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Historia De La máscara


Enviado por   •  26 de Febrero de 2014  •  1.525 Palabras (7 Páginas)  •  409 Visitas

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MÁSCARAS: UN POCO DE HISTORIA Y ALGUNAS RAZONES PARA TRABAJARLAS EN LA ESCUELA

La máscara surge a la par que el teatro, como manifestación paralela al nacimiento de todas las culturas y relacionada, estrecha y esencialmente, a los ritos religiosos de los pueblos. Aún en la actualidad, en las sociedades más primitivas que habitan la Tierra, la máscara continúa siendo el elemento mágico y sagrado que transforma y comunica, puente real entre hombres y dioses. Como tal elemento sacro, la antigua Grecia, una de las cunas de nuestra cultura, nos cuenta como en ella las máscaras se usaban para cubrir los rostros de los difuntos o como pequeños objetos, a modo de exvotos que representaban a los distintos dioses y se colgaban de los árboles y plantas para solicitar, de esta manera, la protección divina sobre haciendas, vidas y cosechas.

Serán las fiestas en honor de Dionisos, y más concretamente, ciertas danzas y cantos ofrecidas en su nombre, con carácter dramático, las que harán incorporar al teatro griego el uso de las máscaras. Así, ya en el siglo v antes de Cristo, se utilizaron máscaras para caracterizar toda una amplia galena de dioses, héroes, espíritus de la naturaleza, animales domésticos y animales malignos. Su tamaño no era semejante a las que estamos acostumbrados ver en la actualidad pues se construían siguiendo unas proporciones desmesuradas y con unos rasgos extremadamente marcados, excesivamente exagerados, para que cada personaje estuviera, de esta forma, bien definido y d público supiera siempre a pesar de la distancia y de la situación que ocupara respecto a la escena en estos teatros al aire libre, quién era el personaje representado con el uso de la máscara.

En la progresión temporal existente entre la primitiva danza donisíaca, el drama, la máscara griega pasará, poco a poco, a representar sucesivamente distintas emociones (aunque al principio, sólo expresará terror) para negar posteriormente a mostrar las pasiones humanas en toda su compleja extensión. Así, las máscaras de la tragedia reflejaban el sufrimiento y las de la comedia y la "tira -inmóvil como las otras y con una mueca fija- mostraban alegría marcando las situaciones jocosas y grotescas. Ambas, nacidas en este contexto clásico del mundo grecorromano, se constituirán, desde este tiempo y para siempre, en símbolo permanente de los dos grandes géneros dramáticos que configuran el teatro.

En esa misma época y en relación al actor que la nevaba, la máscara hará desaparecer la personalidad del portador para resaltar la del personaje a quien representa. Éste principio básico y fundamental de la máscara clásica habrá de ser tenido muy en cuenta a la hora de valorar el uso de dicho elemento en los programas de actividades dramáticas expresivas que se desarrollen en el aula o en el centro, pues realmente pueden llegar a constituir el elemento de desinhibición que haga proyectar situaciones creativas en determinados niños, incapaces de realizarlas sin la seguridad que la máscara les puede proporcionar.

La intención de la máscara de representar personajes característicos es también una tónica universal. Así, el teatro japonés «no» utiliza las máscaras igualmente para identificar sus personajes. La Commedia dell' Arte italiana las ha usado siempre con tal fin y muchos de los personajes que Moliere plasmó en sus comedias, fueron representados mediante las máscaras. En nuestro siglo Bertolt Brecht las usó en algunas de sus obras más significativas y, por último, adquieren vital importancia en el mimo y la pantomima.

Pero la máscara, con el avance y desarrollo del teatro al entrar a formar parte de las tragedias y comedias griegas y romanas como la prolongación del maquillaje, negarán también finalmente a completar -y aumentar- el conjunto de recursos existentes para disfrazar a los actores, pasando así, de una manera progresiva, con el transcurso de los tiempos, a ser un elemento más -no fijo- entre otros muchos, pendiente de lo que determine el argumento en cuanto a su utilización, y entroncando, de este modo, con el vestuario e incluso de alguna forma, con la utilería.

• En la escuela, como queda ya apuntado, su uso -al igual que, en muchas ocasiones, el maquillaje- se convierte en un elemento desinhibitorio capaz de mover al niño hacia las acciones más insospechadas, acciones que seguramente no saldrían a relucir con el rostro descubierto. Al mismo tiempo, fabricación y utilización práctica de las máscaras en actividades creativas son, de por sí, un motivo claro de fantasía y de invención ya que los chicos podrían, a través de ellas, interpretar cuantos personajes deseen poniendo en juego cada vez las ideas que de ellos, subjetivamente tengan añadiendo a éstas, otras que se generen a lo largo de las acciones que los personajes desempeñarán.

• También las máscaras suelen constituir para los chicos la solución ideal que resuelva las posibles dificultades que la representación les ofrezca a la hora de incorporar en sus obras animales, monstruos, gnomos o brujas por ejemplo, personajes estos que, de entrada, pueden plantearles serios problemas en el momento en que se enfrenten a su caracterización.

• Igualmente, la máscara puede

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