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La ilíada - La rivalidad entre Aquiles y Agamenón

eduardojuarezrReseña23 de Noviembre de 2015

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Desde el inicio de la historia existe la rivalidad entre Aquiles y Agamenón. Todo comienza cuando el anciano Crises le exige al rey Agamenón que le regrese a su hija y le pide a los aqueos que la rescaten, pero él se niega y lo amenaza, por lo que el viejo le pide a Apolo que lo ayude. Este dios ataca al pueblo de los teucros hasta el punto en el que los representantes de estos dos bandos se reúnen a discutir la situación, pero no logran nada, pues lo único que hacen es amenazarse mutuamente. Sus amenazas son llevarse a las mujeres del otro y sus riquezas. Al parecer, en estas culturas las mujeres tenían ese papel, pues se las roban unas a otras como si fueran simples tesoros. Agamenón regresa a Criseida para calmar a Apolo, pero se roban a Briseida.

En el Olimpo, Zeus y Hera discuten como si fueran una pareja de la actualidad, en donde ella se pone celosa de que él hable y esté con otras mujeres, en este caso Tetis, y Zeus, como era de esperarse, le dice que no tiene de que preocuparse.

Los Dioses están muy involucrados en la vida de los hombres, pues se meten en sus sueños y les meten ideas de lo que ellos quieren que suceda.

Desde las primeras apariciones de Odiseo y Menelao, se puede entender que eran grandes líderes, pues además de ser ejemplos en el combate también se les daba el dar discursos y alentar a sus compañeros para la batalla.

Cuando sucede la pelea entre Alejandro y Menelao y se pretende  acabar con el conflicto ahí mismo los Dioses también van eligiendo sus bandos preferidos. El vencedor de aquella pelea se quedaría con Helena y los pueblos jurarían paz. Se puede entender que para aquellos hombres los juramentos y la palabra era algo de mucho honor y confiaban en que cada quien cumpliría lo que se acuerda, pero fue en el momento en el que se rompió aquel juramento cuando se desató la guerra.

Cada deidad apoyaba a ciertas personas o pueblo. Zeus estaba del lado de los troyanos, mientras que Hera apoyaba Agamenón, lo cual causó muchas inconformidades entre ellos dos.

Para aquellos hombres la guerra era algo normal, y desde pequeños les inculcaban lo importante que era el honor y la gloria de pelear por los suyos. Mataban sin piedad y de maneras muy sádicas. Muchas veces las deidades ayudaban físicamente a los héroes, como cuando Atenea muchas veces dirigía la lanza de Diomedes contra sus enemigos, como por ejemplo, contra Eneas y Pándaro. Pero así como unas deidades ayudaban a matar a ciertos hombres, otras los defendían: Afrodita no dejó que Eneas pereciera y entre ella y Apolo lo cuidaron.

Algunos Dioses se molestaron cuando Diomedes comenzaba a sentirse igual a ellos, atacando a Cipris y al mismo Ares. No podía matarlos, pues eran inmortales, pero sí les podía hacer daño y lastimarlos. Cipris y Apolo estaban en contra de Diomedes y querían que Ares lo detuviera, pero Atenea y Hera estaban en contra de Ares, pues él había dicho que pelearía contra los troyanos pero en lugar de eso los apoyaba, razón por la cual ellas estaban del lado de Diomedes y querían evitar que Ares causara más muertes.

Volviendo a la batalla, cuando Menelao llegó a considerar tener prisioneros Agamenón lo hace cambiar de pensar y que matara a quien fuera sin piedad. Por otro lado, llegó un punto en el que los troyanos le llegaron a tener más miedo a Diomedes que al mismo Aquiles.

Cuando Héctor se encuentra con su esposa Andrómaca y su hijo, ella le pide que ya no regrese a combatir por temor a que la deje viuda y a su hijo huérfano; ella ya había perdido todo en la vida y él era todo lo que le quedaba. El héroe no podía quedarse, pues debía regresar al campo de batalla por el honor y la gloria, y aún más importante, a pelear para jamás tener que ver que se llevaran a su esposa captiva.

Cuando Héctor y Alejandro deciden regresar a la batalla Atenea quiere detener la guerra, pero Apolo se le opuso pues él quería que los teucros ganaran. Al acuerdo que llegaron fue que la guerra terminaría si Héctor retaba a alguno de los aqueos a que le combatiese. Fue a Áyax a quien le tocó combatirlo, pues lo decidieron al azar entre varios hombres y después de una fuerte pelea deciden cesar la lucha cuando anocheció.

Cada bando se tomó ese tiempo para pensar bien las cosas. Alejandro decidió ofrecerles riquezas, mas no devolvería a Helena, pero de igual manera Diomedes rechaza aquella oferta, pues sabía que la caída de Troya era inminente. En lo que sí estuvieron de acuerdo fue en detener la guerra para cada quien hacerse cargo de sus muertos.

Mientras tanto en el Olimpo los dioses se juntaron y Zeus, siendo el más poderoso de todos, los amenaza y les dice que tienen prohibido apoyar a alguno de los dos bandos en específico, de lo contrario regresarían golpeados al Olimpo. Después va Zeus a contemplar la batalla en curso y saca una balanza dándose cuenta de que los aqueos perderían aquel día y les lanzó una centella. Éstos, al darse cuenta de que Zeus estaba en su contra, deciden huir.

