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ESTE libro se reseña la historia de la radiactividad; su descubrimiento


Enviado por   •  12 de Mayo de 2014  •  1.378 Palabras (6 Páginas)  •  275 Visitas

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vEN ESTE libro se reseña la historia de la radiactividad; su descubrimiento, hace menos de un siglo, fue el origen de un desarrollo científico extraordinario en el campo de la física y la química, y en particular en el conocimiento del átomo y la materia. Anteriormente a este descubrimiento y durante mucho tiempo, se dio escasa o ninguna importancia al conocimiento de la materia, a la forma en que está constituida y a sus componentes. El átomo significaba poco o nada aún a la mayoría de las personas que vivieron hace sólo 50 años. Demócrito, quien nació aproximadamente en el año 470 a.C., fue el primer hombre que pensó en el átomo. Conjeturó que la materia de la naturaleza debía de estar formada por partículas muy pequeñas, indivisibles e invisibles, a las que llamó "átomos" y que consideró indestructibles. Supuso que los átomos de cada elemento eran diferentes en tamaño y forma y que eran esas diferencias las que hacían que cada elemento tuviera diferentes propiedades. Esta manera de pensar, que ahora parece de gran actualidad, no trascendió en su época.

Los filósofos griegos no comprobaban experimentalmente sus teorías, sino que llegaban a sus conclusiones por razonamientos sistemáticos; y en parte fue debido a esto que los escritos de Demócrito desaparecieron y sólo quedaron fragmentos de ellos. Pero hubo otra razón por la que fue olvidado, y esa razón fue la teoría de Aristóteles sobre la materia. Aristóteles creía que la materia estaba formada por sustancias básicas llamadas "elementos": fuego, aire, tierra y agua, que, a diferencia de los átomos, sí se podían ver y se podían sentir por el tacto. Las ideas de Aristóteles tuvieron más peso que las de Demócrito y gobernaron el conocimiento sobre la materia por casi 2 000 años.

A mediados del siglo XVII un francés, Pierre Gassendi, pensó nuevamente en los átomos. Las ideas de Aristóteles estaban tan afianzadas en la mente de los escolásticos de esa época, que las obras de Gassendi no fueron publicadas hasta después de su muerte, cuando ya no podían causarle daño. Posteriormente, los grandes científicos europeos empezaron a creer cada vez más que toda la materia estaba formada por átomos tan pequeños que resultaban invisibles.

Ya en la última década del siglo pasado se conocía el electrón, y el alemán Roentgen hacía experimentos con la luz fluorescente producida por los electrones. Construyó la pantalla fluorescente, una pieza de cartón pintada con cierto compuesto químico de bario, de alta fluorescencia. Un día Roentgen descubrió que la pantalla brillaba aun cuando los electrones en ese momento no podían llegar hasta ella. Se dio cuenta de que la fuente que tenía era el origen de otra nueva clase de rayos que penetraban el cartón; luego colgó una hoja de metal entre el tubo y la pantalla de metal y siguió observando fluorescencia, aunque menos intensa. Después metió su mano entre el tubo y la pantalla. Lo que vio debió de asustarlo sobremanera: en la pantalla se veía el esqueleto de una mano. Al mover su mano el esqueleto se movía. Roentgen estaba viendo el esqueleto de su mano en vida. Fue enorme el impacto que causó el descubrimiento de estos rayos, que él llamó X por desconocer de qué se trataban. No debe, pues, sorprendernos que en esa época mucha gente se dedicara a estudiarlos. Este descubrimiento nos acerca al propósito de nuestro libro, que es la radiactividad.

LOS DESCUBRIDORES

Iniciemos nuestra historia con dos personajes que serán el origen de nuestro relato sobre la radiactividad; éstos son Martin Heinrich Klaproth, científico alemán, y Joens Jakob Berzelius, químico sueco. El primero descubrió a fines del siglo XVIII el elemento uranio, y el segundo fue el descubridor del elemento tono, a principios del siglo XIX.

Klaproth separó en 1789 del mineral pechblenda el uranio, que es un polvo negro. A pesar de que desde entonces se encontró que sus propiedades químicas eran muy diferentes a las de los elementos conocidos, durante mucho tiempo se le consideró, sin embargo, como un elemento de poca importancia y se utilizaba en raras ocasiones.

En esa época Klaproth se impresionó profundamente con el descubrimiento del planeta Urano, por lo que bautizó el elemento recién descubierto por él con el nombre de uranio.

Mucho tiempo después, en 1818, Joens Jakob Berzelius descubrió el torio

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