído los autores propuestos por la cátedra, y sumando a esto mi experiencia como alumna, he llegado a formular la hipótesis de que una persona no es propietaria de un único canon, sino que en su imaginario confluyen una serie de los mismos: aquel que es el dictaminado por la llamada “cultura oficial”, aquel que nos corresponde como humanos del silgo XXI, aquel que nos es propio como portadores de una nacionalidad identitaria, y, entre otros, nuestro “canon personal” moldeado de acuerdo a nuestra sensibilidad frente a determinados autores.
He visto como, a la hora de establecer esta especie de “canon-herramienta” del cual hablamos, predomina uno u otro canon: profesores tradicionalistas que consideran que no podemos dejar de aprender de las grandezas universales como Cervantes, Shakespeare o inclusive agobiar a los alumnos que poco entienden del proclamado esplendor del Mío Cid; o quien cree que es de relativa importancia que los alumnos adquieran el material que tan gentilmente nos ofrecen las editoriales de turno
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