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Principios De Dirección

ESRIN6 de Mayo de 2014

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1. Principios de dirección

de Excelencia

El principio de un gran árbol

es una buena semilla.

Abordar el tema de la dirección es sin lugar a dudas el aspecto neurálgico que asegura el éxito en cualquier tipo de organización. En los últimos 40 años se han escrito más de tres mil tratados acerca del tema, y es tan antiguo como la misma historia de la humanidad; aun¬que aparentemente es un tema de moda, ha sido la preocupación per-manente de hacer más a través de los demás.

Desde la construcción de una pirámide, hasta la más moderna de las organizaciones, la evolución se ha dado fundamentalmente en la búsqueda de un uso más efectivo del poder, desde el estímulo de un látigo hasta el más avanzado programa de participación, su objetivo fundamental: hacer más productiva a la gente.

El mundo evoluciona a una velocidad vertiginosa y es convulsionado por una gran cantidad de sucesos que han provocado que los líderes de nuestro tiempo trabajen en un planeta en el cual la contradicción es un lugar común en el que la respuesta correcta de hoy es el desas¬tre de mañana, un mundo en el que la energía realizadora, la experiencia combinada con la intuición, la apertura a las sugerencias de los subordina¬dos y las ideas no probadas son vitales para el éxito directivo.

Además del ingrediente fundamental de cómo hacer que los demás quieran hacer las cosas, convierten el arte de dirigir en el arte de ser humano, en la habilidad de hacer que otros se comprometan con los objetivos señalados y con ellos mismos para buscar desarrollar al máxi-mo sus propias potencialidades en beneficio de la organización, en lugar de limitarlos al uso de algunas técnicas especializadas; estamos en la era de la flexibilidad, en lugar de esquemas rígidos de eficien¬tización que solamente han dado como resultado directivos miopes y cuadrados.

El directivo actual debe ser un investigador permanente, pues debe estar convencido de que gran parte de su trabajo consiste en capitalizar la gran sabiduría de su gente y así como Sócrates y Platón inventa¬ron la dialéctica en el pasado, hoy el líder la debe aplicar para saber que dirigir es más un asunto de hacer la pregunta adecuada que dar la res¬puesta correcta, un método de preguntar para llegar a la verdad.

Dirigir, sean reinos, ejércitos o empresas, ha sido en el transcurso de la historia una fuerza penetrante, tanto para los clásicos como Platón, Aristóteles o Alejandro Magno, o desde los grandes pensadores grie¬gos que dieron origen a la cultura occidental hasta la historia de los lí¬deres de nuestro tiempo que nos revelan los éxitos y fracasos de los cuales podemos y debemos aprender.

Revisar la historia nos permite entender por qué somos lo que so¬mos, comprender nuestro presente y por supuesto visualizar nuestro futuro.

Es por ello que podríamos dividir los libros en dos clases: los del momento y los de siempre, razón por la cual en el contenido de esta obra hemos elegido “los de siempre” con el afán de asimilar la inteli-gencia de aquellos que en la práctica demostraron lo que fueron capa¬ces de hacer y no la de aquellos teóricos que creyendo haber descubierto el hilo negro, nunca fueron o han sido capaces de demos¬trarlo con hechos; “si quieres saber de lo que eres capaz, hazlo” y de acuerdo con el principio bíblico, “por sus frutos los conoceréis”.

Principios

Habilidades directivas

El primer principio de dirección nos plantea las habilidades a desarro¬llar en la nueva generación de Directores de Excelencia y que son las siguientes:

a) Dirección conceptual. Principios que se deben considerar para estar en posibilidades de conceptualizar a toda la organización, desarro¬llando la capacidad de análisis y síntesis que nos permitan visualizar el futuro; guías generales que nos ayuden a contemplar todos los factores que nos afectan y que nos pueden orientar para desarro¬llar la empresa que deseamos lograr.

b) Dirección técnica. Los principios y consideraciones fundamentales que afectan las operaciones diarias de la corporación, abordando los campos básicos de ventas y mercadotecnia, finanzas, producción y sistemas.

c) Dirección humana. La dirección jamás será una ciencia sino un arte pues no se rige por elementos predecibles, ya que el ser humano es un ser sorprendente por sus reacciones muchas veces no condi-cionadas a dar una idéntica respuesta a un mismo estímulo; este elemento hace de la dirección humana un desafió apasionante que nos obliga a entender y orientar a cada subordinado y a obtener de cada uno de ellos la plena expresión de sus potencialidades; es hacer arquitectura humana haciendo surgir de cada uno de ellos la obra maestra que contiene su ser.

d) Dirección cívica y social. Somos parte de una comunidad con la cual debemos ser responsables, ya que cualquier sociedad que nos brin¬de la oportunidad de generar riqueza nos compromete con sus integrantes y es de conciencia ética social que sus líderes retribu¬yan dichas oportunidades. Es obvio además pensar que los momen¬tos actuales exigen un cambio a nivel moral que nos permita construir un mundo más digno y sano para nuestros hijos.

