Farenheit
alineppdenise9 de Junio de 2013
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“…Cuándo en la oscuridad olvidamos lo cerca que estamos del vacío, algún día se presentará y se apoderará de nosotros, porque habremos olvidado los terrible y real que puede ser…” Fahrenheit 451 nos toca los puntos más vulnerables del ser humano: la felicidad, el dolor y el conocimiento. Basándonos en la historia de Guy Montag como personaje principal; y su repentina curiosidad surgida de algún lugar tal vez no muy profundo de su ser.
Bombero de oficio; no uno común y corriente: Un bombero “creador” de bienestar y en muchos casos de “satisfacción”. Con una ética muy cuestionable tal vez no por él cómo persona física, pero sí cómo ser humano. Dedicado a apagar los chispazos de luz que pueden crear un tormento en las mentes de las personas influenciadas por estas luciérnagas. Una labor que se ha convertido en un deber casi imperceptible y mecánico por parte de aquellas personas dedicadas a llevarlo a cabo. Declarado a sí mismo abruptamente: perdido.
Montag resignado…“Mildred, Millie…”. Casado con una mujer casi irreconocible para los ojos de su alma y totalmente nueva en su conocimiento. Una mujer a la cual no puede ni siquiera adivinar el significado de su sonrisa. Abstraída en un mundo de felicidad inmediata y estímulos fríos. Una mujer limitada a respirar cada mañana, sin otorgarle importancia más que a sus ojos que ven y sus oídos que oyen.
Montag, fénix “…No le temo… Al fin y al cabo, usted no es más que un hombre…”. Estas son las palabras de una “niña” que logran retumbar en la cabeza de Montag, y dan pié al cambio, al despertar. Clarisse, la mujer descalza con la mente abierta, la mujer con recuerdos. Aquella que le resulta familiar, aunque desconoce lo que aquello signifique.
Montag, en conflicto. “La anciana… los libros… mi mano… El Capitán…el miedo, el sabueso…” Enfrentándose a una situación prácticamente nueva en su historia, la pérdida de algo que aún no sabe reconocer ni definir: ¿Le ha otorgado algo o se lo ha robado? Meses sin ver a Clarisse, ha muerto. Y cómo si no fuera suficiente su mano ha tomado vida propia, ha decidió cambiar el rumbo aún a pesar que su mente no ha tomado la decisión.
Montag con miedo, “Los libros no dicen nada… Todos arman jaleo, apagan las estrellas y extinguen al sol, uno acaba por perderse” Sin saber hacia dónde dirigirse con las manos tras el cuerpo y la mirada nerviosa, ha comenzado a sentir, ha comenzado a experimentar. Su capitán, el capitán Beatty lo tiene en la mira, y sabe lo que éste ha planeado sabe lo mucho que tiene que decir. Sabe que Montag está pensando. Y sabe que Montag quiere pensarlo. Comienza el intento de frustración, quiere desubicarlo, quiere que pierda la cabeza, anhela debilitarlo. Pero Montag comienza a pensar, intenta hacer reaccionar a Millie desea hacerla reaccionar busca encontrar a alguien en ella, a alguien real; Montag comienza a recordar y Feber vuelve a su cabeza, no lo conoce bien, no ha hablado con él pero siente que puede ayudarle. Conoce de frente la decepción en figura de Millie, adopta la confianza en manos de Feber.
Montag, decidido “paloma en la playa” guiado a lo que debe de hacer. Sabe lo que tiene que hacer, lanza despropósitos hacia aquellas personas dormidas, saca el coraje que ha guardado en su alma, fluye con los pensamientos que recientemente se ha arremolinado en su mente pero que corren con una fuerza vertiginosa que roza con la impotencia de sus palabras atropelladas como si estás hubieran estado guardadas milenios atrás. Saca a la luz un secreto bien guardado y se muestra vulnerable, el libro que ha de hacerlo revivir.
Montag corriendo tras un sueño “¿Cuántas veces puede hundirse un hombre y seguir vivo?” ha eliminado de su vida aquello que no logra hacerlo pensar. Y aunque es perseguido como un corto de acción se siente más liberado que en
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