Práctica De La Enseñanza

El siguiente trabajo está hecho a partir del capítulo II del libro “Imágenes e Imaginación Iniciación a la Docencia” que pertenece a la Colección “Triángulos Pedagógicos” de la Editorial Kapeluz.

En este texto encuentro como introducción a la necesidad de ampliar el concepto de práctica de la enseñanza a la práctica docente teniendo en cuenta que éste va más allá del trabajo en la sala y que no hay que descuidar el tratamiento en simultáneo de los determinantes institucionales y contextuales que marcan poderosamente la tarea de enseñar. La relación que existe entre la teoría y la práctica como opuestos sin reconocer, entre otras cuestiones que la práctica de actividades presuponen una posición teórica, así como también los enunciados teóricos tienen consecuencias en la práctica. Lo plantea como una dicotomía por parte de muchos docentes ya que en los programas de formación docente no hay una “buena forma” de introducir y enseñar la teoría de modo más pertinente.

El texto aborda:

• El hecho de ser practicantes como personas que nos encontramos en el proceso de formación y aún no nos hemos recibido de docentes. O sea maestro que aún “no es”.

Es una definición por negación,” ser practicantes” como equivalente a “no ser docente”.

El practicante está en una situación de carencia respecto a una posición a la que se aspira.

• El practicante sería una construcción de las instituciones formadoras, de las propuestas de formación, que se basaría en un conjunto de ideas e imágenes que suscita, no explicitadas.

• Enumera supuestos en relación con la Institución donde se van a realizar las prácticas, en cuanto a la Institución formadora del practicante, supuestos como características del practicante, supuestos de la relación practicante-alumnos y cuestiones que no serían pertinentes o propias del quehacer del practicante y quedarían reservadas para los sujetos de las Instituciones y estas cuestiones también se mueven con la lógica de los supuestos.

Por esto “practicante” es un término que encierra una alta condensación de sentido; se asume como una categoría casi natural en la institución formadora y en aquellas que tienen cierta trayectoria en el quehacer de recibirlos y brindarles un espacio.

Desde el análisis la categoría “practicante” sería una construcción singular cuya particularidad devendría de dobles inscripciones institucionales, de dobles lugares simbólicos, de atravesamiento de múltiples demandas y expectativas. Sería una categoría que cuenta con palabras propias y prestadas, que anticipa la práctica docente en su complejidad a la vez que se constituye desde una práctica de sujeto en formación. Ser practicante sería un lugar de pasaje.

El texto alude a un enfoque socio-antropológico en el que intenta dar una reconstrucción de sentidos desde las condiciones de esa práctica y su significado para los sujetos que son actores privilegiados. Desde esta visión realizar las prácticas significaría “iniciarse en la docencia”.

En este sentido los “practicantes” participan de un acto novedoso de inserción en un universo de práctica extraño hasta esta experiencia.

Desde esta visualización se propone pensar la práctica como un conjunto de rituales, acuñados y consolidados en el transcurso del tiempo por sus actores principales los formadores y los practicantes que dejarían una impronta muy significativa en los sujetos.

En el momento de “las prácticas” el practicante se expone por primera vez, sosteniendo una propuesta personal, en el escenario de la enseñanza, la forma en que asua este proceso de “iniciación” marcará significativamente la historia de la formación permanente. Las prácticas serían un desafío a la imaginación.

Esta parte del texto es la que más despertó mi reflexión a partir de lo leído. Como practicante viví la experiencia de ir al jardín a observar estando en una situación diferente a otros ámbitos de enseñanza en los que he participado. Con

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