En la noche se para el combate y los teucros lo que hacen es quemar hogueras y hacer guardias y planeaban quemar las naves al día siguiente para que los aqueos no escaparan. Agamenón y Diomedes estaban muy impacientes y querían regresar a pelear, pero Néstor los convence de que descansen. Lo que hacen es mandar a Fénix, Odiseo y a Áyax a que vayan con Aquiles y pedir que se apiade de los aqueos y no quemen sus naves, pero él se niega y les aconseja que se fueran mejor, pues sabía que Zeus estaba de su lado y no podrían dañar Ilión.

Los líderes de los aqueos no sabían qué hacer, pues estaban en desventaja. Diomedes quería atacar, pero sólo iría si lo acompañaba Odiseo. Se dieron cuenta de que un hombre de Héctor los quería espiar, así que le tienden una emboscada, lo interrogan y luego lo matan. Después de eso, Atenea los incita a atacar a los tracios que hacían guardia y  tomar sus caballos y así lo hacen. Apolo al darse cuenta de esto decide alertar a los teucros.  

Discordia incita a que comiencen a pelear nuevamente y así lo hacen. En el olimpo los dioses acusaban a Zeus, pues él apoyaba a los teucros. En la guerra, Agamenón iba siempre peleando y liderando al frente de las filas, pero por más que lo intentara no podía dañar a Héctor, ya que Zeus lo protegía. Tuvo que retirarse el héroe de la batalla porque estaba herido. Volvieron al combate Odiseo, Áyax y Diomedes, pero éstos, junto con otros aqueos resultaron heridos y tuvieron que retroceder, por lo que Héctor clamaba aquella victoria. Los aqueos ya no tenían defensa y la fuerza de los troyanos iba creciendo. Incluso llegaron a pensar que Aquiles tal vez se compadecería de los aqueos heridos. Los dánaos habían hecho un foso y un muro para defenderse, el cual ya había sido debilitado por los dioses.

El hijo de Menecio estaba curando a Eurípilo en la tienda, los troyanos que seguían el consejo de Polidamante, atravesaban el foso previo al muro de los aqueos, los cuales bajan de los carros por consejo de Polidamante y corren, se dividen en cuatro grupos. Después Asio se atreve a atacar una de las puertas desde su carro pero fue rechazado por los dos Lapitas con una gran matanza de los suyos. Polidamente hizo interpretar señales a Héctor que eran adversos a él, los cuales decían que iban a perseguir a los enemigos, pero eso no intimidó en lo más mínimo a Hector. Estos defendían sus trincheras con una fortaleza muy grande, aunque les molestaba los vientos tempestuosos. En los primeros lugares estaban  los dos Áyaz y por otra parte entraron Sarpedón y Glauco a quienes se les opuso Menesteo son llamados por él, Teucro y Áyax el mayor. Después Epicles, Glauco y el compañero de Sarpedón son heridos por Teucro, pero finalmente él es derrotado en la almena del muro. Los aqueos atacan fuertemente la muralla, y es abierta por la parte de los licios. Héctor, con una enorme piedra tapa la puerta y abre a sus tropas hacia donde se encuentran las naves.

Al pasar el muro, los troyanos, por diversas partes, matan a los aqueos, pero Poseidón que estaba conmovido por la calamidad en su interior por Zeus, se acerca a los que defendían las naves. se ocultó  en forma humana para animar a los que se detenían, lo primero que hace es exhortar primero a los 2 Áyax y después de ellos, a los demás capitanes. Pero después Héctor, es rechazado a causa de la matanza sucedida en las naves en la guerra, Idomeneo va a pedir ayuda a los aqueos después de hacer una alianza con Merión, y tambíen estaba sorprendido al ser movido por Poseidón que lo llevó a pelear. Al pasar esto, llega un momento en el que Zeus se pone del lado de los troyanos y en cambio, Poseidón apoya a los aqueos, Idomeneo también mata a Otrioneo, Asio, Alcáto, y tambíen empieza a luchar contra Eneas, Paris, Deífobo y Héleno,  con el apoya de Merión, Antíloco y Melenao, en el transcurso, también se encuentra con Héctor, él estaba en el centro y los Áyax los rodean y los troyanos se van, así que Héctor, va contra su rival y se encuentran en una nueva batalla.

Néstor el cual tenía miedo por la batalla que había surgido, estaba en la tiendo donde también se encontraba Macaón el cual estaba aliviando. Diomedes, Odiseo y Agamenón estaban heridos por la batalla y salen de ahí, estaban asustados y molestos por cómo estaban saliendo las cosas y también que la muralla ya estaba abierta, se ponen a pensar en una retirada, y huir, lo cual a Odiseo no le parece, Diomedes es el que logra convencer a todos de volver a la batalla. Poseidón habla con Agamenón y le da más fuertes a sus hombres. Hera, ayudando a los aqueos se arregla para Zeus en Ida, lo halaga y se pone el cíngulo de Afrodita, hacer que el dios del Sueño, llamado Lemnos vaya y lo duerma, así, los aqueos son ayudados porque su suerte cambiaría. Por otro lado se encontraba Héctor el cual estaba lastimado por una piedra que le lanzó Áyax, entonces fue curado por sus tropas. Seguía el combate de los aqueos y troyanos, con mucha fuerza y valentía los dos combatientes. Los aqueos los alejan de las naves.

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