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La No Ficción

analm2 de Noviembre de 2014

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La no ficción: en el límite entre el periodismo y la literatura

Nuevo Periodismo: el constante cruce de la realidad y la ficción (*)

Introducción

En los años sesenta surge en Estados Unidos el Nuevo Periodismo, también denominado género de no ficción; considerado como una nueva tendencia en la forma de hacer periodismo que proponía traspasar los límites del modelo objetivo de la prensa tradicional. Su surgimiento vino a poner en tela de juicio el ideal de transparencia y objetividad que prevalecía en la forma clásica de ejercer la profesión, donde la ética periodística estaba más bien vinculada a la neutralidad de los mensajes, herederos de la concepción funcionalista de la comunicación como mera transmisión de información.

En estos años, los medios de comunicación se vieron superados por su entorno social, en tanto se tornaron incapaces de transmitir con profundidad, conciencia y frescura acontecimientos tan desconcertantes como los asesinatos de John y Robert Kennedy, los paseos espaciales, la guerra de Vietnam, los disturbios raciales, la cultura underground o las nuevas voces de la juventud norteamericana. Por su parte, esta nueva tendencia no sólo pretendía recuperar los viejos preceptos del periodismo: investigación, denuncia, pluralidad de voces y compromiso ético, sino que vio en su contexto social nuevas temáticas para abordar, donde los mismos acontecimientos parecían extraídos de una obra “literaria”.

El periodismo tradicional debía ser un registro riguroso de la “realidad objetiva”, en cambio, en el Nuevo Periodismo “realidad” y “ficción” se transforman, y los límites se hacen difusos. De este modo, nace la novela de no ficción, de la mano de Truman Capote, en Estados Unidos, y de Rodolfo Walsh en Argentina. Sus obras tienen propósitos disímiles, sin embargo, ambos autores se sirven de los recursos literarios para narrar sucesos reales, basándose en investigaciones periodísticas serias y elaboradas.

Otros representantes de esta corriente fueron los periodistas norteamericanos Tom Wolfe, Norman Mailer y Hunter Thompson, quienes bregaron por una calidad estilística y narrativa que había sido dejada de lado por el periodismo tradicional, en pos del ideal de transparencia y sistematización de la información.

Nuevo Periodismo: formas y estilos

Uno de los principales rasgos que distingue al Nuevo Periodismo es la importancia que se le otorga a la forma de transmitir la noticia. Con el objetivo de captar la atención del lector, se trata de involucrarlo en la recreación del acontecimiento. En este sentido, Tom Wolfe creó una serie de procedimientos estilísticos vinculados al proceso narrativo, con el objetivo de enriquecer la trama de los relatos:

a) Punto de vista de la tercera persona: en este recurso el narrador desaparece, dejando hablar al protagonista del texto, presentando al lector cada escena a través de la mirada del personaje, mostrando sus particularidades y sensaciones.

b) Construcción escena por escena: se pretende realizar una reconstrucción del escenario de la historia, describiendo las acciones y caracterizando a los personajes.

c) Diálogo realista: en las citas textuales se incluyen modismos y jergas utilizados por el personaje en cuestión, con el fin de retratarlo de una manera más íntima.

d) Descripción significativa: en este punto se contemplan aspectos vinculados al entorno más cercano al personaje: miradas, hábitos, gestos, formas de vestir, comportamiento y modos de interacción: detalles simbólicos que permitían ilustrar el marco de cada escena.

Además de las estrategias introducidas por Wolfe, pueden enumerarse otros recursos que fueron largamente utilizados dentro del Nuevo Periodismo:

- Caracterización compuesta: esta técnica propone la utilización de un personaje ficticio como prototipo de una serie de personajes reales. Fue un recurso severamente criticado por diluir explícitamente la línea entre periodismo y ficción, sin embargo, ha sido fructífero en ciertos trabajos donde se pretendía preservar la identidad de las personas involucradas.

- Nuevo lenguaje periodístico: este recurso hace uso de los dotes de cada periodista, quienes usan su propio lenguaje para dar un tinte personalista a sus artículos. Algunos autores prefieren adoptar la forma de hablar de los protagonistas.

- Metaperiodismo: esta es una tendencia que se exige a si misma dar pautas de su propia elaboración, con el objetivo de demostrar la veracidad de sus artículos, describiendo detalladamente los procesos de la investigación.

- Imágenes: la fuerza de la imagen es utilizada para lograr un mayor acercamiento emocional al lector. Las imágenes no se limitan a ser fotografías indiciales; también se utilizan repeticiones de palabras, ilustraciones y caricaturas, con el objetivo de lograr un impacto visual, apelando al mundo sensorial del lector.

