LA NARRATIVA EN LA CONSTRUCCION DEL RELATO: AUNQUE NO TODO ES FICCION
Ana BarbaEnsayo21 de Diciembre de 2022
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LA NARRATIVA EN LA CONSTRUCCION DEL RELATO: AUNQUE NO TODO ES FICCION
PARA ESTE TRABAJO CONSIDERE LA PROPUESTA De la autora Ana Maria Amar Sanchez, sobre genero literario, que debate la narrativa o novela policial y el relato de no ficción y la otra propuesta a cerca de las narrativas trasmedias aplicadas a diversos generos como el periodismo, el documental, radio, comics, videojuegos etc., en el marco de la reflexión sobre las nuevas formas de producción, circulación, legitimación, recepción-publico prosumidor que atañe a todas las industrias de la comunicación.
Hablamos de la narrativa cuando hacemos referencia directamente a narrar como hecho central. Narrar quiere decir contar o relatar acontecimientos que componen una historia. El género narrativo es uno de los géneros más grandes de la literatura, cuyos textos pueden exponerse mediante la oralidad o la escritura. Cada uno de ellos relatan hechos o historias que pueden ser ficción o no.
En el relato de los hechos Amar Sanchez hace referencia a:
los años ´60 cuando comenzaron a aparecer textos vinculados al género novela de No-Ficción, o conocido en EEUU como “Nuevo Periodismo”, con autores como Capote, Mailer y Wolfe considerados los iniciadores del género. Sin embargo, antes en Argentina, Rodolfo Walsh había publicado su obra “Operación Masacre” (1957) iniciando el cuestionamiento de los postulados con que se piensa la literatura, permitiendo otro enfoque de la narrativa y su relación con el papel de los medios de comunicación.
En el texto la autora sostiene que los relatos de no-ficción no son solamente transcripciones de hechos más o menos significativos, sino que plantean una cantidad de problemas teóricos debido a la relación que se mantiene entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa. Toman como premisa básica el uso de un material que se debe respetar, que no pueden ser modificados por las exigencias del relato (como ser distintos registros, grabaciones, documentos, testimonios comprobables, etc), pero que, el modo de disponer de ese material y su narración producen particulares transformaciones: ponen en escena una versión con lógica interna; no son una “repetición” de lo real, sino que constituyen otra realidad, que se rige por leyes propias.
Tom Wolfe sostiene que el nuevo periodismo es simplemente una realización de los objetivos del realismo: es un regreso a un conjunto de técnicas dejadas de lado por la alta literatura durante los años 60, se trataba de hacer un periodismo que pudiera ser leído igual que una novela, que fuera posible escribir artículos que sean fieles a la realidad, pero empleando técnicas propias de la narrativa, o sea, hacer un “periodismo literario”. De esta manera, Wolfe valoriza el género, en la medida en que supera o elimina las leyes de objetividad, distancia y neutralidad periodística, recurriendo a lo que denomina “artificios literarios”, como el monólogo interior, los diferentes puntos de vista, etc. Y aquí se presenta otra de las polémicas de la no-ficción, su contacto con la realidad y con la verdad de los hechos.
Según la autora, esta discusión entre Periodismo y Relato de No-Ficción queda ligada al debate que se produce en torno a la condición literaria o no del género, el contacto con los medios masivos convierte a los textos en sospechosos, a la vez que el acercamiento a formas artísticas más elevadas complica su ubicación. Así, en la reflexión de estos relatos, las oposiciones parecen multiplicarse periodismo/literatura, forma/contenido, técnica/temas, objetividad/subjetividad, ficción/realidad.
De lo anterior, se establece la dificultad para pensar el género, que se juega en el cruce de dos imposibilidades: por un lado, la de mostrarse como una ficción, puesto que los hechos ocurrieron y el lector lo sabe; y por otro, la imposibilidad de mostrarse como reflejo fiel de esos hechos, porque lo real no es descripto tal cual es, ya que el lenguaje es otra realidad e impone sus leyes, de algún modo recorta, organiza y ficcionaliza. El relato de no-ficción se distancia tanto del realismo ingenuo como de la pretendida “objetividad” periodística, produciendo simultáneamente la destrucción de la ilusión ficcional, manteniendo el compromiso de fidelidad con los hechos; y de la creencia en el reflejo exacto e imparcial de los sucesos, utilizando formas con un fuerte verosímil interno, como el caso de la novela policial.
La transformación social que representaron los 60 incidió en la crisis de la narrativa: un periodo de conmoción como ese planteó la posibilidad de una presión de lo real de la que no podrían hacerse cargo formas ya desgastadas como el realismo.
