Resumen De El árbol De La Ciéncia
Lyons312 de Junio de 2013
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Primera parte: La vida de un estudiante en Madrid
Andrés Hurtado comienza la carrera: Estudió Bachiller en el Instituto de San Isidro y medicina en la Escuela de arquitectura. El primer día (octubre)-Estudiantes-algarabía. Analizaba la escena. Se encontró con Julio Aracil y Montaner, el primero, antiguo compañero. Antipatía por los dos, pero más por Montaner (monárquico, partidario de ricos, no le gustaban los naturalistas, Zorrilla). Hurtado (republicano, naturalistas, Espronceda). El profesor de Química era un viejo al que le gustaba que le aplaudiesen y fácil de burlar por los alumnos más alborotadores. Otras asignaturas que tenía eran: Botánica, Zoología.
Los estudiantes: Los estudiantes iban a Madrid con un aire donjuanesco y no les preocupaba la religión. España, entonces era un país con fosilización de ideas. Los estudiantes en clase de Química fumaban, leían novelas y no atendían al profesor.
En el aislamiento: la madre le había inculcado la religión, pero con el paso del tiempo, ésta había desaparecido de su vida. Se sentía sólo. Sus dos hermanos estudiaron en un colegio y a él le metió en un instituto por “falta de dinero” su padre. Discutía frecuentemente con él ya que el padre era conservador y el hijo republicano. Al igual que pasaba en el piso de arriba en una familia catalana, pero el hijo allí era el conservador y el padre el republicano. Margarita mediaba en sus discusiones.
El rincón de Andrés: el padre era amable con los de fuera y mantenía amistades interesadas. Trabajaba para un marqués, cobrando alquileres. En su mismo edificio vivían dos ex-bailarinas, protegidas por un viejo senador, llamadas “ las del moñete”. Pedro el padre las elogiaba muchísimo. Andrés dormía en la habitación con su hermano Pedro; cuando empezó Medicina de trasladó a un cuarto alto sólo, donde se guardaban antes los trastos viejos. Con buenas vistas desde su ventana, como dos jóvenes, una mujer que se maquillaba... En los primeros exámenes, aprobó 4 asignaturas, quedándole Química (dijo que no se había presentado), pidió a su tío Iturrioz, que le recomendara y a pesar de hacer un fracaso de examen de recuperación, aprobó.
La sala de disección: Hurtado y Montaner se hicieron más amigos. En anatomía, tenían que diseccionar. Andrés no tenía ningún reparo, pero le molestaba cómo sacaban a los muertos del carro y cómo metían los pedazos en calderas. Había un amigo de Aracil (dominador, cruel, desdeñoso), llamado Jaime Massó que le apasionaba la disección (era supersticioso- hilo misterioso- y wagneriano). Andrés también salía con Rafael Sañudo y Fermín Ibarra. Con Sañudo iba al Café del Siglo (c/Mayor) donde se hablaba de Wagner y donde había una chica rubia que destacaba Sañudo y compañía, quienes hablaban mal de todo el mundo. También frecuentó cafés para cantaores (que le parecían repugnantes aunque le encantase el flamenco) y otros sitios que creía peligrosos, como el Café del Brillantes (con chulos, camareras); garito en la C/ de la Magdalena (miedos.- mujer extraña). Los domingos por la tarde iba a visitar a Fermín Ibarra, que tenía artritis y leía ciencia recreativa. Le daba impresión de dolor y amargura. La vida le era fea, turbia, dolorosa e indomable. De puertas adentro, Andrés desarrollaba ideas republicanas como Saint Just. Había mucha diferencia entre Hurtado y sus amigos y los provincianos.
Aracil y Montaner: En el verano, Aracil se fue a Galicia, Montaner a la sierra y Hurtado se quedó en Madrid. Por las mañanas, iba al Retiro con Luisito y Margarita y por las tardes, leía. Tenía fisiología. Pensaba que le iba a entusiasmar pero su profesor y su libro eran muy malos. Este año, intimó más Hurtado con Aracil. Era muy hábil, quería valerse por sí solo. Le gustaba sentirse superior e iba de guaperas. Le gustaba la omnipotencia del dinero y la claudicación. Tipo semita. Aceptaba todo, se acomodaba a lo que fuese necesario. Enemigo de lo vidente y amigo de libros franceses entre naturalistas y galanes. Montaner era “tipo semita”, tranquilo, odiaba la violencia, blando de carácter. Aracil se marchó en el verano y Hurtado y Montaner se quedaron solos. Paseaban por la Castellana y por el Prado. Al final del verano se fueron al Parque del Buen Retiro a escuchar ópera antigua, seguían a las chicas. Montaner y Hurtado hablaban mal de Aracil, pero cuando éste llegaba, iban con él.
Una fórmula de la vida: Comienzan las clases con José de Letamendi. Su teoría sobre la vida, que era una multiplicación entre el individuo y el cosmos, la quiso explicar Hurtado en el café de su amigo Sañudo y un estudiante se la rebatió. La segunda vez que la leyó le pareció una tontería. Lo único que tenía Letamendi era palabrería. Por ello, Hurtado se interesó por la filosofía, leyendo libros.- Schopenhauer, Fichte y Kant. Leyó libros de filósofos franceses (cyranos), italianos (cantantes de ópera) que no le agradaron.
