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La Figura De La Mujer En La Literatura Griega


Enviado por   •  11 de Agosto de 2014  •  3.447 Palabras (14 Páginas)  •  622 Visitas

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Final Literatura Griega Clásica

HOMERO

Los poemas homéricos son recibidos por toda la comunidad como una “enciclopedia” de extensos poemas altamente elaborados y asumidos por personas que estaban accediendo a la forma de agrupamiento humano llamada pólis. En efecto, se sitúan, a caballo entre la civilización aristocrática, centrada en la casa/palacio y esta nueva forma de agrupamiento.

La literatura griega comienza en un momento de plena crisis, la realidad se filtra de distintos modos en los poemas homéricos (en los símiles, por ejemplo), pero sin embargo, estos hablan de un pasado que no se puede considerar histórico si no es de una manera brumosa. Sin embargo, fueron recibidos como cultura por los griegos, y constituyeron, según Platón, la educación de Grecia.

La principal fuente de información de las mujeres en esta época es homérica: la Ilíada y sobre todo la Odisea, en los que no describen más que los combates y los banquetes reales, comprenden numerosas escenas de la vida cotidiana, donde las mujeres están en la parte delantera de la escena. El carácter histórico de estas descripciones está evidentemente sujeto a debate: sin embargo, parece probable que el o los poetas autores de estas dos epopeyas hayan sacado su inspiración, en estos pasajes, de la vida cotidiana de su época, en el siglo VIII a. C.

En las epopeyas, la mujer tiene un triple papel: esposa, reina y ama de casa. Esposa en primer lugar o futura esposa, lo que permite comprender la complejidad de las prácticas matrimoniales griegas. Cuando Agamenón, urgiendo a Aquiles a reemprender el combate, le ofrece una de sus tres hijas precisando: «que sin darme regalo se lleve a la que quiera como esposa a la casa de Peleo, y además le daré una dote», se trata de una práctica excepcional: normalmente, el esposo debe dar a su suegro presentes, las ἕδνα, hêdna. La mujer va a instalarse entonces en la casa de su esposo, en la Ilíada, en la morada del padre de Aquiles. La unión es monógama en el mundo de los héroes griegos como los troyanos. Sin embargo, las prácticas matrimoniales permanecen aún poco formalizadas: Helena, esposa legítima de Menelao, es tratada también como la esposa legítima de Paris. Homero trata la figura de Helena con respeto y afecto, y la muestra pesarosa por los horrores de la guerra, exiliada y nostálgica, abrumada por la culpa. La ve como víctima del destino y estiliza y engrandece soberbiamente su imagen. Recordemos que se trata de una heroína, mejor aún, de La Heroína, y la sangre divina que corría por sus venas la hacía estar, como los dioses, por encima de las restricciones morales de los humanos. Por tanto, no sorprende que su marido no tome venganza sobre ella.

Por lo demás, ellas son amas de casa, rigiendo el griego οἶκος, oikos, es decir, la casa, el dominio. Su símbolo es la rueca: Penélope, en la Odisea, teje su célebre tela. Helena representa la guerra de Troya — o incluso Andrómaca, a la que Héctor devuelve a su oficio en el momento en el que parte al combate. En el treno por Héctor, el cadáver está dentro del oíkos, y dentro están las mujeres de su casa que gimen y se lamentan. Andrómaca: "Marido, tú eras demasiado joven para morir y dejarme viuda en nuestra casa Ah, Hector, has traído la total desolación a tus padres. Pero... ¿quién te llorará como yo te lloraré? Mío es el más amargo dolor, porque no has muerto en tu cama tendiéndome los brazos para musitarme alguna palabra tierna que yo habría atesorado junto a mis lágrimas día y noche." Estas lamentaciones, a su vez, responden al démos. Es decir, conectan al exterior con el interior.

Por fin, deben administrar los recursos del dominio. Cuando Ulises parte para Troya, en Odisea, es a Penélope a quien confía las llaves del tesoro.

Alrededor de la esposa legítima gravitan las sirvientes y las concubinas. Las primeras están a disposición del ama de casa. Así, al final de la Odisea, Odiseo mata igualmente a las sirvientes que se habían acostado con los pretendientes. Ellas ayudan a las esposas en sus trabajos domésticos y son supervisadas por una intendente, personaje central del oikos griego. La nodriza ocupa igualmente un lugar importante, atestiguado por el papel jugado por Euriclea, nodriza de Ulises. Las concubinas son cautivas de guerra, la gueras del vencedor tales como Briseida y Criseida. Tener Agamenón a CRISEIDA Y Aquiles a Briseida, mantenía un equilibrio en la primacía a ambos reconocida. Verse el rey privado de Criseida se le hace intolerable y recurre a la fuerza, el ejercicio del poder y arrebata los dones: “Consiento en devolverla […], pero preparadme pronto otra recompensa, para que yo no sea el único argivo que sin ella se quede, lo cual no parecería decoroso. A su vez, cuando Troya es tomada, la mujer y las hijas de Príamo son trofeos para los vencedores aqueos. Las mujeres, cualquiera que sea su estatus, permanecen ante todo sometidas a los hombres, sean los maridos o, como en el caso de Penélope, su hijo Telémaco. El aedo aparece como un transmisor de la ideología de la clase dominante, en los poemas. Era el hombre de confianza en el palacio. Tanto que en Odisea, la leyenda retomada por Ateneo, cuenta que Agamenón, al salir hacia Troya, dejó a un aedo encargado de la custodia de su mujer para que le recuerde sus obligaciones hacia el marido ausente.

Por último, y para dar cuenta de la diferenciación de género que se establece, en el canto V de Ilíada Apolo reprende a Diomedes diciéndole “No quieras igualarte a los dioses, pues jamás fueron semejantes a la raza de los mortales”. Raza aquí no se entiende como guénos, sino como fílos, tribu, clase. Este fílos es un término de la Teogonía, donde aparece el f<ilon de las mujeres, la raza de las mujeres: la raza humana se subdivide en dos tribus, una de las cuales es la femenina.

---------- trágicos----------

La literatura de la época muestra muchas imágenes femeninas en la comedia, pero, sobre todo, en la tragedia —el género literario propio de la democracia—, que es uno de los puntos clave de nuestro estudio debido a la cantidad de información sobre las mujeres que se desprende de su análisis. Se trata de mujeres que no se corresponden con un retrato real, sino que provienen de la mitología y de la tradición.

Los argumentos de la tragedia y, por tanto, sus protagonistas, hunden sus orígenes en los mitos de la Edad del Bronce, aquellos mismos mitos creados para legitimar la supremacía del varón. El teatro ateniense representa a las mujeres dentro de su papel familiar, con una clara separación entre géneros, tal y como correspondía a la tradición, a la legislación y a la realidad. En estas obras hallamos reflejada

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