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Pedagogía De La Autonomia


Enviado por   •  29 de Octubre de 2014  •  1.977 Palabras (8 Páginas)  •  153 Visitas

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Pedagogía de la autonomía" de Paulo Freir

Acabo de releer el libro de Paulo Freire (1997): Pedagogía de la autonomía, México D.F. y Madrid, siglo XXI, y me parece que puede ser muy interesante compartir algunas de sus reflexiones en este proyecto que nos traemos entre manos, en Otra escuela es posible.

Freire siempre reconforta, obliga a pensar, promueve ilusiones y sueños… y en esta época de sueños blogueros por la que atraviesa “Otra escuela” es bueno pararse a pensar en lo que nos dicen personas como Freire que proponen y construyen ideas sobre las que apoyarnos. Personas cuyo mensaje atraviesa el tiempo y el espacio, más allá de contextos específicos, para darnos un auténtico mensaje de esperanza universal.

El propio índice del libro ya es en sí mismo un interesante resumen de la visión de Freire sobre la autonomía (pág. 7-8). Enseñar, según Freire, exige:

- Rigor metódico.

- Investigación.

- Respeto a los saberes de los educandos.

- Crítica.

- Estética y ética.

- La corporificación de las palabras por el ejemplo.

- Riesgo, asunción de lo nuevo y rechazo de cualquier forma de discriminación.

- Reflexión crítica sobre la práctica.

- Reconocimiento y asunción de la identidad cultural.

- Conciencia del inacabamiento.

- Reconocimiento de ser condicionado.

- Respeto a la autonomía del ser del educando.

- Buen juicio.

- Humildad, tolerancia y lucha en defensa de los derechos de los educadores.

- Alegría y esperanza.

- La convicción de que el cambio es posible.

- Curiosidad.

- Seguridad, competencia profesional y generosidad.

- Compromiso.

- Comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo.

- Libertad y autoridad.

- Una toma consciente de decisiones.

- Saber escuchar.

- Reconocer que la educación es ideológica.

- Disponibilidad para el diálogo.

- Querer bien a los educandos.

Sin ánimo de desvelar todo el contenido de este libro, que conviene saborear palabra a palabra, dejo a continuación algunos extractos que considero especialmente relevantes:

“ (...) Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción” (pág. 24)

“No hay entendimiento que no sea comunicación e intercomunicación y que no se funda en la capacidad de diálogo. Por eso el pensar acertadamente es dialógico y no polémico” (pág. 39)

“Estar en el mundo sin hacer historia, sin ser hecho por ella, sin hacer cultura, sin “tratar” su propia presencia en el mundo, sin soñar, sin cantar, sin hacer música, sin pintar, sin cuidar de la tierra, de las aguas, sin usar las manos, sin esculpir, sin filosofar, sin puntos de vista sobre el mundo, sin hacer ciencia, o teología, sin asombro ante el misterio, sin aprender, sin enseñar, sin ideas de formación, sin politizar no es posible” (pág. 57)

“ (...) Vivo la historia como tiempo de posibilidad y no de determinación” (pág. 73)

“El mundo no es. El mundo está siendo. Mi papel en el mundo, como subjetividad curiosa, inteligente, inerferidora en la objetividad con que dialécticamente me relaciono, no es sólo el de quien constata lo que ocurre sino también el de quien interviene como sujeto de ocurrencias. No soy sólo objeto de la Historia sino que soy igualmente su sujeto. En el mundo de la Historia, de la cultura, de la política, compruebo, no para adaptarme, sino para cambiar. (...) No me parece posible ni aceptable la posición ingenua o, peor, astutamente neutral de quien estudia, ya sea el físico, el biólogo, el sociólogo, el matemático, o el pensador de la educación. Nadie puede estar en el mundo, con el mundo y con los otros de manera neutral” (pág. 75)

“El profesor que no lleve en serio su formación, que no estudie, que no se esfuerce por estar a la altura de su tarea no tiene fuerza moral para coordinar las actividades de su clase” (pág. 88)

“La autoridad coherentemente democrática (...) nunca minimiza la libertad. Por el contrario, le apuesta a ella. Se empeña en desafiarla siempre y siempre; nunca ve, en la rebeldía de la libertad, una señal de deterioro del orden. La autoridad coherentemente democrática está convencida de que la verdadera disciplina no existe en la inercia, en el silencio de los silenciados, sino en el alboroto de los inquietos, en la duda que instiga, en la esperanza que despierta. (...) No se vive la eticidad sin libertad y no se tiene libertad sin riesgo. El educando que ejercita su libertad se volverá tanto más libre cuanto más éticamente vaya asumiendo la responsabilidad de sus acciones. Decidir es romper y, para eso, tengo que correr el riesgo. (...) La autoridad coherentemente democrática jamás se omite. (...) Es con ella, con la autonomía que se construye penosamente, como la libertad va llenando el “espacio” antes “habitado” por su dependencia. Su autonomía se funda en la responsabilidad que va siendo asumida” (pág. 89-90)

“Es decidiendo como se aprende a decidir. No puedo aprender a ser yo mismo si no decido nunca, porque la sabiduría y sensatez de mi padre y de mi madre siempre deciden por mí” (P. 102)

“El educador y la educadora críticos no pueden pensar que, a partir del curso que coordinan o del seminario que dirigen, pueden transformar el país. Pero pueden demostrar que es posible cambiar. Y esto refuerza en él o ella la importancia de su tarea político-pedagógica” (pág. 108)

“La resistencia del profesor,

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