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Desde El Jardín


Enviado por   •  25 de Agosto de 2013  •  1.525 Palabras (7 Páginas)  •  230 Visitas

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Pudiera estar ocurriendo esto con los países donde la decepción del pasado los haya inducido a cometer este tipo de errores, será bastante parecido con los actuales poderes de decisión para conseguir el chance o mejor dicho a un Mr. Chance, para dirigir los destinos de millones de ciudadanos y ciudadanas, y que estos a su vez escojan colaboradores con las mismas características mentales de Mr. Chance. Esto sería terrible para cualquier país. Será que ya los tenemos entre nosotros y hasta hora no hayamos caído en cuenta que en el mundo están ejerciendo el poder y con sus impedimentos están simplemente destruyendo los aparatos productivos, las economías, las sociedades y de esta forma darle cabida a unos que no tienen este tipo de impedimento mental, pero que si tienen la plena capacidad de ser grandes guerreros corruptos y premiados aprovechando este fenómeno. Millones de electores serán los que recluyan a estos a sus sitios de origen. Y si esto es así, el mundo está lleno de Mr. Chance y lo mejor seria dar una mirada a nuestro alrededor para saber quienes son nuestros jardineros.

La figura de mister Gardiner, que se basa en una novela de Jerze Kisinski, sirvió con el tiempo para ejemplificar sobre los aspectos más problemáticos del análisis del discurso. Discursos que se nutren, entre otras cosas, de silencios. Que son tan significativos como las palabras. Silencio que notamos en estos días en las máximas autoridades farmacéuticas de la provincia de Buenos Aires, ante los problemas que se viven en el sector. Las palabras de todos dicen “franquicia, asimetrías, cadenas de farmacias”, pero en el jardín sólo hay silencio. Y mientras mister Gardiner cuida los almácigos, afuera la pelea se hace cada vez más desigual.

Cuando uno habla con nuestro amigo jardinero, cuando se le acercan colegas de Colegios de todas partes con la necesidad de sentarse a discutir como se frena la llegada de “mostradores calientes”, de franquicias que crecen al ampara incluso de esta ley que tanto defendemos (incluyendo los dueños de farmacias que quieren “autofranquiciarse”), cuando esto es elevado al colegio más importante de la Argentina, la respuesta es un silencio atronador. Siguiendo la línea de la película de Peter Seller, nos preguntamos si este silencio tiene que ver con una mala interpretación de las palabras, de un “ruido” en la comunicación, o con otra cosa, con la presencia de dos mundos distintos, con necesidades diferentes que nunca llegarán a coincidir.

Creo que es necesario ir un poco más allá y concentrarse en dos puntos que han sido expuestos en el argumento de la película y que me parecen fundamentales: el acoplamiento estructural y el fenómeno de la doble contingencia en relación a la comunicación, de los cuales trataré a continuación.

El acoplamiento estructural.

Chance, mientras vivió en su cochera, cuidó sus plantas y tuvo a través de la televisión el conocimiento del mundo que requería, no necesitó nada más. No era para él útil ni necesario aprender a amar a una mujer, por ejemplo, o conocer otros idiomas; dentro de su relación con el entorno contaba con todas las herramientas que le permitían sobrevivir a su realidad, aún así, esta relación tenía un carácter altamente dependiente, pues necesitaba que la sirvienta (Louise) lo alimentara, que el “dueño de la mansión” existiera para tener dónde vivir y, de cierta forma, también dependía del control remoto para cambiar su televisor.

Es por eso quizás que Louise lo trataba como si fuera un niño pequeño. Asumía esa dependencia como algo natural y no creía que él pudiera sobrevivir por sí mismo fuera de la mansión, donde estaba seguro y protegido.

Cuando todo aquello se terminó y tuvo que dejarlo atrás para relacionarse con una nueva realidad, no terminó su dependencia. Aparentemente podía consigo cuando se aventuró a caminar sin rumbo y posiblemente también consiguió adaptarse a las nuevas circunstancias con relativa naturalidad, pero si lo vemos con detención, en el fondo jamás pudo garantizar su supervivencia: al momento de conocer a Eve, lo primero que hizo fue pedirle alimento.

La doble contingencia.

El problema de la doble contingencia supone que “dos sistemas que se encuentran por primera vez están divididos por un océano de incertidumbre, de complejidad, en la cual prácticamente todo es esperable del comportamiento del otro, siendo que a la vez ambos están a la espera de una señal por parte del otro para poder actuar” (Salazar, 2007).

Debo comenzar especificando que considero a Chance como un extranjero: Luego de vivir la mitad de su vida tras la realidad de una pantalla de televisión, ha construido una serie de estructuras culturales, tan propias en él que le impiden, incluso,

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