Resumen El Caballero De La Armadura Oxidada

Vivía hace muchos años un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Aparte de ser conocido por matar dragones y rescatar a damiselas, era famoso por su armadura brillante. Estaba casado con una mujer hermosa de nombre Julieta, y tenía un hijo llamado Cristobal. Durante mucho tiempo, el único objetivo del caballero era ser el mejor del pueblo. En los pocos ratos libres que tenía, se la pasaba admirando el brillo de su armadura y lo que comenzó como un gusto, terminó en obsesión. Con el tiempo, ya ni para la cena o para ir a la cama se la quitaba de encima y sin darse cuenta, fue alejando a su familia de él. Su esposa estaba harta de no verlo y de no poder descansar por el ruido de la armadura. Llegó el día en que Julieta amenazó que si no se la quitaba, se iba a ir lejos con su hijo, y que jamás los volvería a ver.

Asustado por perder el amor de su amada esposa e hijo, el caballero intentó removérsela, pero fracasó. Llevaba tantos años con la armadura puesta, que ya no se la podía quitar. Desesperado, decidió ir a ver al herrero del pueblo, y a pesar de ser el hombre más fuerte del reino, no fue suficiente para retirar la armadura de su cuerpo.

De regreso en su casa, su mujer no creyó que el herrero no pudo contra la armadura y antes de que ella pudiera irse, el caballero decidió irse lejos en busca de alguien que le pudiese ayudar a quitarle su armadura. Antes de partir, quiso llegar a despedirse del rey, pero a quien encontró fue a un bufón llamado Bolsalegre. Al ver al caballero hecho un desastre por su problema, le aconsejó ir a ver al Mago Merlín. Y aunque no estaba muy convencido, el caballero marchó en búsqueda del famoso mago ya que era su única esperanza.

Al llegar al bosque, se sentía inseguro pues estaba perdido y no sabía bien cómo sobrevivir. Después de meses de búsqueda, un día en el que se sentía más débil de lo normal, finalmente se encuentra con el Mago Merlín que se encontraba sentado bajo un árbol. Rápidamente le contó su historia y que llevaba meses perdido entre el bosque. El mago le contó que llevaba perdido toda su vida. Durante un tiempo, Merlín estuvo enseñándole al caballero que la armadura se la había puesto por miedo. Lo hizo ver que sus metas siempre se concentraban en como las demás personas lo veían y no en ser feliz, como el tener que demostrar que era bueno, generoso y amoroso.

Un día, al irse volviendo más sensible, logró escuchar a los animales y decidió enviarle una carta a su hijo Cristobal con una paloma llamada Rebeca. La paloma regresó, pero con la nota en blanco. Su hijo no pudo contestarle porque no conocía tan bien a su padre como para responderle. Entre lágrimas de dolor, el caballero se quedó dormido. Cuando despertó se sentía avergonzado por haber llorado tanto, pero Merlín le dijo que ese era el primer paso para poderse liberarse de su armadura. Lo condujo al mismo sendero por el que había llegado, el cual lo llevaría a la deshonestidad, la avaricia, el odio, los celos, el miedo y la ignorancia, pero también le enseñó otro sendero, el sendero de la verdad, el cual era muy espinoso, advirtiéndole que iba a necesitar de mucho coraje y de una decisión que no podía cambiar para atravesarlo, pero que sólo así, podría librarse de su armadura.

Merlín sacó una llave dorada que le serviría para abrir las puertas de los tres castillos que bloquearían su camino. El primer castillo se llama Silencio, el segundo Conocimiento y el tercero Voluntad y Osadía. Le dijo que la lucha sería aprender a amarse a si mismo y mágicamente desapareció.

Determinado, el caballero aceptó incursionar por el sendero de la verdad y acompañado de Rebeca y de la Ardilla, partieron en su camino. Después de descansar de un largo día caminando, el caballero despertó sin una parte de su visera, que se había oxidado y caído gracias a las lágrimas que había derramado el día anterior. Después de muchas horas de caminar, llegan a la puerta del Castillo del Silencio y el caballero entra mientras sus amigos lo esperan del otro lado. Al entrar, se sentó junto al fuego y se dio cuenta de dos cosas: no había puerta de salida y había un tremendo silencio. De pronto escuchó la voz del Rey, que hacía lo mismo que él, y al proponerle que realizaran el viaje junto, le dijo que sólo si estaba callado encontraría la salida. Con tanto silencio, el caballero se puso a reflexionar y al fin poder tener un tiempo para su mente, admitió que le tenía miedo a la soledad. Al aceptar sus miedos, se abrió una puerta. En la próxima habitación, empezó a hablar consigo mismo y así se abrió la puerta siguiente.

Aquí se dio cuenta que nunca había vivido el momento, si no que siempre hablaba del futuro o de su pasado. Con esto

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