Los No lugares en la novela Duerme, de Carmen Boullosa
yurimiaboscanEnsayo3 de Febrero de 2022
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LOS NO LUGARES EN LA NOVELA
DUERME DE CARMEN BOULLOSA
Yurimia Boscàn
¡La mujer encontrará lo desconocido!
¿sus mundos de ideas serán diferentes
a los nuestros? –Ella encontrará cosas extrañas, insondables, repugnantes, deliciosas; nosotros las
tomaremos, las comprenderemos.
Arthur Rimbaud. Carta del vidente
La muerte benévola te llevó dormida a su limbo oscuro y vano;
pero tu imagen halada, vencedora del olvido,
humilla las malezas de mi jardín sellado
con una sobrenatural blancura de mármol.
José A. Ramos Sucre
Desde la perspectiva de fin de siglo la literatura es un proceso complejo que funciona desde la multiplicidad, en la cual empiezan a tener cabida los géneros híbridos, los bordes y los márgenes; esos que desde las voces de la doxa, habían sido considerados como no literatura. Hoy día, el sistema literario se rearma, pero no desde lo tranquilizante del discurso, sino más bien refuncionalizándose con el fin de reliteraturizar, e instaurar un nuevo orden “subversivo” en medio de la crisis de valores que nos envuelve, recontextualizando elementos que se han ido haciendo su propio espacio, en medio de una cultura urbana que rediseña los topos, (lugares donde se construye el universo simbólico e imaginario), las cosas que tienen que ver con lo individual y los espacios de la calle, donde ya no parece habitar la posibilidad de una utopía creíble, como la de los años ‘60, donde las dicotomías marcaban las pautas entre lo burgués y lo proletario.
En los umbrales del fin de siglo interesa la cultura marginada, el cuerpo como objeto sufriente y lacerado, el resentimiento, el erotismo, lo chabacano, el bolero, la salsa y todo aquello que tenga que ver con el borde y con el margen mezclando y fusionando la anteriormente denominada paracultura con los sistemas de representación canonizados, creándose sociedades multisimétricas donde la “alta” cultura se une con la “baja” cultura, expandiendo las fronteras y las identidades en medio de un desconcierto, y permeando de este modo su paso hacia otros espacios en donde la ruptura, el collage, la intertextualidad, el enmascaramiento, el kich lo cursi, lo policíaco, etc., desmontan la noción del gran saber y le dan paso a otra voz subalterna llena de agresión con el fin de descentrar, irrumpiendo, para sobrepasar los límites y reterritorializar el sentido, creando su propia huella.
El texto Duerme de Carmen Boullosa está plagado de no-lugares; a los cuales vamos a ir aproximándonos, pues el sujeto en el texto está signado desde la escisión, el travestismo, la máscara y la pérdida de su identidad (en la novela el nombre de la protagonista se confunde con otros). Esto tiene que ver con las voces del texto.
Duerme es una novela breve, ambientada en la época de la conquista (1571) en la Nueva España (México). Contempla una multiplicidad de voces, aun cuando está narrada en primera persona en su mayoría, la voz va pasando a otros personajes.
Habla Claire principalmente, desde una voz interior que parece tener vida propia, que le relata a ella misma lo que le acontece: “Es por culpa de este maldito hablar explicándolo todo que no acaba de quitárseme.” (p. 42); “no consigo dejar este gesto de poner en palabras cuanto me va sucediendo ¿para qué lo hago? (p. 21) y esa voz irá cambiando camaleónicamente a medida que el sujeto también cambie, volviéndose escurridizo pues es niña, es varón, es esclavo, es india, es mujer, es pirata, es prostituta, es mujer de la corte, etc., cambiando de esta forma también el sujeto gramatical.
En todas las representaciones del sujeto, las voces hablan desde las entrañas y desde el dolor. Es margen del margen (mujer pirata) y continuamente será otro y a la vez otro, que se disfraza en forma permanente y que está en el lugar que no le toca. Claire es el no-sujeto que está en el
no-lugar, asumiendo, desde el disfraz, las condiciones sociales cuando le conviene.
El texto está lleno de márgenes dentro del sistema social de la época, representados por la india, el poeta, la actriz, el pirata , incluso hasta su nacionalidad de francesa, si tomamos en cuenta la guerra de Francia con España.
El personaje de Claire, doblemente margen, es un sujeto que rehuye su condición de género, pues no terminamos de asumirla ni hombre ni mujer, y termina siendo un objeto estético que se opone al poder que es perseguido, ahorcado, vaciado y que está condenado a vivir eternamente padeciendo ese personaje escurridizo, que se destruye y reconstruye permanentemente siendo un sujeto a disgusto con la época y con una posición crítica con respecto a la realidad que vive.
