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La Belleza Del Dolor


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2014  •  3.147 Palabras (13 Páginas)  •  202 Visitas

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La belleza del dolor

Oscar Wilde, en el De Profundis, dejó plasmadas páginas que se concibieron en el peor de los escenarios, la prisión, pero que nacieron de la más profunda intimidad del autor, sus palabras son las de un herido poeta que narra las desventuras de un amor desdichado y trágico, el amado que es inspiración también es condena, la relación sentimental que Wilde tuvo con Alfred Douglas, un menor y obviamente, del mismo sexo, degeneró en encarcelamiento. No es la primera vez que desde la cárcel se hace Literatura, pero el De Profundis no debería pasar desapercibido, su lirismo es soberbio y su calidad innegable.

Oscar Wilde se desnuda ante el lector, percibimos tan de cerca el apasionado espíritu de un escritor que lucha en un ambiente hostil en una penosa etapa de su vida, pero el sufrimiento no lo hunde ni lo destruye, al parecer, lo redime y lo eleva, y sus palabras no son palabras comunes, conmueven y nos llegan al alma. Como dice Wilde, “las riquezas y el placer son más trágicos que la pobreza y el dolor”. Este último nos confronta, nos hace crecer, nos muestra la verdad de nuestro ser, nos da espacio a la reflexión y al más recóndito conocimiento propio. El dolor nos habla al oído y nos murmura al alma: “El dolor es lo más sensible que existe en el mundo”, dice Wilde, para este último no hay nada en el mundo espiritual que el dolor no pueda alcanzar.

El De Profundis constituye una de las más hermosas y conmovedoras obras de la Literatura, es más que la carta de un presidiario homosexual a su amado, es más que la narración de la vertiginosa caída de un escritor excepcional, es más que la historia de un amor desigual y desafortunado, es la vida misma de Wilde, es un grito desde la interioridad que paraliza y estremece a quien lo escucha; una vez más presenciamos el resultado de quien escribe- y nace para hacerlo- ante una dura situación: una espléndida obra de arte, un clásico literario. En palabras de la prologuista F.L.Cardona: “La prosa de Wilde del De profundis es de lo mejor de su repertorio… muestra como era en su más íntimo espíritu el poeta… si el autor hubiera insistido en este estilo quizá hubiéramos descubierto un lírico de alcances insospechados”.

Hablar de Wilde nos podría llevar muchísimo tiempo, habría mucho que contar, en esta breve reflexión solo abordaremos el De Profundis, sin descuidar la perspectiva del curso: el escritor y su lugar. Esta obra comienza hablando de la espera, aquella que se tornó tan larga como agónica para Wilde, quien en los dos años que hasta ahora llevaba en prisión no había recibido ni siquiera una noticia de su amado, lo cual resultaba terriblemente doloroso, ya que al parecer, esto era lo menos que podía hacer Alfred Douglas. ¿Pero cómo podría reaccionar Wilde ante esta situación? ¿Acaso tenía otra alternativa? Wilde tenía que escribir y escribió. Aunque para un escritor escribir sea una tarea, sea una responsabilidad: su vida misma. Hacerlo en estas condiciones no era nada sencillo: “Piensa que si te causa pena leer estas líneas, harto más me causa a mí escribirlas”, afirmó Wilde. Pero quien nace con esta vocación en las venas, vive, agoniza y muere por ella. El espíritu de un escritor difícilmente es doblegado. Oscar Wilde vivó penurias en la cárcel, experimentó en carne propia la peor de las soledades, la más pavorosa tristeza, y la más cruel de las agonías. Estaba hundido en la degradación y la vergüenza, y aun así tomó papel y lápiz, y aceptó, afrontó y plasmó su realidad. Wilde sabía que el que huye jamás alcanza libertad: “En ese momento comprendí que solo me restaba aceptarlo todo”, dice textualmente nuestro escritor en su carta, más tarde agrega que por más extraño que resultase, era feliz, porque había llegado hasta lo más hondo de su alma. Y es lógico que cualquiera se pregunte: ¿Es que acaso se puede ser feliz así? ¿Cómo Wilde puede decir tales palabras después de haber perdido su nombre, su posición, su libertad, su fortuna, e incluso, sus hijos? Es casi inevitable no recordar las palabras del libro de Eclesiastés: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo”. Entonces, ¿El dolor también es hermoso? Quizá sí.

Claro está, para entender la belleza del dolor, debemos mirarlo bajo la perspectiva de Wilde y conocer la relación que este mantuvo con aquel. Cabe destacar que Oscar Wilde antes de ir a prisión, aunque vivió sumergido en los placeres mundanos, ya abrazaba de alguna forma al dolor: “Yo te abrí mi casa, mi hogar y mi corazón. Hice mío tu dolor para ayudarte a sobrellevarlo”, afirma Wilde en el De Profundis. ¿Alguien tendrá dudas del amor que le tenía Oscar Wilde a Alfred Douglas? Lo compartía todo con él, su tiempo, su dinero, su propia vida y hasta sentía y hacía suyo el dolor de Douglas.

El dolor es indispensable en la vida de los reclusos, él es quien da sentido a esta y quien hace posible que no se extravíe la noción de identidad. El sufrimiento acompaña al pensamiento, la aparición del segundo supone la presencia del primero, para quien está privado de libertad toda meditación duele, pero meditar es necesario y sufrir al hacerlo también, Oscar Wilde asevera lo siguiente:

“Los que estamos en la cárcel y en cuya existencia no hay más pensamientos que los de

los sufrimientos, medimos el tiempo por las pulsaciones del dolor y el índice de las amarguras.

Es en lo único que podemos pensar. El sufrir… es el objeto por el cual existimos, pues es el

único que nos permite saber que vivimos, y el recuerdo de nuestros sufrimientos pasados es

indispensable, como garantía y demostración de nuestra permanente identidad”.

(40, 41; 1999)

El sufrir no acaba, es perdurable, infinito, Wilde dice que no puede dividirse por las estaciones del año, únicamente es posible señalar su presencia y advertir su retorno. En prisión el tiempo deja de avanzar, gira; el dolor es un ciclo interminable, lo llena y ocupa todo. Oscar Wilde también afirma que la penumbra es reina y señora de las celdas, que en los corazones solo caben noches y que todo movimiento se detiene. Mantenerse en pie se convierte en un duro reto, evitar sucumbir no será la tarea más sencilla, pero quien sobrevive a la muerte también se hace más fuerte, quien acepta su realidad también puede vencerla.

Podríamos decir que al menos dos factores contribuyeron en la no-rendición de Wilde en prisión, uno que ya mencionamos: la aceptación de todas las cosas. Ignorar, evadir o huir de la situación que atravesaba no era la mejor salida, debía

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