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Capitalismo, una historia de amor (análisis)


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2016  •  Ensayos  •  3.209 Palabras (13 Páginas)  •  533 Visitas

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Los desalojos masivos en Estados Unidos afectan a la clase media, que habiendo pedido créditos hipotecarios con tasas de interés que aumentan periódicamente, no pueden pagar las cuotas correspondientes.  

Los bancos dan más plazos, pero los intereses hacen impagables las cuotas.

Un desalojado que es claramente de clase media dice:

“No entiendo nada, ya no hay clase media, debería haber una rebelión de los que no tienen nada contra los que lo tienen todo […] ¿Qué se supone que debería hacer? ¿Robar un banco?...A mí me lo han hecho. Empiezo a entender a la gente que se vuelve loca”.

La policía actúa inexorablemente efectivizando los desalojos (incluso con uso de la fuerza), ordenados por la justicia, que da la razón a los bancos, en base a lo establecido en los contratos de los créditos hipotecarios.

La propaganda hace hincapié en que las propiedades de personas, son una fuente de riqueza y que debe ser aprovechada sacando créditos que le permitan consumir bienes y servicios.

Los créditos hipotecarios aparentan enormes facilidades, pero la elevación progresiva de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y el aumento de la demanda de créditos hicieron aumentar la tasa de morosidad y el nivel de ejecuciones.

Los bancos se quedan con las propiedades, pero son tantas que la oferta es enorme, por lo que el valor de las mismas baja considerablemente.

Los servicios inmobiliarios aprovechan la situación y ofrecen estas viviendas o predios a fondos que los compran a precios muy inferiores a lo que fueron tasados poco tiempo antes.

Los buitres se comen los restos de los cadáveres  que quedan, sin tener que participar de la ejecución de la víctima.

Los ganadores son aquellos que pertenecen a las clases más altas, es decir los ricos, que son quienes tienen los fondos para beneficiarse aún más comprando propiedades a precio vil.

Es sistema se retroalimenta:  Tengo bastante y entonces puedo obtener más, por lo que al aumentar mis fondos  puedo obtener aún mas y  así vuelve a empezar.

Pero cuando alguien aumenta su proporción desmesuradamente, muchos otros quedan en la calle y entonces vienen los buitres a limpiar los restos.

La sociedad elige lo que se debe fabricar, pues al comprarlo está dando su voto a un producto o servicio específico frente a otro que considera de inferior calidad y/o precio.

Esto establece una competencia por obtener ese voto entre los que fabrican ese objeto o  prestan  ese servicio. El votado perdura, el otro desaparece.

Pero este voto queda condicionado por las campañas de propaganda que incentivan el consumo (Incluso de objetos o servicios completamente innecesarios), que beneficiará más a aquel que tenga un pequeño margen de superioridad en los votos, por lo que puede hacer más propaganda y en consecuencia aumentará ese margen. Entonces con más fondos podrá absorber a gran parte de la competencia y la oferta será suministrada  por un oligopolio en el mejor de los casos.

El sistema se retroalimenta favoreciendo a los que tienen una mayor proporción de la torta, convirtiéndolos en los dueños de la torta.

El dinero de los impuestos que en otros años se destinaba a construir carreteras, diques, puentes, hospitales y escuelas, ahora se destina a salvar a los bancos. No a los que quedan en la calle, sino a los bancos.

Cuando en 1977 Carter llegó a la Casa Blanca cuatro años después que se desatara la crisis del petróleo (1973), dijo a los estadounidenses que la crisis energética era un peligro claro y presente para la nación. Diseñó un plan para intentar hacer frente al problema y manifestó que la oferta mundial de petróleo probablemente sólo podría cubrir la demanda estadounidense durante seis u ocho años más.

El anuncio de Carter “Tendemos a la falta de moderación en el consumo, nuestra identidad ya no se define por lo que somos si no por lo que tenemos", está  advirtiendo sobre el final de la fiesta consumista.

Y llega el vaquero Ronald Reagan, presentado como un títere de otro, de nombre similar: Don Regan que  era el presidente de Merrill Lynch, y una de las personas más ricas del mundo, que más tarde se colocó como jefe de gabinete de la Casa Blanca.

Merrill Lynch es una compañía norteamericana, que a través de sus subsidiarias y afiliadas, ofrece servicios en el mercado de capitales, inversiones bancarias, asesoría consultiva, gestión de capital, gestión de activos, seguros y servicios de banca, desde el año 1914.

Fundada por Charles E. Merrill y Edmund C. Lynch fue adquirida por el Banco de América por 44.000 millones de dólares en septiembre de 2008 para salvarla de la crisis de las hipotecas.

Con Reagan en el gobierno, Wall Street, las grandes corporaciones y los ricos fueron los grandes beneficiarios.

Entre 1980 y 2000 se produjeron los siguientes hechos:

Los que perdieron

  • Desmantelamiento sistemático de la infraestructura industrial
  • Los despidos aumentaron
  • La productividad aumentó un 45%, los salarios un 1%
  • Los sindicatos fueron mermados
  • El endeudamiento familiar subió un 111%
  • Las personas en quiebra aumentaron en un 610%
  • Los encarcelamientos un 350%
  • Los costos de la sanidad se elevó un 78%

Los que Ganaron

  • La brecha entre altos ejecutivos y trabajadores creció un 649%.
  • El índice de la Bolsa (Dow Jones) obtuvo subidas del 1.371%
  • Se rebajó el tipo impositivo a los más ricos en un 50%

El desmantelamiento de las grandes industrias impactaron, no implicaba que sus accionistas perdieran, sino que invirtieran en bienes en otros lugares del mundo donde podían obtenerse mejores beneficios.

Un menor nivel de inversión para obtener iguales o mayores niveles de renta.

Se necesitaban condiciones especiales en estos lugares, y en 1989 en Argentina se dio la oportunidad:

El 17 de agosto de 1989 se sancionó la ley 23.696, conocida como Ley de Reforma del Estado, que permitió la privatización de un gran número de empresas estatales y la fusión y disolución de diversos entes públicos, como YPF, ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas y las empresas de agua, luz y gas.

"Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado” fue el fallido del entonces ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi, al anunciar el primer mandamiento del decálogo menemista de aquella reforma. Esta frase define el paradigma de la década de los ’90, en la que todo lo privado era superior a lo público y la voz de los empresarios se volvió más autorizada que nunca. El resultado fue  la enajenación del patrimonio nacional construido con el esfuerzo de décadas por millones de argentinos.

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