El género no ficcional propone una escritura que excluye lo ficticio y trabaja con el material documental sin ser por eso realista, pone el acento en el montaje y el modo de organización del material rechaza el concepto de verosimilitud como ilusión de realidad que puede reflejar fielmente los hechos.
El discurso no ficcional parece surgir allí donde se cruza una necesidad de fractura y renovación literaria con circunstancias históricas en las que los acontecimientos (revoluciones, luchas, crímenes políticos,etc) no precisan de lo imaginario para constituirse en relatos como si pertenecieran a una realidad de por sí suficientemente literaria. Realidad y ficción se transforman simultáneamente al estar en contacto y los límites entre ellas se vuelven imprecisos.
Aunque la no ficción se construye en estrecho contacto con el periodismo, esa función desmitificadora opera descubriendo su verosimilitud: lejos de contribuir a la alienación y manipulación que se les atribuye a los medios masivos, parece oponerse a ellas en la medida en que subvierte el conjunto de convenciones que lo sostiene. La alternativa que provee la técnica está en estrecha relación con una época de grandes cambios y hace posible el acceso de un público masivo a las nuevas formas culturales. Por eso el uso de estas técnicas provenientes de los medios de comunicación permite también un proceso de transformación de las formas literarias.
En relación con la cultura de los medios, puede caracterizarse su función, la de generar una propuesta de salida para la situación de la literatura actual, es decir, la de rescatar e impedir el olvido de los hechos que deben perdurar como inolvidables.
En la obra de Walsh, a la autora le interesa analizar cómo se configura el discurso no ficcional con respecto al periodístico, que retiene de este y que transforma. Si la no ficción puede pensarse como una forma desmitificadora que expone y desnuda el código periodístico, es porque se construye a partir de él y conserva numerosos puntos de contacto. Considerar las relaciones de género con el periodismo implica entonces tener en cuenta las discusiones en torno a la cultura de masas y los medios de comunicación. Debe aceptarse que todo uso de los medios presupone una manipulación.
En un sentido amplio, la manipulación significa una intervención consciente, técnica, en un determinado material. Ahora cuando se produce sobre un material informativo o testimonial, los hechos pueden ser falseados u ocultados. Esta es una primera distinción entre las versiones de la prensa y las de los relatos testimoniales. La mayoría de los relatos no ficcionales se escriben para denunciar omisiones y errores de la prensa. La verdad de los hechos está en la reconstrucción oficionario, el periodismo falsea y hace ficción.
En el relato construido, el concepto de manipulación es indispensable para entender las posiciones frente a los medios y a la cultura masiva, esta clase de manipulación no puede negarse en ningún género que trabaje lo documental. La realidad es mediada, por consiguiente, es una realidad mediatizada.
Otra característica que define la especificidad del género, es la Subjetivación, como la presencia relevante de los sujetos, en particular de los que se hacen cargo de la enunciación. La posición del sujeto queda expuesta, es notoria y no equivale a la subjetividad, sino que se acepta que todo relato acerca de hechos acaecidos es una versión conformada por un sujeto, y que la verdad es el resultado de una construcción, producto de una perspectiva de alguien que anuncia, testimonia y construye.
Puede pensarse que la escritura de Walsh se reconocen procedimientos particulares que atraviesas sus relatos por igual, sean cuentos o no ficción. Dos procedimientos son dominantes, la omisión y repetición, que se complementan entre sí. El trabajo sobre la omisión se reitera con diferentes características, determina incluso el modo de organización narrativa. Omitir supone aceptar que ciertos contenidos no necesitar ser explicitados porque están suficientemente claros. Por el contrario, en los textos de Walsh la naturaleza de lo silenciado es justamente un espacio de conflicto o ambigüedad, donde se juega la significación de los relatos, nunca un sentido dado.
En Walsh el procedimiento o prevé un lector capaz de cooperar en muy diversos planos. Un lector que pueda leer lo omitido y encuentre allí posibilidades significativas. El texto se apoya en una competencia del lector y de algún modo también contribuye a producirla. Lo que ni se dice vale como lo que se dice.
La repetición contribuye a construir la subjetivación, fijan detalles y acercan a los personajes por la acumulación; expone y confirma lo ya señalado
Este sistema acumulativo de repeticiones es también uno de los modos en que el narrador abandona toda objetividad y toma partido. Las reiteraciones producen otra clase de sentidos. Subrayan las denuncias y las pruebas. El prólogo de Operación Masacre desarrolla las variantes de acumulación reiterativa. A partir de las primeras líneas (el texto se abre con “la primera noticia sobre los fusilamientos clandestinos”), el narrador se hace cargo de esa historia silenciada en torno a la muerte; se desencadena entonces la repetición. El funcionamiento de la repetición, contribuye a destacar el carácter constructivo de estos relatos.
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