Podemos nombrar otros recursos utilizados por esta corriente, tales como la convención dramática, que tiene como objetivo narrar los hechos en la forma en que habían sucedido; los retratos y semblanzas, que incluían el perfil psicológico y biográfico de los actores, y por último, el estilo indirecto libre, donde el autor se introduce en el personaje y habla a través de él, expresando la fluctuación de un enunciador entre un punto de vista exterior y la adopción del punto de vista del personaje.

El sello de autor

El Nuevo Periodismo resalta el protagonismo de sus artífices. Proclama su presencia en las calles, bien cerca, y en lo posible, dentro del acontecimiento. No sólo importa el haber estado allí, lo imprescindible es aquello que el periodista puede aportar con su propia visión del mundo. Desde esta corriente se reivindica a la subjetividad como vía para llegar a la verdad de los hechos, partiendo de la premisa de que no hay una sola realidad, sino tantas realidades como testigos, por lo tanto, es importante saber de quién la percibimos y cómo el autor las vivió.

Diferentes estilos, la misma base

Los relatos de no ficción tienen la particularidad de basarse en materiales e investigaciones periodísticas, cualquiera sea su registro. Éstos materiales deben ser respetados. Sin embargo, en el modo de disponer de dicho material y su narración pueden producirse transformaciones, por lo tanto, no se muestran como una repetición de lo real, sino que constituyen otra realidad regida por leyes propias. De esta manera, se narran sucesos reales, aplicando técnicas de la ficción. Esta narrativa da lugar a un juego ambiguo de lecturas: los relatos de no ficción pueden leerse como textos periodísticos y como literarios.

Asimismo, los textos no ficcionales tienen como rasgo fundamental la búsqueda de la verdad de los hechos. La verdad que muestran es la verdad del autor, de aquí la importancia de la relación entre verdad y sujeto.

Esta corriente rechaza el concepto de verosimilitud como “ilusión de realidad”, como intento de hacer creer que el texto es un reflejo fiel de lo real.

Polémicas sobre el género

Si analizamos las características de la no ficción dentro de los límites que nos ofrece el concepto de género, el cual nos provee un conjunto de normas para ordenar y clasificar a los textos, nos situamos en una tensión constante, puesto que este tipo de relato no sólo irrumpe sobre ciertos preceptos clásicos del periodismo, sino que también cuestiona muchos postulados de la literatura.

Históricamente, la novela está asociada a la ficción, es decir, a la narración de hechos imaginarios. En igual medida, la tradición periodística ha logrado imponer una estructura para la redacción de noticias, prescindiendo de recursos estilísticos vinculados a la literatura.

De todos modos, los mecanismos para narrar hechos reales como ficticios son similares. Utilizamos los mismos recursos tanto cuando inventamos una historia como cuando damos cuenta de un hecho vivido: en ambas situaciones realizamos una construcción de la realidad, a través del lenguaje.

Todas estas cuestiones parecen dejar de lado que tanto la noticia como la novela tienen un origen común como discurso: la noticia es una narrativa natural que remite a acciones de personas y es presentada por un narrador como un suceso verdadero, vinculado a un mundo que resulta cercano a los interlocutores. Por cuestiones pragmáticas, las noticia es un reordenamiento de una narrativa natural, porque responde a un acto de habla global –informar- y estratégicamente utiliza un orden diferente, destacando el hecho noticiable por sobre la historia del suceso.

Ana María Amar Sánchez, en su libro “El Relato de los hechos”, expresa las distintas vertientes de las discusiones en torno a la no ficción como género. La autora sugiere hablar de un discurso narrativo no ficcional, término que evita las limitaciones de toda clasificación e incluye a diversas clases de textos cercanos tanto al periodismo como a la ficción, siempre y cuando sean transformados narrativamente.

Sánchez afirma también que el género de no ficción “se juega en el cruce de dos imposibilidades: la de mostrarse como una ficción, puesto que los hechos ocurrieron y el lector lo sabe y, por otra parte, la imposibilidad de mostrarse como un espejo fiel de esos hechos. Desde esta perspectiva, lo real no puede describirse “tal cual es” porque el lenguaje realiza su propia construcción, imponiendo sus leyes: de algún modo recorta, organiza y ficcionaliza.”

Los principales exponentes

Los narradores norteamericanos Capote y Wolfe son señalados como los iniciadores del género novela de no-ficción. Sin embargo, ocho años antes de que Capote escribiera

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