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Gino Germani Y La Transición A La Modernidad

angiisoniika16 de Octubre de 2013

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Gino Germani y la transición a la modernidad

Conocido como el fundador de la sociología argentina (Izaguirre, 2005), Gino Germani fue también el autor de unas de las teorías de la modernización más originales del siglo pasado. Con ella, este autor ítalo-argentino, intentó explicar el paso de una sociedad tradicional a una sociedad industrial en América Latina. Bajo la lógica de esta teoría, nuestro continente era caracterizado como una sociedad que experimentaba fuertes y aceleradas transformaciones, donde el trazo fundamental era el paso de una sociedad tradicional a una desarrollada. En esta transición sería posible observar la coexistencia de formas sociales pertenecientes a diferentes épocas. Lo que implicaría un alto grado de conflictividad por la continua ruptura con el pasado, generando consecuencias en las instituciones, en los grupos sociales y en la conciencia de las personas (Germani, 1973b). Este fenómeno era denominado por el autor como la teoría del "dualismo estructural", el que se entendía como la coexistencia en una misma sociedad de dos o más formas estructurales dadas, en tanto "tipos ideales". Esto se debería a la existencia de "asincronías" en los procesos de cambio social, es decir, descompases, ajustes y atrasos (en relación a cambios esperados para una determinada estructura) en diferentes dimensiones de la vida social (culturales, motivacionales, políticas, etc.). La asincronía implicará la convivencia de lo que Germani entendía como formas declinantes (sobrevivencias tradicionales), básicas (configuraciones modernas en el presente) y formas emergentes (orientaciones que anticipan un estado futuro de la sociedad moderna).

Para este autor (Germani, 1971), el requisito universal mínimo para la existencia de cualquier sociedad industrial-moderna era la secularización de todas las dimensiones de la vida social. Específicamente: I) el predominio de la "acción electiva" (las acciones humanas se sustentan en la realización de elecciones individuales), que substituye un marco normativo determinado por una "acción prescriptiva"; II) la especialización creciente de las instituciones y la emergencia de sistemas de valores específicos y relativamente autónomos para cada esfera institucional; III) así como la institucionalización creciente del "cambio", el que pasa a ser previsto por las propias normas que la sociedad se da para existir.

Un recurso analítico empleado por el autor para comprender este proceso de secularización fue la aplicación de las "variables-pauta" de Parsons, probablemente uno de los elementos por el que es más conocido y a la vez simplificado. Así, en las sociedades tradicionales predominarían los papeles adscritos, difusos, particularistas y afectivos; mientras que en la sociedad industrial se vuelven más relevantes los de tipo universalista, de desempeño, específicos y afectivamente neutros2.

La transición a la modernidad no se produciría linealmente ni sin conflicto, al contrario, las asincronías serían un rasgo universal de la transformación social, sobre todo cuando es un cambio que no es ni dirigido ni planeado. Las transiciones de los diferentes países variarían en velocidades y secuencias por las diferentes circunstancias históricas que cada sociedad debe enfrentar.

Es interesante destacar que la explicación causal de los cambios sociales no es interpretada por este autor epifenoménicamente, o sea, a partir de un único factor,

por el contrario, asume una causalidad recíproca. Los procesos de desarrollo económico – el que es entendido como crecimiento autosustentable – condicionan los procesos de modernización social y política, tanto como estos últimos se condicionan entre sí o condicionan el propio desarrollo económico. De ahí que no resulte extraño encontrar en sus textos explicaciones que conjugan diferentes variables simultáneamente, a contracorriente de las tendencias deterministas reinantes en la época.

A pesar de la enorme influencia que Germani ejerció en su generación, fuertes críticas se ciñeron sobre sus principales postulados. Principalmente lo que se cuestionaba era el hecho de que su propuesta de transición de una sociedad tradicional para una moderna suponía situar a las sociedades industriales avanzadas como modelos o metas que inevitablemente serían alcanzados por los países atrasados, lo que implicaba desconsiderar los contextos históricos estructurales específicos de cada país. Asimismo, la dicotomía tradicional/moderno presumía necesariamente un origen y un destino dado, un "deber ser" del desarrollo con fuertes ribetes normativos, cuya simplificación dicotómica envuelve un grado de deshistorización analítica que no considera la particularidad de cada país, pues la preocupación es la búsqueda de "completud" del modelo de modernización europeo (Larraín, 1989). Desde otra perspectiva, específicamente desde la trinchera del particularismo latinoamericano, se cuestionó el paradigma desarrollista – y a Germani con él – por no dar suficiente espacio a la cultura en su reflexión, considerando la modernización como una mera opción tecnológica, como una tecnología de la transformación social programada (Morandé, 1987).

