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La Educación Siempre Llega Tarde


Enviado por   •  6 de Febrero de 2014  •  5.395 Palabras (22 Páginas)  •  233 Visitas

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1.6 EDUCACION GLOBAL.

HACIA UNA IRREDUCTIBLE PERSPECTIVA GLOBAL

EN LA ESCUELA

"La educación siempre llega tarde"

Pablo da Silveira(1)

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Síntesis

Las nuevas tendencias globalizadoras obligan a repensar el modo en que debemos preparar a las nuevas generaciones para insertarse en la vida política, económica, social y cultural. La respuesta habitual consiste en decir que el sistema educativo debe ocuparse de esta tarea. Pero hay razones para pensar que el sistema educativo tal como lo conocemos siempre llegará tarde frente al enorme potencial de innovación del mundo extraescolar. Dos estrategias se proponen. Involucrar en la tarea a al menos parte del mundo extra-escolar (más específicamente, a la cultura) y redefinir los límites entre lo que pertenece al mundo escolar y lo que queda fuera.

Empecemos por los lugares comunes: el mundo se ha globalizado. Esta parece ser la premisa desde la que debe partir toda reflexión sobre la cultura, la política o la sociedad. El dato es a todas luces importante, aunque tal vez valga la pena recordar que no es la primera vez que ocurre. El mismo fenómeno ya se produjo al menos en dos oportunidades. La primera fue en la época del Imperio Romano. La segunda fue en tiempos de Carlos V. En ambos períodos se estableció un orden político y cultural que involucraba (o afectaba de manera muy directa) a casi todo el mundo conocido. La gran diferencia es que ahora el tejido de la globalización abarca al planeta entero. De aquí en más, las únicas formas de expansión concebibles serán extraplanetarias.

Dicho esto, vayamos ahora a un segundo lugar común: la globalización exige que repensemos la educación de las nuevas generaciones. Si no queremos perjudicar seriamente a nuestros hijos ni a nuestros nietos, deberemos darles una educación que les permita entenderse con personas de otras partes del mundo, que los ponga en condiciones de acceder a las nuevas tecnologías de la comunicación, que los haga capaces de responder de manera fértil al fenómeno de la diversidad cultural, y que los prepare para una vida laboral en la que los cambios de empleador y los desplazamientos geográficos serán frecuentes.

Las dos afirmaciones anteriores son lugares comunes, pero son también verdaderas (que una afirmación sea repetida ad nauseam no es una prueba de que sea falsa). Y sin embargo, creo que algo anda mal si detenemos aquí nuestro diagnóstico. Dicho de modo más preciso: creo que en los últimos años hemos desarrollado una aguda conciencia respecto del fenómeno de la globalización y hemos desarrollado una conciencia igualmente aguda respecto de los desafíos que este fenómeno plantea a la tarea educativa, pero todavía no somos igualmente conscientes del reto que la globalización implica para la cultura. (No utilizo aquí la palabra "cultura" para referirme al conjunto de las disciplinas artísticas usualmente llamadas "cultas", ni tampoco en el sentido etnológico de conjunto de creencias, prácticas y ritos que definen los límites de una comunidad humana particular, sino en el sentido antropológico de patrimonio común de ideas, conocimientos e interpretaciones que nos permite afirmar que vivimos en un mismo mundo).

Tengo la impresión de que el proceso de globalización, y la acumulación de sus impactos sobre nuestra vida cotidiana, han avanzado mucho más rápidamente que nuestra capacidad de tejer interpretaciones compartidas que nos permitan escapar a la pérdida de sentido. Al menos por momentos, parecería que todos hemos caído en la situación de aquellos individuos que han visto derrumbarse su cultura de origen frente a la presión de una cultura dominante: tratamos de servirnos de nuestras viejas categorías e interpretaciones para entender las situaciones que abordamos, pero el intento fracasa porque éstas requieren otras formas de aproximación. Como resultado, con cierta frecuencia ocurre que nuestras ideas se vuelven inconsistentes y nuestra capacidad de entendernos se deteriora.

Hay una imagen que ha recorrido el mundo y que, a mi juicio, refleja claramente esta situación: es la imagen de los militantes antiglobalización comunicándose mediante teléfonos celulares, difundiendo mensajes a través del correo electrónico y explicando sus posturas desde una multiplicidad de sitios web.

Antiglobalización por Internet

Cada uno puede tener la opinión que quiera respecto de los militantes antiglobalización. Puede estar a favor de su causa o en contra de ella. Puede considerar que los argumentos que manejan son fuertes o son débiles. Pero antes de llegar a ese tipo de definiciones aparece una inconsistencia que debería llamar la atención: con la elección de los medios que utilizan para comunicarse, estos militantes y sus organizaciones están alentando la misma globalización a la que con tanto énfasis se oponen.

El punto me parece importante, porque a veces se habla de la globalización como si fuera impulsada desde algunos oscuros centros de poder contra la voluntad de la gente. Pero lo cierto es que los verdaderos impulsores de la globalización somos cada uno de nosotros. La globalización avanza porque, ante el menor problema de salud, todos queremos tener a nuestro alcance servicios médicos altamente tecnologizados. O porque, vivamos donde vivamos, a todos nos gusta recibir en el menor tiempo posible el disco que acaba de editar nuestro músico favorito. O porque, si tenemos que cubrir largas distancias, buscamos pasajes de avión baratos en lugar de andar en carreta o aceptar pagar pasajes caros. O porque, si ha pasado algo grave en el mundo, aspiramos a verlo en directo por televisión.

Así como no abrí juicio sobre las ideas de los militantes antiglobalización, tampoco pretendo abrirlo sobre las preferencias que acabo de enumerar. Sólo constato un hecho, y es que cuando alguien tiene esta clase de preferencias y al mismo tiempo se opone a la globalización, está actuando de manera inconsistente: se está oponiendo como ciudadano a aquellos procesos que está alentando como consumidor. Este no es un problema exclusivo de los militantes antiglobalización sino de muchos millones de personas. Y en la medida en que esta inconsistencia se siga extendiendo, estaremos creando un problema que ningún gobernante será capaz de resolver.

No voy a hacer ninguna hipótesis sobre el modo en que se ha llegado a esta inconsistencia. Lo que me importa subrayar es mi sorpresa ante la escasa conciencia que se tiene de ella. He visitado los sitios web de varias organizaciones

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