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LA MUSICA, EL ARTE GLOBALIZADOR


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  1.425 Palabras (6 Páginas)  •  319 Visitas

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“LA MÚSICA, EL ARTE GLOBALIZADOR”

Antes de abordar esta reflexión sobre el lugar de la música en la cultura colombiana, las dinámicas de cambio que en este sentido suelen ser ignoradas en el contexto educativo y de proponer algunas recomendaciones para la construcción de proyectos pedagógicos de la enseñanza de la música, entendiéndola como un fuerte factor constructivo de las diversas identidades culturales, analicemos, a la luz de la Constitución Política de 1991, de las políticas culturales y de la etnoeducación, la gran importancia que se le debe dar a la enseñanza de este arte globalizador, enseñanza que requiere de profundas transformaciones en el ámbito nacional.

La Constitución Política de 1991 sin lugar a dudas, incorporó preceptos que han sido fundamentales en el planteamiento de las políticas culturales, y que se expresan en la aceptación de la plurietnicidad y la pluriculturalidad del país y en la postulación de la cultura como fundamento de la nacionalidad y para el logro del desarrollo económico y social.

La experiencia de los estudios de la etnoeducación en Colombia, constituida sobre los aportes de la antropología cultural, ha favorecido dos cosas: el reconocimiento de la diversidad cultural de la nación y un acercamiento a los lenguajes sobre los cuales se constituye la diversidad en la Colombia contemporánea.

Como dice Alberto Antonio Verón Ospina: “Una identidad, más que reconocimiento de la semejanza uniforme, es asunto de la diversidad y de la pluralidad en las elaboraciones culturales de los grupos humanos”.

“Supuesto central de la educación es que la identidad se constituye en el reconocimiento de la pluralidad étnica y de la pluralidad cultural”.

“¿Cuándo se tiene identidad?. El primer requisito parece ser el de contar con un patrimonio cultural. Lo que han aportado los poetas, los músicos, la arquitectura, la gastronomía, las etnias y en el caso de Colombia y otros países latinoamericanos; este patrimonio cultural remite, al menos, a tres fuentes: Europa, África y América Precolombina, que en una simbiosis problemática e inacabada envuelve nuestro presente pasado y futuro, y que ha dado en el arte de la música creaciones mestizas maravillosas de proyección internacional como la cumbia, el bambuco y el son vallenato entre otras.

De ahí la urgente necesidad de reflexionar sobre cómo cultivar a través de la educación formal e informal, nuestro rico patrimonio musical, para que no sea arrasado por la globalización y más bien entre a formar parte del patrimonio cultural de la humanidad.

La ley 115 de 1994 clasificó la educación artística como obligatoria y fundamental, y la resolución 2343 de 1996 insta a las instituciones educativas para que incluyan en su proceso educativo una dimensión estética que atienda el desarrollo integral del estudiante.

A pesar de que está comprobado científicamente que la educación musical contribuye al desarrollo de competencias básicas relacionadas con el lenguaje, el pensamiento lógico – matemático, la ubicación espacio temporal y genera hábitos de estudio, de convivencia pacífica, recreativa y creativa, la enseñanza de esta ciencia y arte adolece de grandes falencias no solo en nuestro país sino en otras naciones del concierto latinoamericano, lo que afecta gravemente nuestra identidad cultural, tan amenazada por la globalización.

Como dice Juan Antonio Cuellar: “Está demostrado que la educación musical, ya sea en la escuela o en las instituciones que prestan el servicio de la educación para el desarrollo humano, enriquece y fortalece las competencias escolares básicas, y prepara a quienes desean optar por una carrera en música.” Sin embargo, en muchas, sino en la mayoría de las instituciones educativas del país, la música continua siendo “La cenicienta”, lo que es un reflejo de la situación general que atraviesa la cultura nacional, con su recorte de presupuestos oficiales.

La enseñanza de la música en la educación primaria, en general, es muy precaria cuando no es nula, debido a la falta de preparación de los educadores en esta área, a la ausencia de un profesor de música especializado. En muchos casos la clase de música se limita a canciones folclóricas o religiosas interpretadas en forma mecánica, con poca afinación y sentido del ritmo. O lo que es peor: se somete al escarnio de los compañeros y del mismo profesor a cada uno de los alumnos, cuando casi que se les obliga a interpretar alguna canción de libre escogencia, y que, por lo general, es una de despecho o de un ritmo extranjero, que ofrece pocas posibilidades pedagógicas para el desarrollo musical y humano del niño. Así se está desaprovechando un valioso espacio para el desarrollo de la identidad individual y regional.

En la secundaria la suerte de la enseñanza musical es casi igual. Muchos profesores de educación artística se limitan únicamente a

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