El líder empresarial a través de su organización tiene la gran oportunidad de realizar arquitectura social, pues su empresa representa un reducto de libertad en la cual puede instaurar valores que le permitan contribuir para que algo mejore y trascender a su tiempo viviendo por siempre en la memoria universal de los que heredaron un mundo superior.

La vida es como un gran escenario en el cual nos tocó representar un papel muy corto —¿qué son 75 años de vida probable en el con¬texto de la historia humana?—; no nos podemos dar el lujo de hacer un pa¬pel pequeño, como decía el gran actor inglés Lawrence Olivier: “No hay papeles pequeños, hay actores mediocres”.

Armonía en la organización

Las grandes organizaciones no son nuevas, existieron en la milenaria China, Egipto, pero los griegos fueron los primeros en estudiarlas, en analizar el comportamiento de los lideres tiranos o participativos, en cómo lograron la motivación, cómo mantuvieron la unidad ante las dificul¬tades y los retos, y lo más importante, cómo salvaguardaron al indivi¬duo, la libertad y la ley. Por eso en su código heroico se pedía que todo individuo se esforzara en alcanzar su potencial más elevado: honor y gloria ganados a través de la acción, fueron los objetivos a lograr.

En la actualidad, el líder debe buscar fundamentalmente la armo¬nía entre los intereses de cada individuo y los de la organización, ob¬teniendo finalmente los objetivos corporativos señalados. Durante la edad de oro de Pendes, en el tema de su oración fúnebre se cuenta có¬mo en Atenas las metas de la organización convergían con las de los individuos saliendo beneficiados ambos.

Hoy, este intercambio equiparable de satisfacciones debe ser de alta prioridad en cualquier tipo de empresa; cuando los ejecutivos de alto nivel y gerencia media emplean más tiempo y energía en murmurar y criticar que en cooperar, el resultado en la organización será la división y la destrucción; por el mimetismo natural del líder, los subordinados recogerán el mensaje y se olvidarán de combatir a la competencia y de satisfacer al cliente y se dedicarán a destruirse entre ellos; la tarea del líder eficaz es la de formar un gran equipo integrado por jugadores comprometidos que se apoyen mutuamente.

Cuidado con el poder

Muchos líderes mediocres se preocupan más en demostrar su grandeza dedicándose a humillar y aplastar a sus subordinados en vez de motivarlos para que empleen mejor sus potencialidades. No han compren¬dido que un empleado maltratado es una fuente inagotable de obstáculos y si esperan que a través de incentivos económicos logra¬rán hacerlo aliado se equivocan, pues solamente han contratado a un mercenario que en la próxima oportunidad los traicionará o se irá con el mejor postor. Un empleado hostil es un elemento que el dinero no puede comprar, se ha cultivado adversidad y tarde o temprano se co¬secharán conflictos.

El siguiente es un principio fundamental de todo líder que aspire a la Excelencia: “No competir con alguien que no puede competir con¬tigo”; sí te pones a jugar con un pequeño de seis años al ajedrez, jue¬ga y no compitas, cuando se está en una posición de poder y se compite para ganar a los subordinados se está hundiendo el potencial creativo de los colaboradores.

El modelo de toda organización debe aspirar a ser en similitud al sistema solar; el líder debe permanecer al centro, creando una fuerza para que el resto de la organización pueda mantener la órbita correc¬ta pero con un movimiento y dinámica propios, y como el sol siem¬pre visible y en contacto con su gente pero dándoles calor y espacio suficiente para que cada área pueda desarrollar su propia creatividad. La oscuridad debe representar los límites de libertad para la toma de decisiones con la conciencia de que el día llegará nuevamente y de que habrá que informar inevitablemente de los resultados logrados.

El equilibrio, la interdependencia y la autonomía son características fundamentales del cosmos. Cada planeta tiene su propia órbita pero existe una fuerza central que mantiene la armonía; así la Dirección de Ex¬celencia debe dar a cada una de las áreas que forman la organiza¬ción un ámbito

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