En gran medida estas críticas, en mayor o menor grado, han hecho eco o han ayudado a reproducir la idea de que la propuesta de Germani es una mera aplicación de la teoría de la modernización parsoniana en versión latinoamericana. Este reduccionismo ha contribuido a obstaculizar la difusión y actualización del pensamiento germaniano3. Enhorabuena el trabajo de Alejandro Blanco (2003) ha hecho cada vez más difícil seguir sosteniendo esta visión simplificada, pues ha proporcionado bastante evidencia para mostrar que, no obstante la obra de Parsons resulta convergente con parte de la Teoría del Desarrollo germaniana, el uso efectivo de aquélla por Germani sería en un tono sumamente heterodoxo, siendo Parsons, por lo demás, una de las tantas fuente teóricas empleadas por el autor de Política y Sociedad en una época de transición, entre las que es posible encontrar influencias a todas luces contrarias al estructural-funcionalismo como Mead y otros críticos a esa escuela.

En esa misma línea, otros autores (Domingues e Maneiro, 2004) también han remarcado que la contribución de Germani no se reduce a una buena aplicación de la teoría parsoniana al continente, pues la arquitectura teórica de Germani estaba bien consolidada antes de la aplicación de las "variables-pauta". Es más, para estos autores, la novedad en la interpretación de la modernidad estaría dada por la aplicación del concepto de "acción electiva", pues implicará otorgar al

concepto de libertad un lugar analítico central mucho antes de que otras teorías sociales la incorporasen a su acervo conceptual.

No está demás situar la contribución de Germani en el contexto de época en el que estaba inmerso. De hecho, la discusión sobre subdesarrollo/desarrollo y sus posibles trayectorias fue determinada fuertemente por la disputa de diferentes modelos de desarrollo que intentaban mostrar su superioridad como alternativas. La idea de "ventajas del atraso" es un buen ejemplo del espíritu y de la confianza en la posibilidad de modelar y dirigir la sociedad hacia un norte determinado que permitiese la superación de los obstáculos que truncaban el desarrollo del continente (Moore, 1975). La creencia era que los países en proceso de transición podían sacar lecciones de las experiencias de otros que ya hicieron el pasaje a la modernidad, dando origen a otras vías de desarrollo.

Por lo anterior, es justo recalcar que, para Germani, la transición a la modernidad no era un camino lineal hacia una industrialización que replicara la modernización europea. Para este autor no existiría un tipo único de sociedad industrial, por lo que consideraba necesario dejar en el análisis un amplio margen para variaciones estructurales y culturales, en coherencia con la noción de que los diversos subprocesos de las transformaciones tienen ritmos diferentes y con variadas secuencias (he aquí otra dimensión del concepto de asincronía). Los tipos opuestos de sociedad serían extremos de un continuum pluridimensional cuyas diferentes formas de transición pueden derivar en múltiples experiencias de sociedad. Así la dicotomía tradicional/moderna debe ser comprendida como tipos ideales analíticos y no históricos. Por ello, no obstante moderno parecía ser sinónimo de europeo u occidental, el desafío de nuestros países era, según sus mismas palabras, construir su propio modelo de "modernidad", de manera que no traicione su herencia cultural (Germani, 1973a, 81).

Un aspecto que puede ser explorado como un desafío de actualización del pensamiento de Germani es su posible rehabilitación – con las salvedades pertinentes - mediante el empleo de la Teoría de Sistemas de Luhmann. Efectivamente, la Teoría de Sistemas podría revivir tópicos de la contribución germaniana tanto por el trazo funcionalista en común, como por el hecho de que en la visión sistémica está contenida la idea de transitoriedad, por la descripción de la modernidad como un permanente proceso de diferenciación funcional de sistemas. Tal como lo expresa uno de los más importantes expositores latinoamericanos de la teoría de sistemas:

Desde Germani en adelante, es imposible no pensar en los dilemas de la diferenciación funcional latinoamericana. Su teoría de la asincronía – en que en cuentas resumidas describe niveles

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