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The Moral Power of Money


Enviado por   •  26 de Julio de 2022  •  Resúmenes  •  27.581 Palabras (111 Páginas)  •  78 Visitas

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Una tarde de primavera de 2008, Mary me contó de un caso en el que un conflicto familiar se vio exacerbado por el dinero prestado . Su hija mayor, Sandra, y su banda de hus- band, Daniel, necesitaron 3.500 pesos para mudarse a una nueva casa en Villa Olimpia. Sandra le pidió a su tío Jorge que les prestara el dinero. La pareja acordó con el tío de Sandra esperar hasta que hubieran ahorrado el monto total de la deuda antes de pagarle. Sin embargo, el reembolso se produjo mucho más rápido de lo que se decidió originalmente, y fue angustiante.

Dos semanas después de que el tío de Sandra les prestara el dinero, la familia se reunió para celebrar el cumpleaños de una de las otras hijas de Mary. El comedor terminó alrededor de la medianoche. Mary estaba limpiando la cocina cuando escuchó que las voces comenzaban a elevarse en el patio, donde los demás estaban jugando a las cartas.

El juego de cartas había sido interrumpido". Deja de hacer trampa". ¿A quién llamas tramposo? Eres el tramposo y siempre lo has hecho

ha sido". Jorge era el que gritaba y arrastraba sus palabras. Estaba claro que tenía

tenía demasiado para beber. Cuanto más trataban los demás de calmarlo, más insultaba. Unos segundos después, tomó la baraja de cartas y la arrojó a la cara de Sandra.

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Teniendo en cuenta la generosidad de Jorge unas semanas antes, el esposo de Sandra no había querido involucrarse. Pero no pudo contenerse cuando vio a su esposa siendo maltratada.

"Sal a la calle y lucha como un hombre, en lugar de perseguir a una mujer".

"¿Cuál es tu problema?" Jorge respondió. "Todos aquí saben que ni siquiera puedes pagar tus cuentas".

La expresión de Daniel cambió; giró sobre su talón y se fue. Sandra vio la mirada en su ojo y supo que se dirigía a casa por su arma. Ella corrió tras él, seguida por sus hermanos. Mientras llegaban a la nueva casa de la pareja, el tío Jorge vino tambaleándose detrás de ellos gritando: "Quiero mi dinero. Nunca me vas a pagar, porque eres un imbécil".

María recordó muy bien esa dramática noche. La pelea se prolongó durante horas. Jorge seguía diciendo que nunca devolverían el préstamo; los hu- los huía fuera de su casa, para que todos sus familiares y vecinos los vieran y escucharan, antes de finalmente irse a la cama. Todo el asunto terminó temprano a la mañana siguiente, cuando varios de los hermanos de Sandra y Daniel lograron obtener el monto total del préstamo.

Con el dinero en la mano, fueron a la casa del tío. Contaron las facturas y las entregaron. No habían hablado desde entonces.

Jorge había jugado con la incertidumbre implícita en la devolución de cualquier préstamo e infligido humillación al expresar públicamente su duda. "Todo el mundo aquí sabe que ni siquiera puedes pagar tus cuentas", había anunciado frente a toda la familia. No devolver el préstamo en ese momento habría sido insoportable para el esposo de Sandra. Sopesó dos opciones diferentes, ajustar cuentas o pedir otro préstamo, y optó por la segunda.

La violencia como respuesta alternativa a ser acusado de falta de capacidad financiera revela el peso emocional y económico de esta afrenta pública. En una economía del crédito y la deuda basada en las relaciones interpersonales, el estigma de no pagar una deuda es tan fuerte que recurrir al uso de un arma llega a parecer una forma de evitar una posible exclusión económica y moral.

Este no es un argumento nuevo. Diferentes estudiosos de la historiografía (Fon- taine 2008), sociología (Caplovitz 1967) y antropología (Lomnitz 1975) han analizado la dimensión moral de los préstamos y la deuda entre los pobres. Sin embargo, la financiarización de la vida cotidiana (Langley 2008) añade nuevas preguntas

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a esta hipótesis. Una de las características de este proceso ha sido una oferta ampliada de crédito al consumo (Guseva 2008). En Argentina y en otras partes del mundo, el mercado de crédito capitalista juega ahora un papel clave en la vida económica de los pobres (McFall 2014; Deville 2015; Santiago 2015).

Como resultado de este proceso, se ha producido un retorno a las narrativas unilaterales del crédito y la deuda. En el pasado, los trabajos clásicos en antropología y sociología han esencializado tanto los préstamos capitalistas formales como sus alternativas, ya sean basados en la comunidad (Geertz 1962) o préstamos informales (Caplovitz 1967). Estas narrativas proponían una ecuación simplista en la que la moralidad es tratada como la otra cara del crédito capitalista.

Hay dos explicaciones diferentes pero complementarias para el reciente retorno a estas narrativas unilaterales. El primero es el uso generalizado de las nuevas tecnologías para evaluar la solvencia. Tales tecnologías tienden a evaluar la capacidad de pago en términos de datos objetivos y medibles, dejando elementos morales o subjetivos fuera de la ecuación (Marron 2007; Carruthers y Ariovich 2010). Como ha señalado el economista griego Costas Lapavitsas, "el sistema de crédito capitalista es un conjunto de mecanismos institucionales centrados en un mecanismo formal de medición de la confianza. Dado que la confianza es objetiva y social, la fuerza moral en el crédito capitalista es débil" (Lapavitsas 2007, 418). Por otro lado, muchos defienden formas "financieras alternativas" como los microcréditos (Maurer 2012), argumentando que añaden una nueva dimensión ética a la economía (Schuster 2015). Mi enfoque cuestiona estas narrativas, ya que no considero que la moralidad esté separada del crédito capitalista o de las finanzas alternativas.

El éxito de las relaciones crediticias depende de reducir la incertidumbre y anticipar los riesgos de no recibir un pago (Knight 1921). Los sistemas de crédito varían según la forma en que se combinan las garantías y las tecnologías de calificación crediticia. Martha Poon (2009) ha descrito la evolución del crédito en los Estados Unidos y el creciente papel de las tecnologías de puntuación. En su trabajo sobre los bancos franceses, Jeanne Lazarus (2011) analiza cómo las aprobaciones de préstamos combinan las evaluaciones morales con indicadores objetivos como la estabilidad laboral, el lugar de residencia, etc.

La noción de capital moral muestra cómo la incertidumbre se reduce a través de una evaluación moral de los prestatarios. Contribuir a las discusiones actuales sobre la dimensión moral del crédito y la deuda en la vida cotidiana (Peebles 2010;

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Graeber 2011; Gregory 2012), propongo considerar el concepto de capital moral en este libro como una especie de garantía, junto con otros tipos de capital, como el capital económico o legal, analizando cómo interactúan los diferentes valores y cómo el capital moral influye en el proceso. Esta perspectiva arroja luz sobre las "situaciones de clasificación" (Fourcade y Healy 2013) dentro de los sistemas de crédito que influyen en las posibilidades de las personas y los grupos.

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