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La sociedad de Proust


Enviado por   •  29 de Julio de 2015  •  Trabajos  •  2.083 Palabras (9 Páginas)  •  129 Visitas

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INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR

“SAN FERNANDO REY”

TRABAJO MONOGRÁFICO

TEMA: La sociedad en la novela- La sociedad de

              los salones.    

Espacio: Literaturas Extranjeras

Profesora: Silvina Domínguez Lukacs

Alumnas: Altamirano, María Susana

                    Bobadilla, Gisela

Curso: 4° Comisión: U

Fecha de entrega: 18 de junio de 2014

LA SOCIEDAD DE LOS SALONES

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INTRODUCCION

El siguiente trabajo tiene como propósito exponer la forma en que se refleja la sociedad en la novela de Marcel Proust. Nos enfocaremos para ello en la segunda parte, “Unos amores de Swann”, perteneciente al tomo I de la obra “En busca del tiempo perdido”.

Nuestro objetivo será argumentar y ejemplificar cómo el autor mencionado nos presenta, tal vez involuntariamente o no, a través de su escritura a la sociedad parisina de su época. Es decir, la forma en que aborda las relaciones entre la aristocracia y la burguesía, así como también el ámbito en el cual se desarrollan las mismas.

Es necesario para la realización de este trabajo plantear, en un comienzo, una aproximación al contexto de la obra y su autor para comprenderla  en forma más cabal y visualizar  así con mayor claridad las manifestaciones sociales que se reflejan en la misma. Luego trataremos de mostrar de qué manera, entre los diferentes personajes de la novela, se va produciendo esa especie de “juego” aristocrático- burgués por alcanzar la pretendida “relevancia” social que la época exigía.

Dicho prestigio, que la burguesía deseaba alcanzar, debía circunscribirse en un ámbito de la ciudad, es por ello que el salón se convierte en el lugar específico donde se encarna esa  lucha por ganar terreno a nivel social. Ese territorio se transforma en el espacio público urbano de identidad burguesa, que no existía anteriormente como tal y que se consagrará haciéndose visible, correspondiéndose así con las capas sociales emergidas en la escena de la ciudad.

DESARRROLLO

  Sabemos que toda obra de arte es producto resultante de su tiempo y por lo tanto el creador de la misma recibe las influencias de la época en que se desarrolla, ya que es un ser social condicionado por su entorno. El autor en cuestión, Marcel Proust, no es la excepción en esta afirmación. Perteneció al período denominado Belle Époque, que fue un período de finales del siglo XIX, principalmente la década de los noventa, impregnado por un retorno del romanticismo y por el hedonismo, la búsqueda del placer. Esta etapa comprendida entre 1870 y 1914 se caracterizó por un sentimiento optimista, lleno de satisfacción, presidido por la elegancia y el refinamiento.

  Se manifestó como un período de grandes logros científicos, de prosperidad, llegando a concebir la utopía que la ciencia resolvería todos los problemas del mundo. Grandes inventos conquistaron a la humanidad como el automóvil, el avión, el submarino, el neumático, el cinematógrafo, la radio, entre otros.

  En este contexto, la burguesía se enriqueció y el proletariado ganó satisfacciones sociales y económicas, por lo que la mezcla de clases, (la aristocracia, la burguesía y el proletariado) se transformó en un hecho.

   A fines del siglo XIX la aristocracia, que había visto restringir progresivamente su poder político y luego económico, al menos conservaba la supremacía social.             Ciertas capas burguesas iban a tratar de socavar esa última fortaleza. Para triunfar, esta empresa tenía que inscribirse en un ámbito de la ciudad. Es en esta perspectiva que el autor sitúa su análisis del salón burgués mundano. Este juego de roles sociales transcurre sobre todo en París, en una compleja sucesión de escenas donde el escritor reconstruye  los comportamientos aristocráticos y burgueses.

  La burguesía  es retratada en forma diversa, pero el autor  la desarrolla particularmente  cuando hace referencia  a la que es la nueva cara de esta clase social, que en la novela está representada principalmente por el salón de los Verdurin. En el mismo se produce una especie de juego en el cual la clase burguesa  intenta  juzgar la legitimidad social aristocrática. A manera de ejemplo la siguiente cita: “A Odette le inspiraba también respeto la posición que ocupaba Swann en la sociedad aristocrática, pero nunca deseó que su amante probara a introducirla en aquel ambiente”. Es evidente el rechazo hacia la clase social de mayor prestigio para la época, tal vez porque no quede evidenciada y se ponga en juicio su dudosa reputación.

   Esa burguesía nueva presenta un plan de ataque hacia la aristocracia y lo hace a través de la cultura, detectada por aquella como su punto débil, ya que en un principio, en su surgimiento, este valor social se encontraba al margen de la misma. Sin embargo ese conocimiento de la cultura no es tal, pues no saben admirar lo realmente refinado y aristocrático. Esto se puede apreciar en la cita a continuación, en la cual madame Verdurin ilusiona, tal vez, alcanzar esa categoría social elevada con la acumulación de objetos carentes de valor con los  cuales pretende admiración por parte de los concurrentes al salón,” Estaba sentada en un alto taburete sueco, de madera de pino encerada, regalo de un violinista de aquel país, y que ella conservaba, aunque por su forma recordaba a un escabel, y no casaba bien con los magníficos muebles antiguos de la casa; pero le gustaba tener siempre a la vista los regalos que solían hacerle los fieles de cuando en cuando, para que así, cuando los donantes fueran a verla, tuvieran el gusto de reconocer aquellos objetos. Por eso trataba de convencer a los amigos de que se limitaran a las flores y a los bombones, que, por lo menos, no se conservan; pero como no lo lograba, tenía la casa llena de calientapiés, almohadones, relojes, biombos, barómetros, cacharros de China, amontonados y repetidos, y toda clase de regalos de aguinaldo completamente dispares.”

   En sus salones esta burguesía intenta desplegar el arte como estrategia para alcanzar su meta y para ello recurre a la participación de ciertos artistas e intelectuales. Es así como  madame Verdurín se esforzaba por concretar en su salón esa estrategia que la llevaría al ascenso social y para lograrlo era imprescindible llamar la atención de sus visitantes:” Aquella pequeña comedia, que se repetía siempre que el pianista iba a tocar, encantaba a los fieles corno si fuera nueva, y les parecía prueba de la seductora originalidad del ama de y su sensibilidad musical. Los que estaban a su lado hacían señas a los que más lejos fumaban o jugaban a las cartas, de que se acercaran, de que ocurría algo, y les decían, como se dice en el Reichstag en los momentos interesantes: .Oiga, oiga... Y al día siguiente se daba el pésame a los que no pudieron presenciarlo, diciéndoles que la escena fue más divertida aún que de costumbre.”

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