Un rezagado: En 5º, Luisito cayó enfermo con fiebre tifoidea diagnosticada por el doctor Aracil. El cuidado de Margarita le hizo a Andrés sentir estima por ella. Se le pasaron las fiebres y Andrés se preguntó si de verdad la medicina servia para algo. Pero Luisito siguió malo. En ese curso, Andrés se hizo amigo de Antonio Lamela, un rezagado. Éste estaba enamorado de una dama noble, vieja y fea de verdad. Era muy católico y tenía unas ideas muy anticuadas. Hurtado pensaba que estaba un poco loco. Para él había dos clases de personas: - buenas y mezquinas como Aracil y Montaner. Buena relación entre Margarita, Luisito y Andrés.
Paso por San Juan de Dios: Se apuntaron Aracil, Montaner y Andrés a un curso de enfermedad venéreas. Visitaron una sala de mujeres y a Hurtado le pareció deprimente. La vida le estaba enseñando su peor cara. El médico de la sala, amigo de Aracil era cruel y maltrataba a los enfermos de palabra y obra. Abandonó Andrés el curso de San Juan de Dios por la arrogancia y crueldad del médico hacia una enferma y su gato. Quería seguir las ideas de Ernesto Álvarez (anarquista), pero pronto Aracil le quitaba esas ideas de la cabeza. Pensaba que en la vida, no había ni podía haber justicia.
De alumno interno: Montaner, Aracil y Andrés hicieron el examen para el Hospital General. Los dos últimos aprobaron. ( Hurtado llevaba una recomendación de su tío Iturrioz.) Un médico adivinó que no tenía vocación para la medicina, le gustaba investigar, sentía curiosidad por todo. Veía que en el hospital se jugaba demasiado a juegos de azar, como por ejemplo, dos curas, uno de ellos llamado Lagartijo. Hurtado se hizo amigo de las monjitas de la Caridad. Un enfermo le dio el diario de una monja, sor María de la Cruz. Quiso conocerla, pero ya había muerto. Había en el hospital, un tipo muy ansioso llamado Juan que cuidaba de enfermos contagiosos. Supuestamente un místico, para otros un obseso sexual. Para Andrés era repulsivo.
Segunda parte: Las carnarias
Las Minglanillas: Julio Aracil se acercó a Andrés Hurtado y comenzó a despreciar a Montaner, que no asistía ya a clase. Julio le comentó a Andrés que él “estaba” con una chica llamada Niní que era una de las dos hijas que tenía una viuda pobre, antipática, a las que llamaba las Minglanillas. La viuda se llamaba Doña Leonarda y la otra chica Lulú. (Era graciosa, pero no bonita). A Andrés le parecía incorrecto que Julio tomase a Niní como querida para luego abandonarla cuando quisiese. -Vivían en la C/del Fúcar. -Niní y Aracil iban a la C/ Cervantes.
Una cachupinada: Julio le informó a Andrés que había baile en casa de las Minglanillas el domingo de Santa Susana y que si quería ir, tenía que pagan. Iban chicas guapas un periodista llamado Antoñito Casares (mujeriego, quería una mujer rica) y un sainetero. Entre las chicas había una rubia que había sido raptada por un señor rico, sátiro en un hotel y ella había conseguido escapar. El padre violó y el hermano asesinó. La chica se llamaba Estrella odiada por las mujeres y tenía una hermana de unos doce o trece años, sinvergüenza, que se llamaba Elvira. Andrés se sentó al lado de Lulú. Se acercó Casares a invitarla a bailar pero ella rechazó la invitación. Lulú, le dijo a Hurtado que ella conocía las verdaderas intenciones de Julio. También dijo que quería morirse. Esta conversación les hizo muy amigos.
Las moscas: Salieron de la fiesta y fueron a casa de Doña Virginia, una comadrona de 75 años, morena, que estaba acompañada de tres hombres (uno su amante, supuesto profesor de italiano, otro el director de la revista El Mesón Ilustrado, el otro un anestesista del hospital). La comadrona tenía a chicas en su casa, pero les dijo que se tenían que marchar. Ya en la calle se encontraron con Victorio, el hijo del prestamista de la calle Artoa, que conocía a Julio. El director de El Mesón comilon advirtió a Andrés que Virginia tenía un negocio basado en el aborto y rapto de chicas y que el supuesto profesor era su cómplice. Todos fueron a la Carrera de San Jerónimo y de allí a la casa de Villasús, un escritor pésimo de comedias que era un majadero bohemio. Sus hijas se llamaban Pura y Ernestina. El amante de Pura era sainetero interesado. El director del Mesón y Andrés se pelearon y este último, harto de las escenas que veía, se fue con Casares. “ La piedad no aparecía por el mundo”.
Lulú: Simpática, graciosa, sin vergüenza al hablar. Pero Andrés no se sentía atraído por ella. Bordaba para un taller de la C/Segovia. Le gustaban las canciones populares. Cuando fue pequeña estuvo una temporada sin hablar.- le ponía triste. No guardaba respeto a nada ni a nadie. Era servicial y no tenía amigas de su edad. A veces, iba Don Prudencio a hablar con Doña Leonarda
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