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La Educación En Mexico


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2014  •  1.729 Palabras (7 Páginas)  •  193 Visitas

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EL GRAN FRACASO.

Las cifras del desastre neoliberal mexicano.

Martí Batres Guadarrama

Los grupos privatizadores usualmente enmascaran sus intenciones detrás de las sugestivas fórmulas de “reforma del Estado”, “disminución del tamaño del Estado”, “desregulación”, “racionalización”, “descentralización” y otras similares. Pero con cualquier denominación la finalidad es la misma: entregar los negocios más atractivos del sector público, aquellos que tienen altas rentabilidades y que por lo mismo despiertan mucha codicia a manos privadas…Con la privatización se crearían unos cuantos magnates todopoderosos, nacionales y extranjeros, con poder irresistibles sobre los mandos estatales.

Rodrigo Borja, ex presidente de Ecuador, 1997

Lo que el autor nos quiere dar a conocer para abrir los ojos es que desde hace 30 años el gobierno empezó con el neoliberalismo aquí en México, y que a pesar del tiempo que ha transcurrido y de los horribles efectos de dicho acontecimiento, otro gobierno más opta por el neoliberalismo, el de Enrique Peña Nieto, este insiste en prolongar los sufrimientos de la nación.

Hay generaciones enteras que han nacido, crecido, y muerto en el neoliberalismo. Y estas solo han oído hablar de crisis, recortes, pobrezas, quiebras desempleo, deudas, etc.

El problema es que el gobierno mexicano se resiste al cambio y este pretende darle una vida artificial a un modelo económico que ha sido un total destrozo para los mexicanos.

Lo que este proyecto presento fue ser un ajuste necesario para superar la crisis económica de 1982, pero después empezaron las promesas de crecimiento, de bienestar, eh incluso la entrada al primer mundo. Pero como lo dije antes solo fueron promesas, porque nada de esto ocurrió, las crisis continuaron, la economía no se recuperó, el país creció, y el nuevo modelo trajo numerosos problemas, como la miseria.

El neoliberalismo ha incrementado realidades horribles como la existencia de los niños en la calle, los rechazados de las universidades, la migración de millones a Estados Unidos, la inseguridad masiva, las ejecuciones por hora, la economía del narcotráfico, el crecimiento desmedido de la economía informal, el comercio sexual callejero, la extensión de la pobreza urbana, la multiplicación de los suicidios juveniles, la sequía económica del campo, la riqueza más insultante junto c la pobreza más desoladora, la era de la corrupción financiera, el repunte de enfermedades que se suponían desaparecidas, así como el desánimo social y la muerte de miles de ilusiones de las nuevas generaciones.

El neoliberalismo fue iniciado por Miguel de la Madrid y continuado por Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox Y Felipe Calderón, y ahora Enrique Peña se aferra a darle continuidad. Esto ya tiene tantos años en el poder como los que duro la dictadura de Porfirio Díaz y ha recibido muchos nombres como: ajuste estructural, política tecnocrática, monetarismo, reconversión industrial, modernización, apertura, etc. Pero cualquiera que sea la denominación su aplicación ha sido dañina, lesiva, para la gran mayoría de los mexicanos. Con ella muchos trabajadores perdieron su trabajo, a otros más les disminuyeron el salario, y otros vieron como su empresa quebraba. El neoliberalismo destruyo la vida a millones de mexicanos, sus seguridades, sus certezas, sus mínimos de bienestar y sus expectativas en el futuro.

Después de cada gran reforma estructural que promete crecimiento viene el desastre, es un círculo vicioso que se repite una y otra vez.

Este proyecto a lo largo de cinco sexenios ha perjudicado a casi todos: profesionistas, intelectuales, académicos, obreros, comerciantes, ejidatarios, pequeños y medianos empresarios, pueblos indígenas, universidades, instituciones públicas, jóvenes, mujeres. Todos han perdido, todos están damnificados, todos menos un pequeño grupo que aparece listado como millonario año con año en las páginas de la revista Forbes.

La afectación de este modelo ha provocado respuestas muy fuertes de la sociedad. La insurgencia cívica con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, el alzamiento zapatista en 1994, el voto contra el PRI en el 2000, el movimiento que en 2006 y 2012 encabeza Andrés Manuel López, son irrupciones políticas y sociales por medio de las cuales los mexicanos han expresado, de una u otra manera su hartazgo del neoliberalismo.

La amenaza de una acelerada realización de nuevas privatizaciones, desnacionalizaciones y ajustes sociales se oferta como el cambio, cuando se trata de un simple y llano continuismo.

Este modelo ha destruido la economía nacional, ha pauperizado a las clases medias, ha llevado a los pobres a la extrema pobreza, ha sumido a un país que creció durante más de 40 años a una tasa superior al 6% anual a un mediocre crecimiento que no llega al 2% promedio en 30 años.

Las viejas generaciones ven como lo poco o lo mucho que se creó en otras épocas: la seguridad social, la estabilidad en el empleo, la movilidad social, la unidad familiar, las expectativas de prosperidad.

Cuando Enrique Peña llega con una avalancha copiada del salinismo para imponer lo más rápido posible las llamadas reformas laboral, educativa, de telecomunicaciones, energética, fiscal, etc., prometiendo con eso el crecimiento, tenemos no solo el derecho sino la obligación de decir no, porque más de lo mismo significa más estancamiento, más desigualdad. Más pobreza, más descomposición social, más delincuencia, etc.

México tiene el derecho a cambiar

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