El Hombre Viento No Se Rinde
mofejo4 de Mayo de 2014
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Un tipo genuino que va de frente en un mundo de pura fachada. Jeremías Pau Toledo Arias (Pego, 1981) lleva en la música desde hace 17 años, nunca se fijó en el estereotipo de poeta urbano en sus comienzos y su música tiene un mensaje intenso que va más allá de las letras banales que nos abruman en estos días. Después de siete discos publicados, todos ellos íntegramente de su cosecha, y con el octavo en camino, El Hombre Viento vive uno de sus mejores momentos como artista, o, por lo menos, goza de un mayor reconocimiento por parte de sus colegas de profesión. Un artista con talento innato que no pasa desapercibido para los expertos, pero al que le falta un golpe de efecto que le coloque en el lugar que realmente le corresponde.
En la actualidad está metido de lleno en el último proyecto del prometedor grupo de hip hop Suite Soprano que saldrá a la luz el próximo mes de mayo y en el que ha puesto su sello en la mayoría de canciones con unas bases extremadamente trabajadas. Se encarga del 'art work' y de las letras de dos temas del nuevo disco de Celtas Cortos, con quien suma varias colaboraciones en los últimos años, y, además, raperos consagrados a nivel nacional han llamado a su puerta para la confección de sus próximos trabajos.
Hablar de El Hombre Viento es hacerlo de un artista multidisciplinar, domina varios instrumentos como el violín, la viola, el piano o la guitarra, es cantante, compositor, ilustrador y productor musical y audiovisual. «Todo lo que he hecho ha sido por supervivencia, para no pensar cuando tenía problemas hace un montón de años, y así he seguido. La libertad que te da idear algo, componerlo y tocarlo sin necesitar a nadie es brutal», comenta. Una infancia difícil le obligó a independizarse con 16 años. Lejos de perderse con malas compañías, Jeremías, Jere para sus allegados, se licenció en Bellas Artes mientras se curtía en el rap. «Era lo que quería hacer, lo que me gustaba más. Me permitía dar rienda suelta a mis letras, a mis ideas, me dio por ser rapero sin saber muy bien qué significaba», comenta. Ese estilo dirigió sus comienzos para después atenuarse y dejar florecer otro muy personal. La música de El Hombre Viento no entiende de convencionalismos, hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere, influenciado por todo tipo de sonidos.
Comprometido buscando su hueco
Las dificultades que atravesó cuando era niño le han llevado a volcarse en labores sociales. Comenzó colaborando con ACNUR, donde continúa hoy en día, y prosiguió cooperando con la asociación madrileña MAGNI en talleres de música y rap para jóvenes con problemas. «También fuimos a Candeal (Brasil) a reconstruir una escuela de cultura y estuvimos en Perú restaurando colegios. Contribuyo de vez en cuando con la asociación YMCA aquí en Valencia», cuenta. «Duermo mucho mejor. Más que ayudar a otras personas, esto creo que me ayuda a mí mismo, no sé si es egoísta, pero es real. Me hubiera gustado que alguien hubiera hecho eso por mí en su día», asegura.
Su nombre artístico, también fuera de lo común, surgió mientras estudiaba Bellas Artes. «Hice un dibujo bastante feo de un perro con alas, se lo mostré a un amigo con criterio y entendido en la materia que me dijo: 'El dibujo me parece una mierda, pero el nombre es bonito'». Lo titulé 'El Hombre Viento', y de ahí el pseudónimo», revela.
En un momento en que la música es «de consumo rápido y superficial», cree que todavía no existe espacio para sus creaciones. «No hay ningún hueco para lo que hago. Mis proyectos para otra gente sí rellenan espacios. Lo que hago no suple ninguna necesidad, no se puede encasillar, cada trabajo es una historia muy diferente, huyo de lo establecido sin inventar nada nuevo», asevera. «La industria ha generado unos huecos que no he cubierto, quizá porque no me ha interesado, no he sabido o porque
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