San Manuel Bueno Martir

En el libro "San Manuel Bueno, Mártir," vemos claramente una de sus inquietudes: el conflicto entre la razón y la fe. Referirme al pensamiento filosófico y visión de Unamuno significó rescatar en sus escritos, y en esta obra en particular, el problema que para él tenían el sentido de la vida, la muerte, Dios y la inmortalidad.

En este libro vemos a un párroco que cree en la vida y no cree en Dios, por lo que constantemente defiende la vida aunque siempre aferrándose a la idea de que Dios exista (para que su pueblo sea feliz). La historia de este santo (como lo consideraban en la aldea) es contaba por Ángela, quien poco a poco descubre aspectos del párroco que no entiende, pero que finalmente la llevan a averiguar (a través de su hermano Lázaro) la verdad de San Manuel. Se constata que no cree; ese conflicto que se presenta entre la razón y la fe, dicho de otro modo,

"las verdades de la cabeza frente a las verdades del corazón." Lucha, o mejor dicho, se "rinde" al razonamiento; tanto la idea de inmortalidad y de Dios le son incompatibles con su razón. Duda de lo que es aceptado por el pueblo como verdad. San Manuel sufre este conflicto entre la fe, el hecho de creer las cosas firmemente sin que sea necesario probarlo o demostrarlo, y la razón, encontrarle a todas esas cosas una explicación lógica o argumento que las demuestre.

En cuanto a su relación con las ideas de Platón, sabemos que éste realza el concepto de las ideas y que la más elevada de ellas es la del bien, modelo de todos los actos. Ésta es la de Dios; por lo tanto, el pueblo refleja este mundo, puesto que vive para y en la religión. Este mundo es la realidad del pueblo. Se encuentran inmersos en la fe y la santidad que les inspira el párroco, esa felicidad de que Dios existe y que la religión es la verdad suprema para llegar a Él. E irónicamente, esto representa un conflicto para el párroco.

A través del tiempo, podemos ver como situaciones de conflictos de fe se han hecho cada vez más visibles. Supe de la historia de un cura español, que una de mis tías conoció en la iglesia católica a la que ella asistía. Se volvieron amigos, él escuchaba sus problemas y la comprendía y viceversa. Un día, este cura tuvo que volver a España, su período de misión había terminado. Sin embargo, ambos siguieron en contacto. Durante meses, se comunicaron por cartas y teléfono, mi tía le contaba sus problemas y Ferrán (este es su nombre) le aconsejaba. Un día él la llama por teléfono y le dice que debe confesarle algo que hace tiempo le ronda por la cabeza: no quiere seguir en el sacerdocio pues siente que aún le quedan "cosas terrenales" por hacer. Su fe entra en conflicto con su vida. Así tal cual fue su confesión. Recuerdo este hecho en particular, porque yo me encontraba en ese tiempo muy apegada a ella y tuve conocimiento de la amistad entre ellos. El quiso viajar nuevamente a Chile y seguir el sacerdocio acá. Esa era la idea. Sin embargo, un día, sin ningún aviso, desapareció. Mi tía dejo de recibir sus cartas y llamados. Ella me contó, tiempo después, de que ya se lo imaginaba; nunca creyó que Ferrán dejaría lo que más amaba: servir a los demás a través de Dios. Desde hace ya unos años que han vuelto a contactarse. Él sigue en el sacerdocio y no han vuelto hablar de su crisis de fe.

Al leer esta obra de Unamuno, recordé esta historia porque al igual que San Manuel, Ferrán y quizás otros individuos, vivieron algún tipo de conflicto en sus vidas. En el transcurso de la Historia se ha podido apreciar como los individuos se han batido entre múltiples dudas, especialmente los de la Iglesia Católica. Algunos lucharon toda su vida y tuvieron que vivir de acuerdo a lo que siempre se les dio como verdad absoluta, escondiendo sus inquietudes para no dañar a los que los rodean y a la vez se engañándose a si mismos,

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