Claire tiene conciencia del desarraigo, el cual se da en su propio interior, travistiéndose, como producto de su desterritorialización: de niña pasa a varón, de varón a mujer, de mujer a esclavo, de esclavo a prostituta, de prostituta a pirata , de pirata a conde de conde a india, de india a mujer de la corte, de mujer de la corte a guerrera, de guerrera a símbolo, de símbolo a lesbiana, de lesbiana a prófuga, hasta que queda como una especie de “bella durmiente” condenada a vivir eternamente su sueño inmortal.
Ella es puro no eres, ocupando su no-lugar, siendo todo y siendo nada, deambulando en los discursos post-modernos de la pluralidad: “Este hombre es sin ropas mujer” (p. 20), o este otro ejemplo de travestismo lingüístico: “Dormí como un lirón me digo a mi misma”... El problema para Claire es el cuerpo, que se transforma por costumbre social, pues es cada cosa según sea necesario, configurándose por el azar, pues como sujeto no decide nada por sí misma, sino que su cambio se da por los avatares del destino. Es un sujeto sombrío que reúne cualidades de los dos géneros pues tan pronto es fuerte y valiente como frágil y dependiente, siendo en cualquiera de sus identidades abyecto, cruel y perdedor. Sólo cambia el género con el disfraz, pues frente a la sociedad el sujeto se controla difuminándose con el travestismo, usando las máscaras que la represión de la modernidad, le impone, representando una representación con el fin de convertir la existencia en algo vital (sujeto postmoderno que cada vez que cambia, es otro), escondiendo su marca (el ser mujer) y no aceptándola. Al cambiar su nombre pierde su identidad, estando cada vez que representa el rol femenino, en una zona oscura que se disipa con la vitalidad cuando asume el rol de la masculinidad, poniendo de manifiesto una nueva ética:
La del individuo en descomposición que es a la vez multiplicidad de sujetos y de representaciones para obtener la libertad.
LA PALABRA PRESTADA
Claire le presta la palabra a otro personaje de la novela: Mariano Baso, quien narra desde la perspectiva de un narrador testigo un episodio de la vida de Claire como si ella misma se resistiera a esa suerte de mujer guerrera que tenía que representar (ver p. 96).
La voz del Virrey es la del poder y la única que puede decretar el silencio y con éste, determinar lo que existe y lo que no, dándole a Claire esa particularidad de no ser parte de una historia oficial (otro no-lugar): ”Recomendó que no saliera de nosotros la historia del comportamiento de Clara Flor y con celo, me parece” (p. 99).
Eso se repite en la prohibición de escribir la confesión de Alvar Castillo (p. 127).
La tercera persona aparece sutilmente narrando los episodios externos, encubierta y velada en la voz de los rumores; la voz no oficial: relato de la llegada de Urquiza (p. 121).
“La noticia se ha diseminado..., “según”... “resulta que”... “todo esto para decir que la noticia de Urquiza corrió como reguero de pólvora... o “se dice que...” (p.122).
Es la voz de la idiosincrasia del rumor, un nuevo modo de contar la historia, un narrador en tercera persona, que aunque pareciera que es Claire, pone una distancia mayor entre el sujeto y lo que se narra y paradójicamente propicia el acercamiento del lector a ese “chisme” que también es la historia.
El narrador en tercera persona se hace reconocible definitivamente en la página 139, asumiendo el final de la historia, un narrador que no es otro que el mismo Pedro de Ocejo, quien desde la posibilidad de ficcionalizar la ficción, reficcionaliza otro final para su propia historia y la de Claire. Es él, Pedro de Ocejo, una especie de memoria, pues a él le pertenece la palabra última, la escrita y su imaginario. En la página 133 tiene su propia voz y recuenta: por él sabemos del Virrey, de Inés, de Mariano, de la Italiana.
Asume el destino como una mancha que fastidia el papel: “El destino remediará la debilidad de mi muerte con el exceso de su propio peso, y como mancha que fastidia el papel caerá ella en mi”... (p. 135) y quizás allí encuentre su derecho a fabular un fin distinto.
Es también por medio de Ocejo que se intercalan voces en el texto: tenemos a Afrodita y a Ifis desde cuyas historias se engancha la Italiana para seducir o inquietar a Claire: Afrodita está atrapada por redes invisibles, al igual que Claire e Ifis es la no-identidad, la confusión del género, igual que Claire, quien narra desde esa confusión, siendo así un sujeto tachado, alcanzando al texto lingüísticamente con su travestismo: “Estoy tan convencida” (p. 29); “Estoy vivo” (p,33); “Me siento inmensa” (p.32); “Ese quieto en masculino me tranquiliza” (p. 38)
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